Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).
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domingo, 17 de septiembre de 2023

Tequila: CUADROS DE COSTUMBRES, de Guillermo Prieto


(
Fragmento)

Las salvas de artillería anunciaron el "grito", y repiques, cohetes y vivas saludaron a la patria independiente.

Partieron de la plaza "gallos" en todas direcciones, encabezando el movimiento músicos, cantantes, proveedores de tlamapa y tequila, y siguiendo la comitiva de patriotas de cañaveral o hachón de brea, parejas afortunadas en el éxtasis del amor callejero.

Trabajos tuvo la aurora del 16 para meter en cintura y hacer que se retirara a sus casas la chinaca brava.

En el teatro se hicieron rajas oradores y poetas: por todas partes brillaba el regocijo.


Guillermo Prieto (1818-1897).

sábado, 16 de septiembre de 2023

El tequila como símbolo del festejo patrio


"... y podía cuando menos agradecer al tequila tal
honestidad, por breve que fuese su duración."

Malcolm Lowry en Bajo el volcán.
 
Cada año, durante esta temporada septembrina en que se acostumbra a celebrar, con desvelos y tragos, el llamado Grito de la Independencia, el fervoroso ritual gira con frecuencia en torno a una botella de tequila. En ningún momento durante el resto del año ni bajo cualquier otro pretexto, se consume tanto tequila como en estas fechas. Las estadísticas no mienten, los robos de licores se triplican y el principal objetivo suele ser el tequila, la bebida más simbólica para refrendar la condición de mexicano: euforia, patrioterismo ocasional y violencia, que exaltan su intensidad.
 
La literatura no ha sido ajena a su influjo. Tal vez la novela más emblemática sea Nieves, de José López Portillo y Rojas, no sólo porque acontece precisamente en la población de Tequila, en el estado de Jalisco, sino porque además el protagonista desciende de fabricantes de tequila. Los renglones con que da principio ya presagian el entorno en el que acontecerá la acción: "Cierto que Tequila debe su celebridad a ser el centro de producción alcohólica que lleva su nombre." Más adelante un pasaje de la obra se ocupa del proceso para su destilación y se extiende a lo largo de varias páginas. Luego de esa prolija descripción concluye con que: "El líquido que se recoge es el famoso aguardiente de Tequila, que tibio, es dulce y no quema la boca; embria- ga fácilmente y se llama tuba".

El poeta Efraín Huerta recordaba su encuentro con Pablo Neruda en 1942:
 
Tres oradores abrieron el programa, y dos poetas lo cerraron: Pablo Neruda y yo.  Poco antes de empezar el acto, Pablo me invitó a tomar una copa. Lo  que quería era leerme el poema que diría. Era el Canto a Stalingrado.  La cantina donde brindamos con tequila está allí todavía: La Castellana, en Antonio Caso e Insurgentes Centro. Yo sólo le recomendé a Pablo que cierta palabra sucia la suprimiera, o que la pusiera en francés, por sonar más belicosa. Se quedó en francés.”
 
El mismo Huerta que le recomendaría a su amigo, el peruano Hildebrando Pérez, la mejor manera de beberlo, en Para que aprenda a tomar un caballito de tequila.
 
Acerca la mano hacia la ansiosa boca, como a la distancia de más o menos veinte centímetros: abre la boca y con la mano derecha golpea los dedos –tensos– de la mano izquierda. La sal salta hacia la boca y el ritual empieza. Chupa un limón. Bebe.
Un caballito te da de cinco a seis sorbitos
”.
 
Muchos años después, el chileno Roberto Bolaño, quien viviera una larga temporada en México, escribió en su poema Para Efraín Huerta: “… mientras a tus espaldas los poetas/ bebían tequila y hablaban en voz baja.”
 
Carlos Fuentes en Cambio de piel, tras de que el mozo entra con una botella de tequila sobre una bandeja de latón y la deja sobre la mesa, advierte:
 
- Esto no me va a caer bien, Ligeia. Lo sabes de sobra. Los dos se miraron mientras sorbía lentamente el tequila.”
 
El cónsul alcohólico que protagoniza la novela Bajo el volcán, de Malcolm Lowry, exaltaba algunas de sus cualidades: “hasta (y podía cuando menos agradecer al tequila tal honestidad, por breve que fuese su duración) de ser amado.”
 
Jack Kerouac, emblema de la generación beatnik, es autor de En el camino, donde define a México como el país de la tierra caliente y el tequila. Tom Robbins lo alude con frecuencia, por ejemplo, en También las vaqueras sienten melancolía, cuando comienza el incendio y la orquesta sigue tocando Allá en el rancho grande: “Sacó la madre a la hija del remolque como si la sacase del Club El Lagarto en llamas. (En el punto culminante del pavoroso incendio una hilera de botellas de tequila sobrecalentadas empezaron a estallar entre las llamas)". Y en Naturaleza muerta con pájaro carpintero se ocupa a su vez del tequila, como “la bebida favorita de los delincuentes” a quienes suele traicionar, y lo define como “líquido geométrico de la pasión”, un “dios majadero que copula en el aire con las almas de las vírgenes moribundas” y también “agua salvaje de la hechicería”.

