Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).
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sábado, 6 de enero de 2024

Mirándolas dormir: LAS MIL Y UNA NOCHES (de la noche 930)

"¡Ojalá nunca el mundo se vea privado de tu vista y de tus perfecciones!"

(
Fragmento de la nonacentésima trigésima noche)

Y he aquí que, al cabo de una hora, el jeque bailarín dejó de bailar, se acercó a Tohfa, y besó la tierra entre sus manos, diciendo: «Lo has hecho muy bien, ¡oh la más exaltada de Oriente y de Occidente! ¡Ojalá nunca el mundo se vea privado de tu vista y de tus perfecciones! ¡Oh Tohfa! ¡oh Obra Maestra de los Corazones! ¿no me conoces?» Y exclamó ella: «¡No, por Alá, no te conozco! Pero me parece que eres un genni del país de Gennistán. ¡Alejado sea el Maligno!»

Y contestó él, sonriendo: «Verdad dices, ¡oh Tohfa! Soy el jefe de todas las tribus del Gennistán, ¡soy Eblis!»

Y Tohfa exclamó: «¡El nombre de Alá sobre mí y alrededor de mí! ¡Me refugio en Alá!»


Eblis le cogió la mano, la besó y se la llevó a los labios y a la frente, y 
dijo: «No temas nada, ¡oh Tohfa! porque desde hace mucho tiempo, eres mi protegida y la bienamada de la joven reina de los genn, Kamariya, que es en cuanto a belleza entre las hijas de los genn lo que tú misma eres entre las hijas de Adán. Sabe, en efecto, que desde hace mucho tiempo vengo con ella a visitarte todas las noches sin que tú lo sospeches y a admirarte sin que lo sepas. Porque nuestra encantadora reina Kamariya está enamorada de ti hasta la locura y no jura más que por tu nombre y por tus ojos. Y cuando viene aquí y te ve mientras estás dormida, se derrite de deseo y se muere por tu belleza.


el tiempo transcurre para ella lánguidamente, excepto por la noche cuando viene en busca tuya y disfruta de tu contemplación sin que tú la veas. Vengo, pues, a ti en calidad de mensajero a contarte sus penas y la languidez que la invade lejos de ti, y a decirte de su parte y de mi parte que, si quieres, te conduciré al Gennistán, en donde se te elevará a la categoría más alta entre los reyes de los genn. Y gobernarás nuestros corazones, como aquí gobiernas los corazones de los hijos de los hombres. Y he aquí que hoy las circunstancias se prestan maravillosamente a tu viaje. Porque vamos a celebrar las bodas de mi hija y la circuncisión de mi hijo. Y la fiesta se iluminará con tu presencia; y los genn se conmoverán con tu llegada, y te querrán todos para reina suya. Y residirás entre nosotros mientras quieras. Y si no te gusta el Gennistán y no te amoldas a nuestra vida, que es una vida de continuos festejos, aquí hago ahora juramento de traerte al sitio de donde te saque, sin insistencias ni difi- cultades».
Anónimo
(La recopilación Alf Layla, que en árabe significa mil noches, tufo lugar alrededor del año 850).

viernes, 27 de enero de 2023

Alusiones eróticas al conejo en LAS MIL Y UNA NOCHES

"¡Oh conejos de todos los colores y de todas las variedades entre los muslos de aquellas jóvenes hijas de reyes!"

Pero cuando llegó la novena noche...

