Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

sábado, 31 de agosto de 2019

Tu boca: FRAGMENTOS DE TRES POEMAS, de Víctor Domingo Silva

"¡Para que luzcan en tu frente flores ha de resucitar la Primavera!"

Acción de gracias
(estrofas iniciales)

A ti, mujer, que me amaste
un minuto de tu Vida,
cuando a mi alero llegaste
como una alondra perdida;
 
y a ti, amable vendedora
de besos, que no quisiste
con tu boca pecadora
beber de mi vino triste;
 
y a ti, musa de mi infancia
que siento en mi alma vibrar
con la dulce resonancia
de una campana escolar;
 
y a ti, hermosa, a quien un día
con muda sorpresa oí
decir una poesía
escrita antaño por mí;
 
El beso
(estrofas finales)
 
Mustio, vencido,
sin voluntad, sin voz, heme a tu lado.
Los años que he vivido
son como abismos por donde he rodado,
¡Necesito de tí! Calor de nido,
paz de virtud es lo que tienes, y eso
lo que mi corazón desconsolado
busca en tu boca: ¡olvido!
 
¡Un beso! Cede al ímpetu inconfeso
de la pasión... ¡Un beso! Yo lo pido,
a tu ternura.... ¡un beso!
¡Un beso! Dame un beso.
Vuelca tu corazón, déjalo impreso
sobre mi boca torva y recogida,
¡Dame tu corazón! Dámelo, y dame
con él tu amor; y con tu amor, la vida...
 
Que se derrame
tu juventud sobre mi frente, en flores;
que de tu boca fluya
tu juventud sobre mi angustia... y luego
de la suprema confesión «¡soy tuya!»
váyanse consumiendo mis dolores
como en una vorágine de fuego...
 
¡Un beso! ¡Dame un beso!
Gesto de gloria en actitud de gracia;
signo que sella el íntimo embeleso
de dos almas; hoguera
que va alumbrando nuestros pasos, hacia
la eternidad de amor que nos espera…
 
La última serenata
(fragmento)
 
iQué bien así! Los éxtasis, el ansia,
las eclosiones bruscas del delirio...
¡Qué bien así se cimbra tu elegancia!
|Qué bien así para esparcir fragancia
abre tu boca su botón de lirio!
 
¡Ven! Porque no nos turben sus dolores,
ya le dije al Invierno que se fuera...
¡Ven! Acércate. Bésame. No llores...
¡Para que luzcan en tu frente flores
ha de resucitar la Primavera!
 
 
Víctor Domingo Silva (Chile, 1882-1960).

viernes, 30 de agosto de 2019

Tu boca: CRISTINA, HIJA DE LAVRANS, de Sigrid Undset

"... cuando hablas con tanta dulzura que parece que tu boca está llena de miel..."

(Fragmento de La cruz, capítulo 2: Los deudores)

Erlend la interrumpió bruscamente:

- Cristina, sabes de sobra que nunca he tardado en arrepentirme de mis pecados y he hecho penitencia lo mejor que he sabido. Es verdad que no soy un hombre devoto. He visto demasiadas cosas siendo niño y adolescente. Mi padre era muy amigo de los grandes señores del capítulo, que acudían a casa en tropel, como cerdos, así como Eiliv en la época en que era sacerdote, y Micer Sigvat Laude, y otros muchos; y sólo se oían gritos y disputas. Se mostraban duros y sin misericordia hacia su propio arzobispo. Lo mismo que los demás, carecían de espíritu pacífico y pureza de corazón, ellos, que todos los días tenían en sus manos lo más sagrado y elevaban a Dios en el pan y el vino.

- No debemos juzgar a los sacerdotes, decía siempre mi padre; tenemos la obligación de inclinarnos ante su ministerio sagrado y obedecerles; el hombre que hay en ellos puede ser juzgado solamente por Dios Todopoderoso.