Relación que viene a coincidir  con la que por su parte establece el británico D. H. Lawrence en La serpiente emplumada, cuando describe: “... las caras verdaderamente terribles de algunos tipos de la ciudad, tumefactas a causa del veneno del tequila y con los ojos un poco vidriosos y como si mirasen a través de un velo de maldad. En ninguna parte había encontrado rostros en los que se pintase el mal con tanta claridad como los que se veían en México.”

Otro inglés, como lo era Lawrence, que se ocupó de México a lo largo de su obra -con una visión a menudo acerba-, fue Graham Greene, quien menciona al tequila en sus novelas El poder y la gloria y Caminos sin ley, además del relato El billete de lotería, las cuales revisaremos en otra ocasión.
 
Debo, por supuesto, mencionar los poemas Ponderación y signo del tequila, del colombiano Álvaro Mutis y Entre la piedra y la flor, de Octavio Paz, pero mejor he optado por  incluirlos completos en los próximos días, lo mismo que las referencias hechas por José Revueltas en sus novelas Los días terrenales y Los errores, por Martín Luis Guzmán en La sombra del caudillo, y Mariano Azuela en Los de abajo, así como unos párrafos del relato Jugando con bombas, del enigmático B. Traven.

Cómo olvidar que el perro del rancho en Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, se llamaba precisamente Tequila, y que los personajes gemelos de La zona del silencio, de Homero Aridjis, llevaban por nombre Mezcal y Tequila.
 
Jules Etienne

viernes, 15 de septiembre de 2023

Septiembre: Reflexiones sobre la Independencia en EL LABERINTO DE LA SOLEDAD, de Octavio Paz

"Con ese grito, que es de rigor gritar cada 15 de septiembre, aniversario de la Independencia..."

(Fragmentos)

IV: Los hijos de la Malinche

Toda la angustiosa tensión que nos habita se expresa en una frase que nos viene a la boca cuando la cólera, la alegría o el entusiasmo nos llevan a exaltar nuestra condición de mexicanos: ¡Viva México, hijos de la Chingada! Verdadero grito de guerra, cargado de una electricidad particular, esta frase es un reto y una afirmación, un disparo, dirigido contra un enemigo imaginario, y una explosión en el aire. Nuevamente, con cierta patética y plástica fatalidad, se presenta la imagen del cohete que sube al cielo, se dispersa en chispas y cae oscuramente. O la del aullido en que terminan nuestras canciones, y que posee la misma ambigua resonancia: alegría rencorosa, desgarrada afirmación que se abre el pecho y se consume a sí misma.
 
Con ese grito, que es de rigor gritar cada 15 de septiembre, aniversario de la Indepen- dencia, nos afirmamos y afirmamos a nuestra patria, frente, contra y a pesar de los demás. ¿Y quiénes son los demás? Los demás son los "hijos de la chingada", los extranjeros, los malos mexicanos, nuestros enemigos, nuestros rivales. En todo caso, los "otros". Esto es, todos aquellos que no son lo que nosotros somos. Y esos otros no se definen sino en cuanto hijos de una madre tan indeterminada y vaga como ellos mismos. 
 
