Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

viernes, 30 de noviembre de 2018

Día de los muertos: VIENTO NEGRO, LUNA BLANCA, de Juan Ramón Jiménez

"El cielo, duro. Y su fondo da un azul iluminado de abajo, al romanticismo de los secos campanarios." 
 
Viento negro, luna blanca.
Noche de Todos los Santos.
Frío. Las campanas todas
de la tierra están doblando.
 
El cielo, duro. Y su fondo
da un azul iluminado
de abajo, al romanticismo
de los secos campanarios.
 
Faroles, flores, coronas
-¡campanas que están doblando!-
…Viento largo, luna grande,
noche de Todos los Santos.
 
…Yo voy muerto, por la luz
agria de las calles; llamo
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
 
¡Y quiero ser otro, y quiero
tener corazón, y brazos
infinitos, y sonrisas
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
 
…Pero ¿acaso
puede hablar de sus rosales
un corazón sepulcrado?
-¡Corazón, estás bien muerto!
¡Mañana es tu aniversario!-.
 
Sentimentalismo, frío.
La ciudad está doblando.
Luna blanca, viento negro.
Noche de Todos los Santos.


Juan Ramón Jiménez (Español fallecido en Puerto Rico, 1881-1958).
Obtuvo el premio Nobel en 1956.

jueves, 29 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LA ELECCIÓN, de Luigi Pirandello

"La Befana (...) no trae regalos. En cambio, los traen los muertos en la víspera de su día, hacia la medianoche..."
 
(Fragmento)
 
El día de los muertos es una fiesta para los niños de Sicilia. La Befana (tal vez porque en las casas de las ciudades y de los pueblos de las islas no hay caminos por los cuales ella pueda viajar) no trae regalos allí abajo. En cambio, los traen los muertos en la víspera de su día, hacia la medianoche: los parientes o los amigos difuntos traen, en su memoria, alguna monedita y dulces o juguetes, pero sólo a los niños listos. Más listas, según mi parecer, tendrían que ser las madres al no encender así, con miedo, la fantasía de sus hijos. Mi madre me enviaba sin más con mi tutor, Pinzone, al mercado de los juguetes.
 
Recuerdo qué pena febril, vibrante de mil deseos, me costaba la elección en aquel mercado.
 
Aturdido por los reclamos confusos y groseros de tantos vendedores gritando, me giraba perplejo hacia un lado y hacia el otro, escuchaba, durante un rato, el elogio de la mercancía de cada cual, mientras otras manos me invitaban con gestos vivacísimos desde los puestos vecinos y otras voces me gritaban que no me creyera aquellas promesas. De tal manera que habría tenido que deducir que no encontraría nada bueno en ningún lado, y viceversa, que lo bueno se encontraba en cada puesto.
 
 
Luigi Pirandello (Italia, 1867-1936). Obtuvo el premio Nobel en 1934.
 
(Traducido al español por Marilena de Chiara).
La ilustración corresponde al tradicional carretto siciliano (carrito siciliano).

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Día de los muertos: ASESINATO EN LA CATEDRAL, de T. S. Eliot


(Fragmento del primer coro)

Desde que el dorado octubre declinó en sombrío noviembre
y las manzanas fueron recogidas y guardadas, y
la tierra se volvió ramas de muerte, pardas
y agudas, en un erial de agua y lodo,
el año nuevo espera, respira, espera y murmura en la sombra.
Mientras el labriego arroja a un lado la bota lodosa y tiende las manos al fuego,
el año nuevo espera, el destino espera su advenimiento.
¿Quién ha acercado las manos al fuego sin
recordar a los santos en el Día de Todos Santos,
a los santos y mártires que esperan? y ¿Quién tendiendo
las manos al fuego, negará a su maestro: y quién, calentándose junto al fuego, negará a su maestro?
Siete años, y ha terminado el verano,
siete años hace que el arzobispo nos dejó,
él, que siempre fue bueno con su rey.
Pero no estaría bien que regresara
el rey gobierna o gobiernan los señores,
hemos sufrido diversas tiranías;
pero casi siempre se nos deja a nuestros propios recursos,
y vivimos contentos si nos dejan en paz.
Tratamos de mantener nuestras casas en orden,
el mercader, tímido y cauto, se afana por reunir una modesta fortuna,
y el labriego se inclina sobre su pedazo de tierra, color de tierra su propio color,
y prefiere pasar inadvertido.
Ahora temo disturbios en las apacibles estaciones: el
invierno vendrá trayendo del mar a la muerte;
la ruinosa primavera llamará a nuestras puertas,
raíz y vástago nos comerán ojos y orejas,
el desastroso verano aplastará el lecho de nuestros arroyos
y aguardarán los pobres otro octubre moribundo.
¿Por qué el verano habría de consolarnos
de los fuegos del otoño y las nieblas invernales?
¿Qué haremos en el sopor del verano
sino esperar en estériles huertos otro octubre?
Alguna dolencia viene sobre nosotros. Esperamos, esperamos,
y los santos y mártires esperan a quienes serán mártires y santos.
El destino espera en la mano de Dios, no en las manos de los estadistas,
quienes, unas veces bien, otras mal, hacen proyectos y conjeturas
y abrigan propósitos que giran en sus manos en la trama del tiempo.
Ven, feliz diciembre, ¿quién te observará, quién te preservará?
¿Nacerá otra vez el Hijo del Hombre en el pesebre del escarnio?
Para nosotros, los pobres, no hay acción, sino sólo esperar y dar testimonio.



