"Ahora recuerdo el hermoso bergantín brasileño (…) Me pareció tan hermoso, blanco y alegre."
(Fragmento)
19 de agosto.
¡Ya sé. . . ya sé todo! Acabo de leer lo que sigue en
la Revista del Mundo Científico: «Nos llega una noticia muy curiosa de Río
de Janeiro. Una epidemia de locura, comparable a las demencias contagiosas que
asolaron a los pueblos europeos en la Edad Media, se ha producido en el Estado
de San Pablo. Los habitantes despavoridos abandonan sus casas y huyen de los
pueblos, dejan sus cultivos, creyéndose poseídos y dominados, como un rebaño
humano, por seres invisibles aunque tangibles, por especies de vampiros que se
alimentan de sus vidas mientras los habitantes duermen, y que además beben agua
y leche sin apetecerles aparente- mente ningún otro alimento.
«El profesor don
Pedro Henríquez, en compañía de varios médicos eminentes, ha partido para el
Estado de San Pablo, a fin de estudiar sobre el terreno el origen y las
manifestaciones de esta sorprendente locura, y poder aconsejar al Emperador las
medidas que juzgue convenientes para apaciguar a los delirantes
pobladores.»
¡Ah! ¡Ahora recuerdo el hermoso bergantín brasileño que pasó frente
a mis ventanas remontando el Sena, el 8 de mayo último! Me pareció tan hermoso,
blanco y alegre. Allí estaba él que venía de lejos, ¡del lugar de donde es
originaria su raza! ¡Y me vio! Vio también mi blanca vivienda, y saltó del navío
a la costa. ¡Oh, Dios mío!
Guy de Maupassant (Francia, 1850-1893).
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