VI. De la Independencia a la Revolución
 
La Independencia hispanoamericana, como la historia entera de nuestros pueblos, es un hecho ambiguo y de difícil interpretación porque, una vez más, las ideas enmasca- ran a la realidad en lugar de desnudarla o expresarla. Los grupos y clases que realizan la Independencia en Suramérica pertenecían a la aristocracia feudal nativa; eran los descendientes de los colonos españoles, colocados en situación de inferioridad frente a los peninsulares. La Metrópoli, empeñada en una política protec- cionista, por una parte impedía el libre comercio de las colonias y obstruía su desarrollo económico y social por medio de trabas administrativas y políticas; por la otra, cerraba el paso a los "criollos" que con toda justicia deseaban ingresar a los altos empleos y a la dirección del Estado. Así pues, la lucha por la Independencia tendía a liberar a los "criollos" de la momificada burocracia peninsular aunque, en realidad, no se proponía cambiar la estructura social de las colonias. Cierto, los programas y el lenguaje de los caudillos de la Independencia recuerdan al de los revolucionarios de la época. Eran sinceros, sin duda. Aquel lenguaje era "moderno", eco de los revolucionarios franceses y, sobre todo, de las ideas de la Independencia norteamericana. Pero en la América sajona esas ideas expresaban realmente a grupos que se proponían transformar el país conforme a una nueva filosofía política. Y aun más: con esos principios no intentaban cambiar un estado de cosas por otro sino, diferencia radical, crear una nueva nación. En efecto: los Estados Unidos son, en la historia del siglo XIX, una novedad mundial, una sociedad que crece y se extiende naturalmente. Entre nosotros, en cambio, una vez consumada la Indepen- dencia las clases dirigentes se consolidan como las herederas del viejo orden español. Rompen con España pero se muestran incapaces de crear una sociedad moderna. No podía ser de otro modo, ya que los grupos que encabezaron el movimiento de Independencia no constituían nuevas fuerzas sociales, sino la prolongación del sistema feudal. La novedad de las nuevas naciones hispanoame- ricanas es engañosa; en verdad se trata de sociedades en decadencia o en forzada inmovilidad, supervivencias y fragmentos de un todo deshecho. El Imperio español se dividió en una multitud de Repúblicas por obra de las oligarquías nativas, que en todos los casos favorecieron o impulsaron el proceso de desintegración. No debe olvidarse, además, la influencia determinante de muchos de los caudillos revolucio- narios. Algunos, más afortunados en esto que los conquistadores, su contrafigura histórica, lograron "alzarse con los reinos", como si se tratase de un botín medieval. La imagen del "dictador hispanoamericano" aparece ya, en embrión, en la del "libertador". Así, las nuevas Repúblicas fueron inventadas por necesidades políticas y militares del momento, no porque expresasen una real peculiaridad histórica. Los "rasgos nacionales" se fueron formando más tarde; en muchos casos, no son sino consecuencia de la prédica nacionalista de los gobiernos. Aún ahora, un siglo y medio después, nadie puede explicar satisfactoriamente en qué consisten las diferencias "nacionales" entre argentinos y uruguayos, peruanos y ecuatorianos, guatemaltecos y mexicanos. Nada tampoco -excepto la persistencia de las oligarquías locales, sostenidas por el imperialismo norteamericano- explica la existencia en Centroamé- rica y las Antillas de nueve repúblicas.
 
No es esto todo. Cada una de las nuevas naciones tuvo, al otro día de la Indepen- dencia, una constitución más o menos (casi siempre menos que más) liberal y democrática. En Europa y en los Estados Unidos esas leyes correspondían a una realidad histórica: eran la expresión del ascenso de la burguesía, la consecuencia de la revolución industrial y de la destrucción del antiguo régimen. En Hispanoamérica sólo servían para vestir a la moderna las supervivencias del sistema colonial. La ideología liberal y democrática, lejos de expresar nuestra situación histórica concreta, la ocultaba. La mentira política se instaló en nuestros pueblos casi constitucional- mente. El daño moral ha sido incalculable y alcanza a zonas muy profundas de nuestro ser. Nos movemos en la mentira con naturalidad. Durante más de cien años hemos sufrido regímenes de fuerza, al servicio de las oligarquías feudales, pero que utilizan el lenguaje de la libertad. Esta situación se ha prolongado hasta nuestros días. De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma. Éste parece ser el sentido de los actuales movi- mientos latinoamericanos, cuyo objetivo común consiste en realizar de una vez por todas la Independencia. O sea: transformar nuestros países en sociedades realmente modernas y no en meras fachadas para demagogos y turistas. En esta lucha nuestros pueblos no sólo se enfrentan a la vieja herencia española (la Iglesia, el ejército y la oligarquía), sino al Dictador, al Jefe con la boca henchida de fórmulas legales y patrióticas, ahora aliado a un poder muy distinto al viejo imperialis- mo hispano: los grandes intereses del capitalismo extranjero.
  
Octavio Paz (México, 1914-1998)
Obtuvo el premio Nobel en 1990.

jueves, 14 de septiembre de 2023

Septiembre: LOS PASOS DE LÓPEZ (LOS CONSPIRADORES)*, de Jorge Ibargüengoitia

"Es urgente redactar y firmar al acta de declaración de independencia."

(Fragmento del capítulo 20)

Diego, que estaba muy bien vestido, de negro, salió del calabozo y Periñón le dio un abrazo. Diego lloró de emoción. Después, cuando fue mi turno abrazarlo, me dijo:

- No te imaginas los sufrimientos que hemos pasado.

Después fuimos por Carmen, que estaba reclusa en el convento de Santa Renegada, de las monjas cordelarias, que está en la orilla del pueblo. Periñón quiso que fuéramos en el coche adornado él, Diego, Ontananza y yo. Nos siguió un gentío. En el patio del convento nos esperaba toda la congregación. Cuando entramos, se hincaron, la monja superiora fue a besar la mano a Periñón y por más que éste quería que las monjas se levantaran no lo hicieron hasta que les dio a todas la bendición. Después nos condujeron a la celda donde estaba encerrada Carmen -era la más amplia del convento-. Ella estaba tan bella como la primera vez que la vi: muy bien peinada, muy bien vestida, con la mirada fulgurante. La superiora abrió la puerta y entramos. Carmen, emocionada, nos abrazó estrechamente primero a Ontananza, después a mí, en tercer lugar a Periñón y por último a su marido.