Historia del mandadero y las tres doncellas

(Fragmento)

Entonces la joven cogió la copa de manos del mandadero, se la llevó a los labios y después fue a sentarse junto a sus hermanas. Y todos empezaron a cantar, a danzar y a jugar con las flores exquisitas. Y mientras tanto, el mozo las abrazaba y las besaba. Y una le dirigía chanzas, otra lo atraía hacia ella, y la otra le golpeaba con las flores. Y siguieron bebiendo, hasta que el vino se les subió a la cabeza. Cuando el vino reinó por completo, la joven que había abierto la puerta se levantó, se quitó toda la ropa y se quedó desnuda. Y de un salto echó su alma en el estanque, se puso a jugar con el agua, se llenó de ella la boca y roció ruidosamente al mandadero. Esto no le estorbaba para que el agua corriese por todos sus miembros y por entre sus muslos juveniles. Después salió del estanque, se echó sobre el pecho del mandadero, y tendiéndose luego boca arriba, dijo señalando a la cosa situada entre sus muslos:

«¡Oh mi querido! ¿Sabes cómo se llama esto?» Y contestó el mozo: «¡Ah!... ¡ah!... Ordinariamente, suele llamarse la casa de la misericordia.» Pero ella exclamó: «¡Yu! ¡yu! ¿No te da vergüenza tu ignorancia?» Y le cogió del pescuezo y empezó á darle golpes. Entonces dijo él: «¡Basta! ¡basta! Se llama la vulva.» Y repitió ella: «Tampoco es así.» Y el mandadero dijo: «Pues tu pedazo de atrás.» Y ella repitió: «Otra cosa.» Y dijo él: «Es tu zángano.» Pero ella, al oírlo, golpeó al joven con tal fuerza, que le arañó la piel. Y entonces él dijo: «Pues dime cómo se llama.» Y ella contestó: «La albahaca de los puentes.» Y exclamó el mozo: «¡Ya era hora! ¡Alabado sea Alá! y él te guarde, ¡oh mi albahaca de los puentes!»

Después volvió a circular la copa y la subcopa. En seguida la segunda joven se desnudó y se metió en el estanque, e hizo lo mismo que su hermana. Salió después, se echó en el regazo del mozo, y señalando con el dedo hacia sus muslos y a la cosa situada entre los muslos, preguntó: «¿Cuál es el nombre de esto, luz de mis ojos?» Y él dijo: «Tu grieta.» Pero ella exclamó: «¡Qué palabras tan abominables dice este hombre!» Y le abofeteó con tal furia, que retembló toda la sala. Y después dijo él: «Entonces será la albahaca de los puentes.» Pero ella replicó: «¡No es eso, no es eso!» Y volvió a darle golpes. Entonces preguntó el mozo: «¿Pues cuál es su nombre?» Y contestó ella: «El sésamo descortezado.» Y él exclamó: «¡Para ti sean, ¡oh el más descortezado de entre los sésamos! las mejores bendiciones!»

Después se levantó la tercera joven, se desnudó y se metió en el estanque, donde hizo como sus hermanas, y luego se vistió, y fue a tenderse entre las piernas del mandadero, y le dijo, señalando hacia sus partes delicadas: «Adivina su nombre.» Entonces él le dijo: «Se llama esto, se llama lo otro.» Y enumerando con los dedos, decía: «El estornino mudo, el conejo sin orejas, el polluelo sin voz, el padre de la blancura, la fuente de las gracias.» Y por fin, en vista de sus protestas, acabó por preguntarle, para que no le pegara más: «¿Pues cuál es su nombre?» Y ella contestó: «El Khan de Aby-Mansur».