Thomas Stearns Eliot
(Estadounidense nacionalizado británico, 1888-1965). Obtuvo el premio Nobel en 1948.

La ilustración corresponde al reparto del Quarry Theatre, para la pueste en escena de Asesinato en la Catedral (Murder in the Cathedral) en la Casa de la Resurrección, Mirfield, West Yorkshire, poco después de 1935.

martes, 27 de noviembre de 2018

Día de los muertos: NOTICIAS DEL IMPERIO, de Fernando del Paso

"Tan mexicano como esos huesos y esas calaveras de azúcar que vendían en la verbena del Día de Muertos..."  
 
(Fragmento del capítulo V: Castillo de Bouchot 1927)
 
Y porque también es potestad de los sueños hacer que el espejo sea una rosa y una nube, y la nube una montaña, la montaña un espejo, puedo, si quiero, pegarte con engrudo las barbas negras de Sedano y Leguizano y cortarte una pierna y ponerte la de Santa Anna, y cortarte la otra y coserte la de Uraga, y vestirte con la piel oscura de Juárez y cambalachear tus ojos azules por los ojos de Zapata para que nadie, nunca más, se atreva a decir que tú, Fernando Maximiliano Juárez, no eres; que tú, Fernando Emiliano Uraga y Leguizano no fuiste; que tú, Maximiliano López de Santa Anna, no serás nunca un mexicano hasta la médula de tus huesos. Tan mexicano como esos huesos y esas calaveras de azúcar que vendían en la verbena del Día de Muertos del mercado de Dolores, donde vi los tres ataúdes de tejamanil que un gringo llamado Chester Cuppia se robó junto con nuestra vajilla de plata imperial para exhibirlos en Nueva York, y donde estabas tú tres veces hecho un muñeco de cera, tres veces quieto y blanco y vestido pero no con la casaca azul de botones, dorados, los pantalones negros, las botas militares y los guantes de cabritilla que se echaron a perder, todos, cuando se impregnaron con tu podredumbre en Querétaro, no: un muñeco tenía un uniforme rojo púrpura de coronel de opereta, el otro estaba de frac y de chistera, y el tercero casi desnudo, con un taparrabos, como si fueras otro Cristo. Yo hice esos ataúdes y esos muñecos, porque nadie hay en el mundo, Maximiliano, como yo, para hacerte y deshacerte.

Nadie como yo para modelarte con mis propias manos, para esculpirte de cera y que con el calor de mi cuerpo te derri- tas de amor, para hacer tus huesos de dulce de almendra y devorarlos a mor- discos, o para hacerte todo de jabón y bañarme contigo y restregar mi cuerpo con tu cuerpo y lamerte hasta que nos volvamos los dos una sola lengua, una sola piel amarga y perfumada. Nadie como yo, tampoco, si se me da la gana, para hacerte chiquito, para hacerte un niño de pecho y enterrarte en una caja de zapatos, para volverte un feto de quince días y enterrarte en una caja de cerillas. Para hacer que no hayas nacido y un día de estos enterrarte, vivo, en mi vientre.

Fernando del Paso (México, 1935-2018).
 
Las ilustraciones corresponden a la cripta imperial en que reposan los restos del emperador Maximiliano y a una representación festiva de la calavera de la emperatriz Carlota durante el día de los muertos.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LA MUERTE EN LA LITERATURA MEXICANA, de Monika Zrůstová


(Fragmentos relativos al día de los muertos)

Para un mexicano, lo antes que llegue la muerte, mejor. En este sentido suenan las canciones populares de "la vida no vale nada", "la vida nos ha curado de espantos".

La fascinación por la muerte se presenta mejor que nunca el 2 de noviembre de cada año. Este día se celebra el día de los difuntos y parte del hermetismo mexicano y de la fuerza con la que tratan de romperlo. Las fiestas van hacia la sustancia del hombre. Así que, si el mexicano se burla de la muerte, si la caricaturiza, es solamente una muestra de su indiferencia hacia la vida. El día de los difuntos, las calles se llenan con quioscos que venden calaveras, tumbas de chocolate, el pan en forma de huesos, se cantan canciones relacionadas con la muerte. En las escuelas se organizan competencias de quién logra transformar su salón en el mejor cementerio. Como si la muerte tuviera carácter nacional o como si fuera el orgullo nacional que puede ser deshonrado sin que, necesariamente, pierda su peculiaridad.
(...)
 