- Sí -Erlend tardó en contestar-. Ya sé que decía esas mismas palabras. Sé además que tú eres más devota que yo. No obstante, Cristina, me cuesta creer que sea una buena interpretación de la palabra divina el guardar rencor y no olvidar nada. También Lavrans era rencoroso. Y no voy a decir que tu padre no fuera devoto, noble y bueno, como lo eres tú también, Cristina, lo sé. Pero a veces, cuando hablas con tanta dulzura que parece que tu boca está llena de miel, tengo miedo de que estés pensando en los agravios que se te han hecho, y Dios juzgará si eres tan devota y buena en el fondo de tu corazón como en tus palabras.


Sigrid Undset (Noruega nacida en Dinamarca, 1882-1949).
Obtuvo el premio Nobel en 1928.

(Traducido al español por Rosa S. de Naveira).

jueves, 29 de agosto de 2019

Tu boca: EL ESTÍO, de Juan Ramón Jiménez

"... tu boca en mi boca me sembró el rosal..."
 
LXX

En aquel beso, tu boca
en mi boca me sembró
el rosal cuyas raíces
se comen el corazón.

- Era otoño. El cielo inmenso
arrancaba, con su sol,
todo el oro de la vida
en columnas de esplendor. -

Estío, seco, ha venido.
El rosal -¡todo pasó!-
ha abierto, tardo, en mis ojos
dos capullos de dolor.
 
 
Juan Ramón Jiménez (España, 1881-1958). Obtuvo el premio Nobel en 1956.

miércoles, 28 de agosto de 2019

Tu boca: UN HOMBRE ACABADO, de Giovanni Papini

"... todo es luz, todo se muestra, todo es límpido y armonioso como el agua de un hermoso río."
 
(Fragmento)
 
Pero sólo vienen al genio, o a mí mismo, esas horas maravillosas en las que Dios habla por tu boca, en las que todo es luz, todo se muestra, todo es límpido y armonioso como el agua de un hermoso río. Aquellas horas en que el alma se convierte en fuego, como el fuego, se trueca en aire, como el aire, se cambia en amor, como el amor. Aquellas horas en que, por una misteriosa locura, todo es posible y todo es sagrado, y ya no sabes decir cuál es el mundo y cuál es tu alma.
 
 
Giovanni Papini (Italia, 1881-1956).

martes, 27 de agosto de 2019

Tu boca: EL SALMO DEL MISTERIO, de Tudor Arghezi

"Tú que escuchas, sacándote del pecho parte de tu vestido, que con el fuego de tu boca besas..."

Oh, tú, la de otro tiempo
perdido en los caminos de la tierra!
Quién ha puesto tu frente sobre mi alma
tomando en ella el sitio de la madre?
Mujer en mí esparcida
como está la fragancia en una selva
porque tu nombre se escribió en el sueño
a golpe de hacha se grabó en mí mismo,
Tú amarraste mi vida a la canción
e hiciste que mis brazos la buscaran
en tus manos y sobre tus mejillas.
 
Como si hubieras sido un brazalete
ceñida te llevé a mi pensamiento
cuando aspiré a mecer entre mis brazos
al hijo de los hombres.
Rosa pura, te obstinas en mi cruz
con clavos de diamante
y en cualquier movimiento
pierdes por cada pétalo una estrella.
Imán de mis deseos,
oh, tú fuente de sed encarnizada,
tierra de los rebaños,
tierra de las cosechas y las sombras.
 
Cambiaste mi sendero,
lo convertiste en olas sobre el mar
que se lleva mi proa solitaria
de un abismo a otro abismo.
Mis riberas se agrandan en la noche,
en las olas crecientes,
con tu consentimiento
se movió la marea del dolor,
y dónde están tus manos
para que hagan volver
las vías de la luz al aire oscuro?
Y dónde están tus dedos
para que en mi corona
delaten las espinas?
Y la cadera acostada en la hierba
que las plantas enlazan
y escuchan en tus senos el suspiro
del amor conquistado en la agonía?
 