- Bendito sea Dios porque estás vivo -dijo cuando me abrazó.

Cuando salimos con Carmen a la calle estalló el griterío. En la emoción de aquella tarde, la gente desunció los caballos y arrastró el coche hasta la corregiduría. A pesar de la ausencia de los señores, la casa de los Aquino estaba en orden: un criado nos abrió la puerta, el perrito estaba ladrando en la escalera, etc. Cuando entramos en la sala, Carmen nos anunció:

- Lamento no poder ofrecerles nada, pero el marqués de la Hedionda cargó con todas sus botellas.

Diego hizo entrar a todos los de la Junta y dijo:

- Es urgente redactar y firmar el acta de declaración de la independencia.

Periñón, Ontananza y yo cambiamos una mirada pero no dijimos nada. En consecuencia, Diego dictó el acta y el joven Manrique escribió, mientras los demás platicábamos. Cuando el documento estuvo terminado, Diego lo leyó en voz alta. Periñón interrumpió una vez la lectura:

- Tienes un error importante, Diego: la independencia la declaré yo el quince de septiembre, no vas a declararla tú hoy. Sin oponer resistencia, Diego hizo la corrección, Periñón firmó al pie de la hoja y los demás firmamos después. Al fin de la ceremonia, Diego dijo:

- Ahora, yo delego la autoridad real que tengo en la Junta, para que la Junta pueda proceder a hacer nombramientos. Entonces Periñón intervino.

- Yo creo, Diego, que es mejor hacer la cosa de otra manera: yo soy el jefe del Ejército Libertador, la ciudad está en nuestro poder. Entonces, basando mi autoridad en esta premisa, te nombro a ti corregidor de Cañada. Espero que sigas administrándola tan bien como lo has hecho hasta ahora.

Diego aceptó el cargo sin titubear. Al día siguiente, en la mañana, nos pusimos en marcha.


Jorge Ibargüengoitia (Méxicano fallecido en España, 1928-1983).

* La novela fue publicada originalmente en España por editorial Argos Vergara en 1981 con el título de Los conspiradores. Más tarde apareció en México, publicada primero por editorial Océano y posteriormente por Joaquín Mortiz como Los pasos de López. 

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Septiembre: LA REGIÓN MÁS TRANSPARENTE, de Carlos Fuentes

"La mujer se sentó y vació la jarra de chocolate perfumado dentro de una taza de barro tosco."

(
Fragmentos)

Mercedes Zamacona

Ya se había apagado el cielo. Un escuadrón de caballería que regresaba del desfile del 16 de septiembre rompió, con sus cascos cansados, el silencio de la plaza. Mercedes se puso de pie y cerró la ventana. Nuevamente los pasos de la criada corrían por su sendero habitual a anunciarle la cena. Como una lámina de lutos incomprendidos, Mercedes caminó en la oscuridad. Sus espaldas rígidas cargaban sólo aquellos instantes de revelación y amor y orgullo y redención. Después no había sucedido nada. Manuel Zamacona no había muerto estúpidamente en una cantina de Guerrero, la noche anterior. Federico Robles no había desencadenado su poder en la muerte antes de volver a encontrar la verdad ofrecida, en la semilla inicial, por Mercedes. La mujer se sentó y vació la jarra de chocolate perfumado dentro de una taza de barro tosco.

El águila reptante

No buscaba nada, no preveía nada en su caminata fría y ciega; el somero esqueleto gris de la ciudad apenas lograba rasgar su vista mientras caminaba, sin lentitud y sin prisa, acarreado por sus ojos antiguos, entre los residuos de la fiesta del Grito; los grupos de mariachis desvelados, de borrachines simpáticos, de mujeres que hacían cola frente a las lecherías de barrio.

Carlos Fuentes (Mexicano nacido en Panamá, 1928-2012).

viernes, 21 de septiembre de 2018

Equinoccio: UN DRAMA EN MÉXICO, de Jules Verne

"... del fuerte de San Diego. Este último, provisto de treinta piezas de artillería, dominaba toda la rada..."
 
(Fragmento)

En esta época, Acapulco estaba protegido por tres bastiones que la flanqueaban por la derecha, mientras que la bocana del puerto estaba defendida por una batería de siete cañones que podía, si era preciso, cruzar sus fuegos en ángulo recto con los del fuerte de San Diego. Este último, provisto de treinta piezas de artillería, dominaba toda la rada y podía hundir, con toda certeza, cualquier navío que intentara forzar la entrada del puerto.
 
La ciudad no tenía, pues, nada que temer; no obstante, tres meses después de los acontecimientos arriba descritos, fue sobrecogida por un pánico general.
 