Juan Rulfo, al igual que Octavio Paz, entienden la muerte de la misma manera. Para ambos es algo omnipresente en la realidad mexicana. Es algo que no termina la vida del ser humano. Al contrario, puede convertirse en un principio de algo nuevo. Según Paz, los mexicanos deberían volver a sus raíces y entender el significado de la muerte tal como lo hacían sus antecesores, deberían renunciar a la tendencia que prevalece en las culturas occidentales. Y así, a través de la muerte empezar a dominar su propia vida. La vida que junto con la muerte forman parte del tiempo mítico. Del mismo tiempo mítico en el que coexisten los dos mundos de Juan Rulfo, el mundo de los vivos junto al mundo de los muertos.
 
 
Monika Zrůstová (República Checa).

domingo, 25 de noviembre de 2018

Día de los muertos: TERRA NOSTRA, de Carlos Fuentes

"... un día de muertos que los naturales mexicanos celebran junto a las tumbas y con profusión de flores amarillas..."

(Párrafo sobre Don Juan en el antepenúltimo capítulo: Réquiem)

Encontró su destino. Abandonó a Inés. Preñó a indias. Preñó a criollas. Ha dejado descendencia en la Nueva España. Pero él mismo, un día de muertos que los natura- les mexicanos celebran junto a las tumbas y con profusión de flores amarillas, tomó la resolución de regresar a España.

Carlos Fuentes (México, 1928-2012).

sábado, 24 de noviembre de 2018

Día de los muertos: MEMORIAS, de Giacomo Casanova


(Fragmento del tomo cuarto, capítulo XV)

- No sé si a los barrenderos del palacio se les ocurrirá venir por aquí hoy, día de Todos los Santos, ni mañana, día de Muertos. Si alguno viene, me escaparé en cuanto vea abierta la puerta y usted seguirá mis pasos, pero si nadie viene no me muevo de aquí, y si me muero de hambre, lo haré sin lamentarme.
 
A este discurso el pobre hombre enfureció. Me llamó loco, desesperado, seductor, engañoso, mentiroso.
 
Le dejé decir: me mantuve impasible.
 
En esto dieron las seis. Desde el instante en que me había despertado en el desván no había transcurrido sino una hora.
 
Lo que entonces ocupó mi atención fue atenderme. El padre Balbi tenía el aire de un transtornado, pero estaba intacto y como quien no ha pasado riesgo ni fatigas; no se había hecho rasguños ni cubierto de sangre: su chaleco de bayeta roja y su calzón de piel violeta no estaban rasgados, mientras que yo no podía despertar más que horror y piedad, porque estaba completamente ensan- grentado y andrajoso. Como me había quitado las medias, la sangre salía de dos fuertes heridas que me había hecho con el canalón; el agujero de la puerta de la cancillería me había destrozado chale- co, camisa, calzón, muslos y piernas; por todas partes tenía horribles lastimaduras. Desgarrando pañuelos me hice vendas y me vendé lo mejor que pude.
 
Me puse mi hermoso traje, que para un día de invierno debía parecer bastante cómico. Acomodé como pude mis cabellos en la redecilla, me puse medias blancas, una camisa de puntillas a falta de otra y otras dos semejantes debajo, puse pañuelos y medias en mi bolsillo y abandoné el resto en un rincón. Puse mi capa sobre los hombros del monje, y el desgraciado parecía haberla robado. Yo debía parecer un hombre que después de haber estado en el baile hubiera pasado la noche en algún lugar de desquicio donde había sido desplumado. Únicamente las vendas que en mis piernas se veían era lo que deterioraba mi intempestiva elegancia.


Giacomo Casanova (Italia, 1725-1798).

(Traducido al español por Elena Marty).
Las ilustraciones corresponden a Venecia desde una ventana y a La fuga de Casanova, de Auguste Leroux.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Día de los muertos: EL PORDIOSERO, de Guy de Maupassant

"... hallado en una zanja (...) la víspera del día de difuntos, y bautizado por esa razón Nicolás Todos los Santos..."
 
(Fragmento inicial)

Había conocido tiempos mejores, a pesar de su miseria y su invalidez.
 
A la edad de quince años, un coche le aplastó las dos piernas en la carretera de Varville. Desde ese momento, mendigaba arrastrándose a lo largo de los caminos, a través de los corrales de las granjas, balanceándose sobre sus muletas que le habían levantado los hombros hasta la altura de las orejas. Su cabeza parecía hundida entre dos montañas.
 