Entonces el mandadero se levantó, se despojó de sus vestidos y se metió en el agua. ¡Y su espalda sobrenadaba majestuosa en la superficie! Se lavó todo el cuerpo, como se habían lavado las doncellas, y después salió del baño y fue a echarse en el regazo de la más joven, apoyó los pies en el regazo de la otra hermana, y señalando a su virilidad, preguntó a la mayor de todas: «¿Sabes ¡oh soberana mía! cuál es su nombre?» Al oír estas palabras, las tres se echaron a reir tan a gusto, que cayeron sobre sus posaderas, y exclamaron: «¡Tu zib!» Y él dijo: «No es eso, no es eso.» Y les dio a cada una un mordisco. Entonces dijeron: «¡Tu herramienta!» Y él contestó: «Tampoco es eso.» Y a cada una les dio un pellizco en un seno. Y ellas, asombradas, replicaron: «Sí que es tu herramienta, porque está ardiente; sí que es tu zib, porque se mueve.» Y el mozo seguía negando con un movimiento de cabeza, y luego las besaba, las mordía, las pellizcaba y las abrazaba, y ellas reían a más no poder, hasta que acabaron por decirle: «¿Cómo se llama, pues?» Entonces él meditó un momento, se miró entre los muslos, guiñó los ojos, y señalando a su zib, dijo: «¡Oh señoras mías! vais a oír lo que acaba de decirme este niño: «Me llaman el macho poderoso y sin castrar, que pace la albahaca de los puentes, se deleita con raciones de sésamo descortezado y se alberga en la posada de Aby-Mansur».

Y cuando llegó la noche 586...

Cuando acabaron su baño, salieron del lago; y la más bella subió al estrado y fue a sentarse en el trono, sin tener más vestido que su cabellera. Y al contemplar sus encantos, sintió Hassán que se le huía la razón, y pensó: "¡Ah! ¡bien sé ahora por qué me prohibió mi hermana Botón-de-Rosa abrir esa puerta! ¡He aquí que perdí mi reposo para siempre!" Y continuó detallando las diversas bellezas de la joven desnuda. ¡Qué maravillas no vió! ¡ah! ¡En verdad que era, a no dudar, la cosa más perfecta salida de los dedos del Creador! ¡Oh su espléndida desnudez! Superaba a las gacelas en la hermosura de su nuca y en el brillo de sus ojos negros, y a la araka en la esbeltez de su talle. Su cabellera de tinieblas era una noche de invierno, espesa y negra. Su boca, que emulaba a la rosa, era el sello de Soleimán. Sus dientes de marfil joven eran un collar de perlas o de granizos de igual tamaño; su cuello era un lingote de plata; su vientre tenía rincones y escondrijos, y su grupa hoyuelos y protuberancias; su ombligo poseía la capacidad suficiente para contener una onza de almizcle negro; sus muslos eran pesados y a la vez firmes y elásticos cual cojines rellenos de plumas de avestruz, y sobre ellos, en su nido cálido y encantador, semejante a un conejo sin orejas, aparecía una historia llena de gloria, con su terraza y su territorio, y sus cañadas en declive, para dejarse caer allá a fin de olvidar las penas negras. Y también se la hubiera podido tomar por una cúpula de cristal, redonda por todos lados y asentada sobre una base sólida, o por una taza de plata colocada al revés.

Y cuando llegó la noche 607...

Pero entre tantos rostros de luna y talles flexibles, entre tantos ojos negros y dientes blancos, entre tantas cabelleras de colores distintos y grupas de bendición, por más que miró Hassán no reconoció la incomparable belleza de su bienamada Esplendor. Y dijo a la vieja: "¡Oh mi buena madre, no está Esplendor entre ellas!"

Y contestó la anciana jinete: "¿Quién sabe, hijo mío? ¡Quizá la distancia no te permita enterarte bien!" Y dió una palmada, y salieron del agua todas las jóvenes y fueron a ponerse en fila sobre la arena, húmedas de pedrerías aún. Y una tras otra, flexibles y ondulantes, pasaron por delante de la roca en que estaba Hassán con la Madre-de-las-Lanzas, sin llevar encima de sí, por toda armadura, más que sus cabellos esparcidos por la espalda, y ataviadas solamente con las joyas de su carne desnuda.

¡A la sazón, ¡oh Hassán! fue cuando viste lo que viste! ¡Oh conejos de todos los colores y de todas las variedades entre los muslos de aquellas jóvenes hijas de reyes!

Y cuando llegó la noche 841..