En efecto, se había indicado la presencia de un navío en alta mar. Sumamente inquietos por las intenciones de la embarcación sospechosa, los habitantes de Acapulco se sentían poco seguros. La causa era que la nueva Confederación aún temía, y no sin razón, la vuelta de la dominación española; porque, a pesar de los tratados de comercio firmados con Gran Bretaña y por más que hubiera llegado ya de Londres un embajador que había reconocido a la nueva República, el gobierno mexicano no tenía ni un solo navío que protegiera sus costas.
 
Quien quiera que fuese, el barco no podría pertenecer más que a un osado aventurero, y los vientos del nordeste que tan furiosamente soplan en estos parajes desde el equinoccio de otoño a la primavera, iban a someter a dura prueba sus relingas. Por eso los habitantes de Acapulco no sabían qué pensar, y se preparaban, por si acaso, a rechazar un desembarco extranjero, cuando el tan temido navío ¡desplegó en lo alto del mástil la bandera de la independencia mexicana!
 
Llegado casi al alcance de los cañones del puerto, la Constancia, cuyo nombre se podía distinguir claramente en el espejo de popa, fondeó repentinamente. Se plegaron las velas en las vergas y desabordó una chalupa que poco después atracaba en el muelle.
 
Tan pronto como desembarcó, el teniente Martínez se dirigió a la casa del gobernador y le puso al corriente de las circunstancias que hasta él le traían. Este aprobó la determinación del teniente de dirigirse a México para obtener del general Guadalupe Victoria, presidente de la Confederación, la ratificación del trato. Apenas fue conocida esta noticia en la ciudad, estallaron los transportes de alegría. Toda la población acudió a admirar el primer navío de la marina mexicana, y vio en su posesión, junto con una prueba de la indisciplina española, el medio de oponerse más radicalmente aún a cualquier nueva tentativa de sus antiguos dueños.

 
Jules Verne (Francia, 1828-1905).
 
La ilustración corresponde a la entrada al fuerte de San Diego, en Acapulco.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Carlos Fuentes y la conmemoración de la Independencia


 
"También el Día del Grito de Dolores hay muertos, ¿sabes?..."
Carlos Fuentes en Cristóbal Nonato 

Todavía en plena guerra de independencia, en 1812, se celebró por primera vez el grito de Dolores, en Huichapan. Lo consignó Ignacio López Rayón en su diario de operaciones militares: "Día 16, con una descarga de artillería y vuelta general de esquilas, comienza a solemnizarse en el alba de este día el glorioso recuerdo del grito de libertad dado hace dos años en la congregación de Dolores, por los ilustres héroes y señores serenísimos Hidalgo y Allende." Al año siguiente, José María Morelos y Pavón, en sus Sentimientos de la Nación, estableció la necesidad de conmemorar anualmente esa fecha. El primero de marzo de 1822, el Congreso Constituyente declaró fiesta nacional el 16 de septiembre, señala Luis Tinajero Portes en su obra Días conmemorativos en la historia de México.

La literatura mexicana ha sido bastante más generosa con la revolución que con el llamado grito de Independencia. Carlos Fuentes siempre se manifestó apasionado por la historia de México y es frecuente encontrar a lo largo de su obra diversas alusiones de los episodios históricos. En su obra Tiempo mexicano emprende varias reflexiones:
 
"El clamoroso silencio de Sor Juana Inés de la Cruz significó una mutilación del tiempo que habría de pagarse con una independencia (de España) que no aseguró nuestra independencia ni del pasado indígena entonces desconocido o despreciado, ni del presente moderno que llenó el vacío de la mutilación hispánica con multiplicadas dependencias en los órdenes político, cultural y económico. Las promesas de la modernidad mexicana en el siglo XIX -el liberalismo y el positivismo- se cumplieron a expensas de los lazos comunitarios del derecho, de la dignidad y de la cultura de la población campesina e indígena del país." Para reconocer que: "La Independencia se propuso recuperar el tiempo perdido, digerir en unos cuantos años la experiencia europea a partir del Renacimiento, asemejarnos cuando antes a los modelos deslumbrantes del progreso: Francia, Inglaterra, los Estados Unidos. Pero -y éste es un inmenso pero- esta opción nos condujo a una nueva esquizofrenia." Lo que le conduce a la siguiente conclusión: "Al independizarnos de España, pretendimos disfrazar el progreso de utopía."
 