Niño hallado en una zanja por el cura de Les Billettes, la víspera del día de difuntos, y bautizado por esa razón Nicolás Todos los Santos, criado por caridad, ajeno a toda instrucción, lisiado tras haber bebido unas copas de aguardiente invitado por el panadero del pueblo, tan sólo por reírse un poco, y vagabundo a partir de entonces, no sabía hacer otra cosa que tender la mano.
 
En tiempos la baronesa de Avary le dejaba para dormir una especie de nicho lleno de paja, al lado del gallinero, en la granja lindante con el castillo: y estaba seguro, los días de mucha hambre, de encontrar siempre un pedazo de pan y un vaso de sidra en la cocina. Con frecuencia recibía también allí unas monedas arrojadas por la anciana dama desde lo alto de la escalinata o de las ventanas de su habitación. Ahora ella había muerto.
 
En los pueblos no le daban casi nada; lo conocían demasiado; estaban hartos de él desde hacía cuarenta años que lo veían pasear de casucha en casucha su cuerpo andrajoso y deforme sobre sus dos patas de madera. No obstante, él no quería marcharse, porque no conocía otra cosa en la tierra que aquel rincón del país, aquellos tres o cuatro villorrios por donde había arrastrado su miserable vida. Había puesto fronteras a su mendicidad y jamás habría traspasado los límites que estaba habituado a no franquear.
 
Ignoraba si el mundo se extendía más allá de los árboles que habían siempre acotado su vista. No se lo preguntaba.


Guy de Maupassant (Francia, 1850-1893).

jueves, 22 de noviembre de 2018

Día de los muertos: EL RETRATO DE ANABELLA, de Sergio Galindo

"Yo no entendería el día de muertos si no hubiera amado a un tarasco."

(Fragmento)
 
- Huicholes -dijo Anabella al ver que él las observaba-. Un arte increíble... una vez tuve un amante huichol. Me lo encontré en la Alameda. Vendía cruces y collares, ¡guapo como él solo!, y con el pretexto de comprarle todo, me lo traje a casa, pues le dije que no me alcanzaba el dinero. Y aquí mismo, allí donde estás tú sentada, me le eché encima y lo obligué a amarme. -Se atacó de risa y de tos-. ¡No saben cuántas travesuras he hecho! De muchas no me acuerdo. Al huichol le gustaba que yo le cantara. Era muy tierno, muy joven, vivió conmigo como seis o siete meses, hasta que vino su esposa y se lo llevó. No me acuerdo quién, siguió después de él. Pero hay que tener muchos esposos y amantes mexicanos para entender este país. De otra manera se queda uno en la superficie, sin ahondar en los misterios, en las creencias. Yo no entendería el día de muertos si no hubiera amado a un tarasco. Escucha Mina, escucha tú también Franco: Están recién casados y...

 
Sergio Galindo (México, 1926-1993).

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Día de los muertos: HUESOS SOLARES, de Mike McCormack

"La luz se inunda con espíritus macabros y fantasmas y el límite entre este mundo y el siguiente es tan borroso..."
 
(Fragmento)

En estos días grises después de Samhain cuando las almas de los muertos son rescatadas del purgatorio por un tiempo gracias a las oraciones de los fieles de manera que pueden volver a sus hogares y
 
La luz se inunda con espíritus macabros y fantasmas y el límite entre este mundo y el siguiente es tan borroso que podríamos encontrarnos fácilmente parados hombro con hombro con los muertos, de los que el mundo se llena más que en ninguna otra época del año, como si una suerte de sedimento espiritual se hubiese agitado y se asentara apropiadamente para reposar, la luz se llena con este enjambre de almas atormentadas que vagan a la deriva durante las horas iluminadas por el sol que podríamos sentir en el rabillo del ojo o en los márgenes de nuestra conciencia donde se necesita tener fe en estas cosas y la voluntad de creer y reflexionar en ellas *
 
 
Mike Mccormack (Irlanda, 1965).
 
* El autor -a la manera de José Saramago-, prescinde con frecuencia de los puntos y el uso de la coma es limitado, además del empleo arbitrario de las mayúsculas.

martes, 20 de noviembre de 2018

Día de los muertos: ANGÉLIQUE, de Gérard de Nerval

"En el hotel de la Campana, celebrado por Alexandre Dumas..."
 
(Fragmento de la cuarta carta)

Llegué ayer por la tarde a Compiègne, persiguiendo a los Bucquoy bajo todas sus formas, con esa obstinación lenta que me es natural. De todos modos los Archivos de París, donde no había podido tomar aún más que algunas notas, hubieran estado cerrados hoy, día de Todos los Santos.
 
En el hotel de la Campana, celebrado por Alexandre Dumas, había gran jolgorio esta mañana. Los perros ladraban, los cazadores preparaban sus armas; oí a un picador que decía a su amo: «Aquí está la escopeta del señor marqués».
 
¡Hay pues marqueses todavía!
 
Yo estaba preocupado por una caza muy distinta… Me informé de a qué hora abría la biblioteca.
 