"Antes del combate, ¡oh Jeique! es preciso que yo sepa si conoces el nombre de tu adversario. ¿Cómo se llama?" Y contesté: "¡La fuente de las gracias!" Ella dijo: "¡No!" Yo dije: "¡El padre de la blancura!" Ella dijo: "¡No!" Yo dije: "¡El pasto dulce!" Ella dijo: "¡No!" Yo dije :"¡El sésamo descortezado!" Ella dijo: "¡No!" Yo dije: "¡La albahaca de los puentes!" Ella dijo: "¡No!" Yo dije: "¡El mulo terco!" Ella dijo: "¡No!" Yo dije: "Pues, por Alah, ¡oh mi señora! que no conozco ya más que un nombre, y es el último: ¡el albergue de mi padre Mansur!" Ella dijo: "¡No!" Y añadió "¡Oh estúpido! ¿qué te han enseñado entonces los sabios teólogos y los maestros de gramática?" Yo dije: "¡Nada absolutamente!" Ella dijo: "¡Pues escucha! He aquí algunos de sus nombres: el estornino mudo, el carnero gordo, la lengua silenciosa, el elocuente sin palabras, la rosca adaptable, la grapa a la medida, el mordedor rabioso, el sacudidor infatigable, el abismo magnífico, el pozo de Jacob, la cuna del niño, el nido sin huevo, el pájaro sin plumas, el pichón sin mancha, el gato sin bigotes, el pollo sin voz y el conejo sin orejas".

Y habiendo acabado de adornar de este modo mi entendimiento y de aclarar mi juicio, me tomó de pronto entre sus piernas y sus brazos, y me dijo: "¡Yalah! ¡yalah oh infeliz! sé rápido en el asalto, y pesado en el descenso, y ligero en el peso, y fuerte en el abrazo, y nadador de fondo, y tapón hermético, y saltador sin tregua. Porque el detestable es el que se levanta una vez o dos veces para sentarse luego, y el que alza la cabeza para bajarla, y el que se pone de pie para caer. Brío, pues, ¡oh valiente!" Y yo ¡oh mi señor! contesté: "¡Oye, por tu vida, ¡oh mi señora! procedamos con orden, procedamos con orden!" Y añadí: "¿Por quién vamos a empezar?" Ella contestó: "A tu gusto. ¡oh truhán!" Yo dije: "¡Entonces vamos a dar primero su comida al estornino mudo!" Ella dijo: "Ya está esperando! ¡ya está esperando!"

Entonces ¡oh mi señor sultán! dije a mi niño: "¡Satisface al estornino!" Y el niño contestó con el oído y la obediencia, y fué pródigo y generoso en la pitanza del estornino mudo (…)

Pero cuando llegó la noche 842...

Ella dijo:

- Y el niño, siempre despierto, habló al conejo, por más que éste no tenía orejas, y le dió tan buenos consejos, que hubo de exclamar el aludido: "¡Qué maravilla! ¡qué maravilla!"

Pero cuando llegó la noche 917...

Entonces la joven abandonó de pronto su postura displicente, y corrió a mí, cual movida de un deseo irresistible, y me tomó en sus brazos, y me estrechó contra ella con calor, y se puso muy pálida y cayó desvanecida en mis brazos. Y no tardó en moverse, jadeando y estremeciéndose, de modo y manera que, sin interrupción, entró el niño en su cuna, sin gritos ni sufrimientos, igual que el pez en el agua. Y mi espíritu conmovido, libre de inconvenientes de los celos, ya sólo se preocupó del goce puro y sin trabas. Y nos pasamos todo el día y toda la noche sin hablar, ni comer, ni beber, haciendo contorsiones de piernas y de riñones y todo lo consiguiente respecto a movimientos de avance y retroceso. Y el cordero corneador no perdonó a aquella oveja batalladora, y sus sacudidas eran las de un verdadero padre de cuello gordo, y la confitura que le sirvió era una confitura de nervio gordo, y el padre de la blancura no fue inferior a la herramienta prodigiosa, y la carne dulce fue la ración del asaltante tuerto, y el mulo terco fue domado por el báculo del derviche, y el estornino mudo se acordó con el ruiseñor modulador, y el conejo sin orejas marchó a compás con el gallo sin voz, y el músculo caprichoso hizo moverse a la lengua silenciosa, y en una palabra, se arrebató lo que había que arrebatar, y se redujo lo que había que reducir; y no cesamos en nuestra tarea hasta la aparición de la mañana, en que nos interrumpimos para recitar la plegaria e ir al baño.