A su extensa novela urbana La región más transparente corresponde este párrafo en que hace referencia a la parada militar:

"Ya se había apagado el cielo. Un escuadrón de caballería que regresaba del desfile del 16 de septiembre rompió, con sus cascos cansados, el silencio de la plaza. Mercedes se puso de pie y cerró la ventana. Nuevamente los pasos de la criada corrían por su sendero habitual a anunciarle la cena. Como una lámina de lutos incomprendidos, Mercedes caminó en la oscuridad. Sus espaldas rígidas cargaban sólo aquellos instantes de revelación y amor y orgullo y redención. Después no había sucedido nada. Manuel Zamacona no había muerto estúpidamente en una cantina de Guerrero, la noche anterior. Federico Robles no había desencadenado su poder en la muerte antes de volver a encontrar la verdad ofrecida, en la semilla inicial, por Mercedes. La mujer se sentó y vació la jarra de chocolate perfumado dentro de una taza de barro tosco."
 
Y en el capítulo inmediatamente posterior, El águila reptante, retoma el festejo en su primer párrafo:
 
"No buscaba nada, no preveía nada en su caminata fría y ciega; el somero esqueleto gris de la ciudad apenas lograba rasgar su vista mientras caminaba, sin lentitud y sin prisa, acarreado por sus ojos antiguos, entre los residuos de la fiesta del Grito; los grupos de mariachis desvelados, de borrachines simpáticos, de mujeres que hacían cola frente a las lecherías de barrio..."

También en el relato El hijo de Andrés Aparicio -dedicado, por cierto, a la memoria de Pablo Neruda-, que forma parte del volumen Agua Quemada, se puede leer:

"Al principio hicieron lo que todas las parejas jóvenes y pobres. Vieron las cosas gratis como los paseos de charros en Chapultepec los domingos y los desfiles que se sucedieron durante el primer mes de sus amores, primero el desfile patriótico del día de la Independencia en septiembre..."

Más reciente es la mención que aparece en su novela La silla del águila, en la carta que Xavier Zaragoza Séneca, le escribe al presidente Lorenzo Terán:

 "No basta, señor Presidente. Hace falta algo. ¿Y sabe lo que hace falta? Falta usted. Falta que la gente lo vea a usted. Se está usted convirtiendo, como tantos de sus antecesores, en el gran solitario del Palacio, el fantasma que ocupa la Silla del Águila. Reaccione, se lo ruego. Aún es tiempo. No dé la impresión de que es el juguete de fuerzas incontrolables. Deje de mirar al horizonte como un iluminado en fechas de fasto –Grito de Independencia, Mensaje de Año Nuevo, Cinco de Mayo–. Mire a la cara de la gente, déjese mirar por la gente, pero que lo vean actuar, a usted, no a sus achichincles. Que su voz, señor Presidente, llene la plaza y llegue a cada rincón del país. La política vive en el espacio hasta donde llega la voz del Presidente. ¿Ha probado usted los límites de su voz? ¿Ha medido las fronteras entre la acción y la inacción? Un Presidente debe existir para los ciudadanos. Si no lo hace, le retiran el homenaje esperado. El alabado Dios de un día puede ser el execrado demonio de la siguiente jornada."

Jules Etienne

sábado, 14 de septiembre de 2013

1. Guillén de Lampart


Ahora con motivo de los tradicionales festejos del inicio de la guerra de independencia de la Nueva España -que en realidad se obtuvo hasta 1821-, entre los personajes que se han mencionado en diversas crónicas se cuenta uno de sus precursores en el siglo XVII: William Lamport, mejor conocido como Guillén de Lampart, considerado por algunos como el primer independentista de México. Originario de Irlanda, al igual que John Riley, quien encabezara al batallón de San Patricio en la guerra contra la invasión estadounidense, Guillén de Lampart era un personaje con dimensiones míticas de quien se dice que en su juventud fue pirata, después estudió con los jesuitas en España para más tarde convertirse en capitán de la Armada española, bajo la protección del duque de Olivares. Si todo eso no fuera suficiente para conferirle a su vida el carácter de novelesca, cuando lo enviaron a la Nueva España, falsificó documentos para hacerse pasar por hijo natural de Felipe III y así aspirar a la posición del virrey y poder coronarse rey del Anáhuac, de manera que le permitiera liberar a los indígenas, negros y mestizos de su condición de esclavitud, ya que consideraba que el territorio de la Nueva España no era una posesión legítima de la corona española. Descubierto y acusado por la Santa Inquisición, como se estilaba en aquella época, fue sentenciado a morir en la hoguera y, tras su fuga y recaptura, fue ejecutado en 1659. Se dice que no pudieron quemarlo vivo ya que logró estrangularse utilizando la soga con que lo habían atado. Por otra parte, también se ha difundido la versión de que era un mujeriego irredento y entre las mujeres que sedujo se encontraba doña Antonia Turcio, la esposa del entonces virrey Lope Diez de Armendáriz, y en cierta ocasión fue sorprendido en su alcoba. Motivo más que suficiente para ser condenado por los santos inquisidores. En sus tiempos de oropel en la corte española, en 1620, Rubens, el famoso pintor flamenco, hizo un retrato suyo que actualmente se conserva en el museo de arte Timken, de San Diego.
 