- El día de Todos los Santos –me dijeron- está naturalmente cerrada.
 
- ¿Y los otros días?
 
- Abre de las siete de la tarde a las once.
 
Gérard de Nerval (Francia, 1808-1855).
 
(Traducido al español por Tomás Segovia).
La ilustración corresponde al hotel de la Campana (Hotel de la Cloche), en Compiègne.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Día de los muertos: EL EMBOTELLA- DOR DE ALMAS, de Eraclio Zepeda

"... la guardaba en un (...) enorme mueble de madera que se llama almario y en ese almario tenía las almas..."

(Fragmento)
 
Me dijo:
 
- Mire usted, para enfrascar almas lo más importante en este oficio es el frasco porque si no tiene usted frasco, ¿cómo enfrasca? Y este frasco el más adecuado es el de penicilina, el ya usado, que venden en la trasbotica. Ai se compra usted unos 15-16 frasquitos de esta penicilina y se los lleva usted, pero sin la tapita esa de plástico, que esa no sirve, de hule. Se lleva usted el frasquito a su casa y ai tiene usted ya la primera aportación importante a su futuro oficio. Ora, esas botellitas lo primero que hay que hacer es lavarlas para que estén limpias limpias. Así que tiene usted que localizar un manantial donde el agua saliendo de la tierra no corra más que un geme para que no se eche a perder su pureza y en ese geme usted lava las botellitas bien lavadas y luego sin que ninguna mano lo toque más que la de usted que ya tiene agua buena, lo pone usted sobre una compañera piedra para que el compañero sol la seque completamente. Y ya seca la botellita se va a unir con el trabajo de otro oficio que usted está haciendo que es sembrar una milpita, pero milpita que tiene que ser hecha por un niño que sea absolutamente casto, que nunca haya tenido ningún mal pensamiento... bueno, ni con gallinas. Y ese muchachito debe sembrar maíz. Cuando empiecen a nacer las mazorquitas que están apenitas apenitas como si fueran dedito chico, usted las corta porque la mazorquita va a ser el tapón de la botella. Entonces ya tiene usted tapón y botella, entonces ya puede usted enfrascar. Lo único que le falta del equipo, que es muy importante, es un pañuelo de estos rojos bonitos que se llama paliacate. Y también un despertador es muy importante. Un despertador que tenga campanilla, eso es muy importante. Claro que si usted tiene un sobrante de dinero también le recomiendo que se compre usted un maletín de cuero negro, que eso influye mucho y presta mucha confianza al futuro difunto... porque futuro difunto es el que usted atiende. Ya que tiene usted todo eso listo, está usted tranquilo. Cuando una noche, de pronto... le tocan a la puerta y usted que conoce a toda la gente, va y abre, y ve usted a Martín el chico. ¡Y! ¡¿Quién?! ¿Tu papá o tu mamá? No, pues mi papá. ¡Pobre Martín el viejo! Ai voy. Y agarra y hace usted su petaquita, que la tiene lista, y se va corriendo donde vive Martín el viejo y le abren la puerta y efectivamente ve usted que el pobre Martín el viejo es futuro difunto. Y usted se le queda viendo a los ojos y él como que se quiere hacer guaje; no lo quiere mirar para decirle “no, si no es conmigo el asunto”, pero sí, es con él. Y lo queda usted viendo y él preocupado porque como sabe cuál es el oficio de usted, no le gusta aquella visita a deshoras de la noche y ai viene el aspecto científico del asunto: usted lo agarra y le empieza a palpar todas las venas, de donde caigan, vena que va, vena que viene, la va usted captando, captando y entonces es eso donde está la importancia del oficio, calcula usted y le da un manotazo de alegría y le dice “hermano, te quedan dos horas, jajajai” y pone usted el despertador claclaclacla y pasa usted al otro cuarto, donde están los futuros deudos... pues alegres como son estas cosas, planchando los vestidos negros las señoras, matando las gallinas, matando los guajolotes, preparando los tamales; los señores comprando galleta de animalito que se reparte mucho, sobre todo si el muerto es viejo... porque cuando el muerto es viejo llega mucho muchachito, entonces hay que repartir galleta de animalito, también hay que comprar botella cerrada, todo esa pues cosa alegre... y van empezando a comer los primeros moles y las primeras gallinas y jajajai y cuento va y cuento viene, alegre pues, como son estas cosas, ¿no? Y también uno se permite, porque no está fuera de la legalidad, tomarse unos riendacitos de comiteco para irse serenando para el trabajo que viene. A las dos horas de pronto rrrrui el despertador y se levanta ya uno así con seriedad y les dice a los futuros deudos “futuros deudos, con permiso, voy a ver al futuro difunto, que le queda muy poquito para seguir siendo futuro”. Y entra uno al otro cuarto y para esto Martín el viejo ya está absolutamente espantado, parpadeando, y le dice “ten valor, Martín” y entonces lo primero que uno hace es sacar el pañuelito rojo, eso es muy importante, saca usted el pañuelillo rojo y le amarra usted la cabeza, bien amarradita, lo que se trata es que no vaya a salir nada de aire por la boca, sino que nada más por la naricita. Ora, la nariz tiene dos agujeros, la derecha no le preocupe a usted nada porque la derecha no conduce a nada, nada más la izquierda, la izquierda va para el corazón. Entonces usted está pendiente con el hoyito del corazón y cuando Martín ya amarrado de la boca, se llena del planeta por última vez... usted le mete la botellita en la izquierda... y la tapa y nada más la entrega usted a los deudos que ya son deudos en tiempo presente y pluscuamperfecto. Le entrega usted el frasquito y ya queda usted.
 