Y de tal modo nos pasamos un mes, sin que nadie sospechara mi presencia en el palacio ni la vida extraordinaria que llevábamos, toda llena de copulaciones sin palabras y de otras cosas semejantes. Y habría sido completa mi alegría, a no ser por la aprensión que no cesaba de sentir mi amiga, temerosa de ver nuestro secreto descubierto por su padre y su madre, aprensión tan viva, en verdad, que partía el corazón.

Y he aquí que no dejó de llegar el tan temido día. Porque una mañana el padre de la joven, al despertarse, fue al aposento de su hija, y observó que su belleza lunar y su lozanía había disminuido y que una especie de fatiga profunda alteraba sus facciones y las velaba de palidez. Y al instante llamó a la madre y le dijo: "¿Por qué ha cambiado el color del rostro de nuestra hija? ¿No ves que el viento funesto de otoño ha marchitado las rosas de sus mejillas?" Y la madre miró durante largo rato en silencio y con aire suspicaz a su hija, que dormía apaciblemente, y sin pronunciar palabra se acercó a ella, le levantó con un movimiento brusco la camisa, y con los dedos de la mano izquierda separó las dos mitades encantadoras de cierta parte inferior de su hija. Y con sus ojos vio lo que vio, o sea la prueba fehaciente de la virginidad volatilizada de aquel conejo color de jazmín...

Anónimo persa del siglo X.

(Traducido al español por Vicente Blasco Ibáñez).

miércoles, 27 de febrero de 2019

Tu boca: LAS MIL Y UNA NOCHES (de la noche 145)

"¡Dinos algunas palabras de los animales y las aves! ¡Deben ser exquisitas, sobre todo repetidas por tu boca!"
 
(Fragmento)

Pero cuando llegó la noche 145...

Después se calló Scherezada.

Entonces el rey Schahriar la miró por primera vez con ternura, y  le dijo:

"¡Oh Scherezada, la muy discreta! ¡Cuánta razón tiene tu hermana, esa pequeña que te está escuchando, cuando dice que tus palabras son deliciosas por su interés y sabrosas por su frescura! Empiezas a  hacerme lamentar la matanza de tanta joven, y acaso hagas que olvide , el juramento que hice de matarte como a todas las otras".

Y la pequeña Doniazada se levantó del tapiz en que había estado escuchando, y exclamó: "¡Oh hermana mía! ¡Cuán admirable es esa historia! ¡Y cómo me han encantado Nozhatú y sus palabras, y las palabras de las jóvenes! ¡Y qué contenta estoy con la muerte de la Madre de todas las Calamidades! ¡Cuán maravilloso es todo eso!"

Entonces Scherezada miró amorosamente a su hermana, sonrió, y le dijo: "¿Qué dirías entonces si oyeras las palabras de los animales y las aves?"

Y Doniazada exclamó: "¡Ah hermana mía! ¡Dinos algunas palabras de los animales y las aves! ¡Porque deben ser exquisitas, sobre todo repetidas por tu boca!"

Y Scherezada dijo: "¡Con toda la voluntad de mi corazón! ¡Pero no sin que antes me lo permita nuestro señor el rey!"

Y el rey Schahriar quedó extraordinariamente asombrado, y preguntó: "¿Pero qué podrán decir los animales y las aves? ¿En qué lengua hablan?" Y Scherezada dijo: "Hablan en prosa y en verso, expresándose en árabe puro". Entonces el rey Schahriar exclamó: "¡Oh Scherezada! Nada quiero decidir todavía acerca de tu suerte, sin que me hayas contado esas cosas que desconozco. Porque hasta ahora no he oído más que palabras de los humanos, y me alegraría muchísimo saber lo que piensan esos seres a quienes no entienden la mayoría de los hombres".