El escritor mexicano Guillermo Samperio se propuso reivindicar su figura destacando su importancia como uno de los precursores de la identidad nacional. Asegura que si bien se le ha encasillado en el terreno de los mitos, con una vida de aventuras que le valiera el apelativo de El Zorro, fueron sus anhelos de liberación y justicia para los habitantes de la Nueva España, la proximidad con los indios y su postura rebelde frente a la iglesia, lo que le llevaría al encierro y la tortura, hasta su ejecución final.
 
Dos obras contemporáneas que se ocupan del pintoresco y legendario personaje son: El Laberinto de la Mentira, de Javier Meza González; y El Mito del Zorro y la Inquisición en México. La Aventura de Guillén Lombardo, del italiano Fabio Troncarreli. En la columna de la Independencia, por órdenes de Porfirio Díaz, se incluyó una escultura de Enrique Alciati en su honor, con motivo de los festejos del primer centenario.

Jules Etienne


La ilustración corresponde al Retrato de un Joven Capitán (1620), de Peter Paul Rubens.

2. Prólogo de Vicente Riva Palacio


Es posible obtener una idea mejor documentada sobre Guillén de Lampart a través de la lectura del prólogo de la novela Memorias de un Impostor, D. Guillén de Lampart, Rey de México, que escribió Vicente Riva Palacio en el siglo XIX y fue publicada por Manuel de Villegas en 1879:

"Era yo niño, y estudiaba Filosofía en el Colegio de San Gregorio, cuando uno de mis compañeros, poco más o menos de mi edad, me contó que muchos años antes de que el cura Hidalgo hubiera proclamado la independencia de México, un hombre, de nacion (sic) irlandés, había pretendido alzarse como rey de Anáhuac, libertando a México de la dominación española; pero que la conspiración había sido descubierta, y el irlandés había muerto a manos de la justicia."

Más adelante, en las páginas VI y VII del mismo exordio, prosigue el autor: "Buscaba yo no sé qué, porque yo mismo no me lo explico nunca, algo de nuevo, algo de maravilloso, sin conocer las cosas más comunes, y expuesto como el astrónomo que por mirar al cielo cayó a un pozo, cuando encontré un muy voluminoso proceso seguido contra D. Guillén de Lampart, por astrólogo, sedicioso, hereje, etc., etc. Devoré sus páginas con ansiedad, porque aquella era la historia que yo buscaba hacía tanto tiempo: aquel era el irlandés que había querido hacer independiente a la Nueva-España; y por una providencia especial, yo, que quizá era el único que pensaba en esa historia sin encontrarla, la encontré impensadamente y sin buscarla."

Después procede a describir al personaje, que será el protagonista de su novela: "D. Guillén de Lampart era un hombre de profundos y vastos conocimientos, de una inteligencia clarísima y de una audacia poco común. Existen en su proceso composiciones suyas en prosa y verso, escritas en francés, en inglés, en alemán, en español, en latín y en italiano, y en ellas una multitud de citas en griego, escritas por él dentro de la prisión, en donde no puede ni suponerse que las hubiera podido copiar. Poseía grandes conocimientos en derecho, en teología y en todas las ciencias naturales. Por eso no se admirarán los lectores si le pinto como un sabio en el discurso de mi novela."

Riva Palacio compara la evasión de Lampart y sus circunstancias como dignas de las que cuentan los novelistas franceses, y justifica su mención de la Santa Inquisición explicando que el novelista o historiador no podía dar paso sin toparse con el Santo Tribunal, "que todo lo abarcaba y todo lo invadía".

Concluye su prólogo preguntándose: "¿Cómo teniendo datos auténticos e interesantes sobre un tan curioso hecho histórico, escribo una novela y no un libro serio?". A lo que él mismo se responde que para evitar el escollo del fastidio.

Jules Etienne

La ilustración corresponde a una fotografía de la estatua de Guillén de Lampart
que se encuentra dentro del mausoleo en la Columna de la Independencia.


Este es un vínculo a la lectura del artículo El héroe que México creó... ¡para ocultarlo!, de Gerardo de la Concha:

3. Memorias de un Impostor


La novela de Vicente Riva Palacio se encuentra dividida en cuatro libros, que es como se estilaba en aquella época: Los Misterios de Urania, El Dedo del Diablo, Diez y siete años en la Inquisición y Expiación. Incluye además un Apéndice, Sentencia y Ejecución de Don Guillén de Lampart, copiadas del proceso original, en que se le acusaba de: "sortilegio, adivino, supersticioso con pacto con el demonio, maquinista, embustero, falsario, blasfemo, sacrílego, tumultuante, sedicioso, cismático, dogmatista, alumbrado, fautor, y defensor de herejes judíos, escandaloso y gravísimamente contumalioso, Al Santo Oficio de la Inquisición, libelante famoso, hereje secuaz, de los mayores heresiarcas que se han levantado contra la iglesia católica..." Y también de "haber sido y ser hereje, apóstata, sectario, de las sectas y herejías de los malditos herejes Calvino, Pelagio, Juan Hus, V. Viclefo, y Lutero, y de los alumbrados y otros heresiarcas, dogmatista inventor de otras nuevas herejías..." (Páginas 592 a la 596).