Y yo me le quedé viendo y le dije:
 
- Bueno, ¿y eso?
 
Y él me quedó viendo más fríamente. Apagó su cigarro y me dijo:
 
- Se ve que no es usted creyente.
 
- ¿Por qué?
 
- Porque sólo una persona que no sea creyente ignora que cuando el alma abandona esta despreciable cárcel que es el cuerpo que fenece se eleva volando portentosa- mente y nomás tiene tres caminos: el infierno, el purgatorio y el cielo. Pero con esta situación de la crisis y la deuda externa y todos esos asuntos pues qué cielo va a haber, nada más queda purgatorio e infierno. Entonces, ¿qué corazón tiene usted, como deudo que es, de permitir que el alma de esa gente tan querida, tan amorosamente consentida tenga nada más infierno o purgatorio? Pero la escritura dice que el alma tiene que volar libremente hacia su destino y si usted la enfrascó, ai se friega, compañero, se friega, quedó enfrascada, no tiene vuelo, ai quedó detenida, esperando tiempos mejores en que usted la suelte y pueda llegar al cielo, si no siempre vamos a estar amolados, cambie el asunto. Pero mire usted, compañero, yo no soy como otros enfrascadores de almas. Yo conocí un hombre, yo que he sido siempre enemigo de la explotación del hombre por el hombre, cómo no voy a ser enemigo de la explotación del alma por el hombre... y conocí a un hombre que explotaba el alma... porque en lugar de hacer como yo que cuando enfrasco un alma, le pone tela adhesiva, le pone el nombre del muerto y se lo entrega. Ah, aquel hombre que yo conocí, que por desgracia fue mi maistro, pero después yo rompí toda relación con él... Este hombre hacía lo mismo, pero en lugar de hacer el ademán para entregar el alma después de que estaba la clasificación, daba la vuelta la mano de regreso y se metía el alma en el bolsillo y se la llevaba a su casa y la guardaba en un enooorme, pero enorme mueble de madera que se llama almario y en ese almario tenía todas las almas de 30 años para acá guardadas y las alquilaba a las familias el cabo de año, Día de muertos, Santos Inocentes, fecha de nacimiento y hasta dijo que era patriótico también hacer honores a las almas el 20 de noviembre y el 16 de septiembre y así él vivía explotando las almas hasta que un día, compañero, estábamos todos tranquilitos escuchando cuando ronglonglonglon empieza el temblor y glanglanglan y dijimos ay ay y de pronto prom-bom-bom-bom-BOM la caída y clinclinclin-clin los vidrios, dijimos, todos quisimos decir las almas, pero sólo dijimos “las al” y ahí nos quedamos porque en ese momento se empieza a llenar el pueblo de unos ruidos y unos enfrenones y las sirenas y los disparos y era que la policía judicial de los diablos que tenía ya orden de aprehensión contra las almas, por 30 años estaban pendientes para que apareciera el cuerpo del delito, bueno, no el cuerpo, el alma del delito, y apenas salen las almas del delito y empiezan y mire usted que si la policía judicial de nosotros es bastante amoladita, cómo será la de los diablos, empezaron a meter manita china, a agarrar por los pelos, los que tenían trenza por la trenza y los que no, no... y los agarraban y los llevaban, mire usted a puro chicote al infierno. Y el autor de todo aquel desaguisado se quiso ir a esconder donde pudo y ai lo agarraron los diablos y se lo llevaron y es el único hombre que se sabe por los diablos, que llegó en cuerpo y alma al infierno. Por eso yo alma que enfrasco, alma que devuelvo y así estamos bien.
 
 
Eraclio Zepeda (México, 1937-2015).

domingo, 18 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LA FIESTA DE LOS MUERTOS*, de Giovanni Verga

"En la colina solitaria, erizada de cruces en el poniente..."

(Párrafo inicial)

En la colina solitaria, erizada de cruces en el poniente púrpura, donde nadie se atreve a cantar la vendimia, ni se escucha el balido de los rebaños, hay una hora de celebración, cuando el otoño muere sobre los macizos de flores y las cámpanas fúnebres conmemoran a los difuntos, que luego se desvanece al ponerse el sol. Entonces la multitud se dispersa entre las avenidas sombreadas por los cipreses, y los amantes se buscan detrás de las tumbas.
 