Y como iba transcurriendo la noche, Scherezada rogó al rey que aguardase hasta el día siguiente. El rey Schahriar, a pesar de la impaciencia que sentía, se avino a darle su consentimiento. Y cogiendo en brazos a la bella Scherezada, se enlazaron hasta que brilló la mañana del otro día.

Anónimo
(La recopilación Alf Layla, que en árabe significa mil noches, tuvo lugar alrededor del año 850). 

La ilustración corresponde a Sherezada y el sultán (detalle), 1878, de Alfred Choubrac.

martes, 28 de mayo de 2013

Vampiros: LAS MIL Y UNA NOCHES (El príncipe y la vampiro)


Historia del príncipe y la vampiro

El rey de que se trata tenía un hijo aficionadísimo a la caza con galgos, y tenía también un visir. El rey mandó al visir que acompañara a su hijo allá donde fuese. Un día entre los días, el hijo salió a cazar con galgos, y con él salió el visir. Y ambos vieron un animal monstruoso. Y el visir dijo al hijo del rey: "¡Anda contra esa fiera! ¡Persíguela!" Y el príncipe se puso a perseguir a la fiera hasta que todos le perdieron de vista. Y de pronto la fiera desapareció del desierto. El príncipe permanecía perplejo, sin saber hacia dónde ir, cuando vio en lo más alto del camino una joven esclava que estaba llorando. El príncipe le preguntó: "¿Quién eres?" Y ella respondió: "Soy la hija de un rey de reyes de la India. Iba con la caravana por el desierto, sentí ganas de dormir, y me caí de la cabalgadura sin darme cuenta. Entonces me encontré sola y abandonada". A estas palabras, sintió lástima el príncipe y emprendió la marcha con la joven, llevándola a la grupa de su mismo caballo. Al pasar frente a un bosquecillo, la esclava le dijo: "¡Oh señor, desearía evacuar una necesidad!" Entonces el príncipe la desmontó junto al bosquecillo, y viendo que tardaba mucho, marchó detrás de ella sin que la esclava pudiera enterarse. La esclava era un vampiro, y estaba diciendo a sus hijos: "¡Hijos míos, les traigo un joven muy robusto!" Y ellos dijeron: "¡Tráelo, madre, para que lo devoremos!" Cuando lo oyó el príncipe, ya no pudo dudar de su próxima muerte, y las carnes le temblaban de terror mientras volvía al camino. Cuando salió la vampiro de su cubil, al ver al príncipe temblar como un cobarde, le preguntó: "¿Por qué tienes miedo?" Y él dijo: "Hay un enemigo que me inspira temor". Y prosiguió la vampiro: "Me has dicho que eres un príncipe..." Y respondió él: "Así es la verdad". Y ella le dijo: "Y entonces, ¿por qué no das algún dinero a tu enemigo para satisfacerle?" El príncipe replicó: "No se satisface con dinero. Sólo se contenta con el alma. Por eso tengo miedo, como víctima de una injusticia". Y la vampiro le dijo: "Si te persiguen como afirmas, pide contra tu enemigo la ayuda de Alá, y Él te librará de sus maleficios y de los maleficio de aquellos de quienes tienes miedo".

Entonces el príncipe levantó la cabeza al cielo y dijo: "¡Oh tú, que atiendes al oprimido que te implora, hazme triunfar de mi enemigo, y aléjale de mí, pues tienes poder para cuanto deseas!"

Cuando la vampiro oyó estas palabras, desapareció. Y el príncipe pudo regresar al lado de su padre, y le dio cuenta del mal consejo del visir. Y el rey mandó matar al visir."


 Anónimo