El argumento mejor estructurado sobre los rasgos independentistas del personaje, queda plasmado en las palabras del conde de Rojas, cuando le confiere al protagonista el carácter del caudillo que habían estado esperando: "El amor a la ciencia nos reunió; pero la ciencia es la luz, y la luz es la libertad, y en la ciencia hemos visto la libertad, y la libertad comienza en la patria y no hay patria sin independencia." (Página 106) También en este capítulo XIII del primer libro se revelan los pensamientos que impulsan al grupo que habrá de encabezar Guillén, y se hace mención de Pitágoras, Arquímedes y Tolomeo, se declaran alumnos de Copérnico y explican algunas de sus teorías astronómicas, mencionando también el acoso a Galileo por parte de la iglesia y los temores de Descartes debidos a su Tratado del Mundo. Capítulo clave para comprender porqué Guillén será más tarde condenado por la Inquisición.

En el cuarto capítulo del libro tercero, cuando comparece ante el tribunal de la Santa Inquisición, describe el autor los orígenes del personaje: "Nací en Irlanda en un lugar que vosotros conoceis y llamais por Wesfordia, en donde mi familia materna tenía muy grandes posesiones." (Página 381)

Riva Palacio emprende más adelante una reflexión de las contradicciones inquisitoriales: "La grande prueba de esto es, que desde que se extinguió la Inquisición, apenas entre la gente muy ruda del campo se oye hablar ya de brujas. Ahora ya nadie cree en ellas. Antes creían en ellas los católicos, porque suponían, que si la Inquisición quemaba brujas, era porque las tales brujas existían. La religión católica prohibe creer en brujas. Y los inquisidores católicos, sin embargo, castigaron a muchísimas mujeres por brujas." (Página 511)

"... los muros de las cárceles del Santo Oficio eran como las paredes de un sepulcro. La soledad, el silencio, el aislamiento, la muerte en medio de la vida, la sombra en mitad de la luz, la noche más negra rodeada del día más claro dentro de aquel terrible edificio; la desesperación, el tormento, la agonía lenta y horrorosa: fuera la ciudad con todo su bullicio, con su alegría, con su sol resplandeciente, con sus flores y sus galas." (Página 359)

Estas son algunas frases destacadas de la novela, o por decirlo a la manera de Ricardo Garibay, sus paraderos literarios:

"Tienen razón los enamorados cuando reconcentran el mundo en su amor: pensando siempre el uno en el otro, están siempre aplaudiéndose mutuamente, y siempre contentos de sí mismos. Estos son los seres menos ofensivos. Serán quizá locos; pero es una locura mucho mejor que la de la guerra." (Página 394)

"La imaginación es el más cruel de los verdugos para los desgraciados."  (Página 425)

"Si fuese posible morir con lo que se ama, la muerte sería en verdad apetecible." (Página 427)

"El mundo es un paraíso para los hombres egoístas y sin corazón." (Página 506)

Finalmente, el carácter seductor del personaje queda expuesto en un párrafo del capítulo final del segundo libro, Un plan infernal: "- ¡Don Guillén de Lampar! -dijo:- tú has engañado a Clara jurándole amor; tú has engañado a Doña Carmen mintiéndole pasión; tú has engañado a Doña Juana haciéndote amar hasta el delirio; tú me has engañado a mí arrojándome al crimen: te perdonaría la pérdida de mi felicidad y de mi honra, pero no te perdono el engaño: hubiera sacrificado, contenta por tí, la salud de mi alma; pero no te perdono tu falsedad." (Páginas 354 y 355)

El diario español El País publicó en el año 2005, un artículo de Jordi Soler bajo el título de Los Orígenes del Zorro, en el que se establece la relación entre esta novela de Riva Palacio y La Maldición de Capistrano, escrita por Johnston McCulley en 1919, quien se apropió de varias de sus ideas y que a su vez serviría de inspiración a la película muda La Marca del Zorro, con Douglas Fairbanks. Por eso es que se considera a Guillén de Lampart, el auténtico personaje histórico que sirvió de inspiración a la extensa mitología fílmica del Zorro.

Jules Etienne

La ilustración superior es la misma que se utilizó como portada en una antigua edición de la novela y la inferior es la portada en inglés de La maldición de Capistrano.


Es posible descargar la versión íntegra en PDF de la novela solicitando en el buscador de Google: http://books.google.com.mx/, el título Memorias de un Impostor


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