Giovanni Verga (Italia, 1840-1922).
 
* La traducción literal de La Festa dei Morti es La fiesta de los muertos, pero un equivalente más apegado a la tradición hispana sería El día de los muertos.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LOS CUADERNOS DE MALTE LAURIDS BRIGGE, de Rainer María Rilke


(Fragmento)

En la época de sus veleidades supersticiosas había ordenado, para él y para los que le rodeaban, el ángelus contra los demonios del crepúsculo; y ahora, en el mundo agitado por completo sonaba todas las tardes esta plegaria sedante. Por lo demás, sin embargo, todas las bulas y las cartas que emanaban de él parecían antes un vino de especias que una tisana. El imperio no se había confiado a su tratamiento, pero él no se cansaba de colmarle con las pruebas de que estaba enfermo; y ya venían las gentes desde el más lejano oriente para consultar a este médico imperioso.

Pero entonces ocurrió lo increíble. El día de todos los Santos había predicado más larga y ardientemente que de costumbre; con una necesidad súbita y como para volver a verla él mismo, había mostrado su fe; la había sacado fuera de ese tabernáculo octogenario, y levantándola poco a poco con todas sus fuerzas, la había puesto en el altar: y entonces le gritaron a la cara. Toda Europa gritó: esa fe era mala.

Entonces desapareció el papa. Durante muchos días no emanó de él ninguna acción, permanecía de rodillas en su oratorio y exploró el misterio de los que actúan y hacen mal a su alma.

Rainer María Rilke (Escritor en lengua alemana nacido en Praga, 1875-1928).

(Traducido al español por Francisco Ayala).

viernes, 16 de noviembre de 2018

Día de los muertos: RENANA DE OTOÑO, de Guillaume Apollinaire

"Y las hojas secas vienen a cubrir a los muertos..."
 
(Fragmentos) 
a Toussaint Luca
 
El día de los muertos y de todas sus almas
Los niños y las viejas
Encienden velas y cirios
Sobre cada tumba católica
Los velos de las viejas
Las nubes del cielo
Son como barbas de chivos
 
En el aire tiemblan llamas y oraciones
 
El cementerio es un hermoso jardín
Lleno de sauces grises y de romero
 
(...)
 
El viento del Rin ulula con todos los búhos
Apaga los cirios que los niños siempre vuelven a encender
Y las hojas secas
Vienen a cubrir a los muertos

Niños muertos hablan a veces con sus madres
Y muchas difuntas a veces desearían regresar
 
Oh no quiero que salgas
El otoño está lleno de manos cortadas
No no son hojas secas
Son las manos de las amadas muertas
Son tus manos cortadas
 
Hemos llorado tanto hoy
Con esos muertos sus hijos y las viejas
Bajo el cielo sin sol
En el cementerio lleno de llamas

Luego regresamos con el viento
 
Entre nuestros pies rodaban castañas
Cuyos erizos eran
Como el herido corazón de la Madona
De quien se duda si tuvo la piel
Color de castañas otoñales
 
 
Guillaume Apollinaire: Wilhelm Albert Włodzimierz Apolinary de Kostrowicki
(Francés nacido en Italia, 1880-1918).  
 
(Traducido del francés por Agustí Bartra).

La ilustración corresponde al cementerio del Padre Lachaise (Pére-Lachaise) durante el otoño, en París, donde descansan los restos de Guillaume Apollinaire.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Día de los muertos: EL DÍA DE LOS MUERTOS, de Ignacio Manuel Altamirano

"... incesante y funeral clamoreo que comenzaba en la Catedral y que se repetía en los cien campanarios..."

(Fragmento inicial)

En los antiguos tiempos, es decir antes de la Reforma, México se despertaba el 2 de noviembre al funeral clamor de las campanas que doblaban en todas las iglesias, recordando que era el día de la conmemoración de los fieles difuntos. ¡Ah! ¡Qué tristeza y qué tedio causaba ese incesante y funeral clamoreo que comenzaba en la Catedral y que se repetía en los cien campanarios de los conventos y en todas las iglesias, parroquias, capillas y ermitas que bordaban la ciudad de oriente a poniente, y de norte a sur! Era una incesante vibración acompasada, ronca, lúgubre, que daba origen a variados sentimientos, pero todos amargos. La tristeza, el pesar el desaliento, se apoderaban del corazón, como el cortejo pavoroso de los recuerdos del día. Porque ¿quién no había perdido alguna persona amada, cuya memoria venía a evocar la voz de la campana?, mortuos plango.
 
¡Era, en fin, una invitación al recogimiento, al recuerdo, a la plegaria, a las lágrimas, al dolor!
 
¡Tristes y respetables costumbres de la piadosa ciudad de México!
 
Hoy, este año, algo de eso ha pasado; es decir, ha habido dobles, porque de poco tiempo á esta parte, se observa que van volviendo furtivamente y alentadas por una cierta tolerancia, las bellas manifestaciones públicas, los venerandos ruidos del culto católico. Las campanas han elevado su clamor al cielo, han vibrado en el espacio esas notas doloridas y lúgubres con que la iglesia recuerda á los fieles que deben llorar sobre las tumbas y orar por los muertos para que sean libres, según el dogma fundado en un texto del libro de los Macabeos.
 
Y los fieles conmovidos han obedecido hoy, lo mismo que en los antiguos tiempos, al mandato sagrado, porque aunque las campanas habían enmudecido por algunos años y se han disminuido en los presentes, la costumbre piadosa de conmemorar á los difuntos ha permanecido firme, mantenida por la tradición y por la ternura de las familias.
 
Así, pues, aunque yo conocía ya las costumbres mexicanas en este dia, y aunque venciendo la repugnancia que siento por los cementerios de. las grandes ciudades, pues cuando quiero meditar sobre el gran problema de la muerte y envolverme en las sombras de la tumba para soñar en ellas, prefiero buscar, como el poeta inglés Gray, el cementerio de las aldeas, me dirigí á visitar los panteones.


Ignacio Manuel Altamirano (Mexicano fallecido en Italia, 1834-1893).

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LA SERPIENTE EMPLUMADA, de D. H. Lawrence

"... el Esqueleto a caballo, es el ídolo de la primera semana de noviembre, los días de los muertos y de Todos los Santos."
 
(Fragmento del capítulo XVII: El cuarto himno y el obispo)

Algunas de las figuras se parecen a Polichinela, otras son arlequines. Pero todas tienen caras sonrosadas y llevan el traje del hombre blanco. Nunca se ve la imagen de rostro cobrizo de un mexicano puro; siempre la rígida, altiva y grotesca caricatura de un hombre blanco.
 
Y todos son Judas. Judas es la diversión de la feria, la víctima, el gran personaje de la Semana Santa, como el Esqueleto, y el Esqueleto a caballo, es el ídolo de la primera semana de noviembre, los días de los muertos y de Todos los Santos.
 
 
David Herbert Lawrence (Inglés fallecido en Francia, 1885-1930).
 
(Traducido al español por Pilar Giralt).

martes, 13 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LAS CASTAÑAS, de Juan Valera

"Como era muy temprano y apenas clareaba el día, la calle por donde iba la beata estaba muy sola."

El día de difuntos salió muy de mañana a misa una linda beata, que la noche anterior, según es costumbre en la noche de Todos los Santos, se había regalado, comiendo puches con miel y muchas castañas cocidas.
 
Como era muy temprano y apenas clareaba el día, la calle por donde iba la beata estaba muy sola. Así es que ella, sin reprimirse, con el más libre desahogo y hasta con cierta delectación, lanzaba suspiros traidores y retumbantes, y cada vez que lanzaba uno, decía sonriendo:
 
- ¡Toma castañas!
 
Proseguía caminando, soltaba otros suspiros y exclamaba siempre:
 
- ¡Las castañas! ¡Las castañas!
 
Un caballero, muy prendado de la beata, solía seguirla, hacerse el encontradizo, oír misa donde y cuando ella la oía, y hasta darle agua bendita al entrar en la iglesia, para tener el gusto de tocar sus dedos.
 
Iba aquel día el caballero tan silencioso y con pasos tan tácitos detrás de la beata, que ella no le vio ni sospechó que viniese detrás, hasta que volvió la cara, poco antes de entrar en el templo.
 
- ¿Hace mucho tiempo que viene usted detrás de mí? -dijo muy sonrojada la linda beata.
 
Y contestó el caballero:
 
- Señora, desde la primera castaña.

Juan Valera (España, 1824-1905).

lunes, 12 de noviembre de 2018

Día de los muertos: LA TIERRA, de Émile Zola

"... encargado de la antigua parroquia de Rognes..."

(Fragmento del capítulo IV)

Precisamente el domingo caía en primero de noviembre, día de todos los santos, e iban a dar las nueve cuando el padre Godard, cura de Bazoches-le-Doyen, encargado de la antigua parroquia de Rognes, apareció en lo alto de la pendiente que iba a parar al puentecillo del Aigre. Rognes, más importante en otro tiempo, reducida a una población de escasos trescientos habitantes, no tenía cura desde hacía muchos años y parecía no importarle gran cosa el estar sin él, tanto que el municipio había dado casa al guarda de campo en la antigua casa del párroco, medio derruida.
 

Émile Zola (Francia, 1840-1902).
 
(Traducido al español por León Ballcag).
La ilustración corresponde a la iglesia de Rognes, en Francia.