Oh, tú, que cuando cruzas las praderas
haces estremecerse los follajes
y abrazas lo que encuentras
con una red caliente de frescura.
Tú que escuchas, sacándote del pecho
parte de tu vestido
que con el fuego de tu boca besas
y tomas con tus manos suavemente
el desierto del tiempo atravesado
por halcones, arenas y cenizas,
a los que el viento entrega
una apariencia que no tiene rostro?
 
Vas extraviada del mundo y su camino
como flecha sin rumbo
y se hizo tu belleza
sólo para engañarme,
Pero, por qué no fuiste vencedora
de aquel destino que acechó tu ser,
no. supiste crear en su camino
aquel odio que lo derribaría.
Levanta de la tierra tus orejas!
En esta hora nocturna te reclamo
para que escuches tú, la inolvidada,
mi maldición ardiente!


Tudor Arghezi (Rumania, 1880-1967).

(Traducido al español por Pablo Neruda).

lunes, 26 de agosto de 2019

Tu boca: LAS TRIBULACIONES DEL ESTUDIANTE TÖRLESS, de Robert Musil


(Fragmento)

- Bueno, dejemos eso. Quiero saber otra cosa de ti. Escucha, sé que has gastado mucho dinero en casa de Bozena, que te has pavoneado, te has jactado ante ella, has hecho gala de tu virilidad, ¿piensas que eres un hombre? ¿No sólo con tu boca y tu… sino con toda el alma? Pues mira, ya que alguien te pide una vez algo tan humillante y en el mismo momento sabes que eres demasiado cobarde para decirle "no", ¿no sientes como un desgarramiento en todo tu ser? ¿Un horror impreciso, como si se hubiera consumado en ti algo indecible?
 
- Dios mío, no te comprendo. No sé lo que quieres. No puedo decirte nada, absolutamente nada
 
- Entonces, presta atención. Ahora te mandaré que vuelvas a desnudarte.
 
Basini sonrió.
 
- Vamos, tiéndete en seguida en el suelo. No te rías. Te lo mando de veras, ¿me escuchas? Si no obedeces inmediatamente ya verás lo que te espera cuando regrese Reiting... Así, así está bien. ¿Ves? Ahora estás desnudo ante mí en el suelo. Y hasta tiemblas. ¿Tienes frío? Ahora podría escupirte en el cuerpo si se me antojara. Aplasta más la cabeza contra el suelo. ¿No te parece muy singular el polvo del suelo? ¿No es como un paisaje lleno de nubes y rocas grandes como casas? Podría pincharte con agujas. Allá, en el hueco donde está la lámpara, hay todavía algunas. ¿Ya las sientes en la piel?... Pero no quiero, no quiero hacerlo. Podría hacerte ladrar, como hace Beineberg, hacerte tragar el polvo como un cerdo. Podría hacerte mover..., ya sabes..., y tendrías que suspirar y decir: ...Oh, querida mamá...
 
Törless puso repentinamente término a sus ultrajes.
 
- Pero no quiero, no quiero hacerlo, ¿entiendes?
 
Basini lloraba.
 
- Me estás atormentando...
 
- Sí, te estoy atormentando. Pero, ¿qué me importa lo que te ocurra? Sólo quiero saber una cosa: ¿qué su-cede en ti si te meto todo esto como un cuchillo? ¿Qué pasa dentro de ti? ¿Se rompe algo? ¡Dime! ¿No se rompe algo de repente, como un cristal que, sin tener aún ninguna rajadura, se destroza de pronto en mil pedazos? La imagen de ti que me has pintado no se borra de un soplo; ¿no surge acaso otra en su lugar, como ocurre con las imágenes de la linterna mágica que salen de la oscuridad? ¿Es que no me comprendes? No puedo explicarte más... Tú mismo debes decírmelo...
 
Basini lloraba sin tregua. Se le agitaban los femeninos hombros y no cesaba de repetir:
 
- No sé, no sé lo que quieres. No puedo explicarte nada. Ocurrió en un instante. No podía haber sido de otra manera. Tú habrías hecho lo mismo que yo.
 
Törless permaneció callado. Agotado e inmóvil, se apoyaba en la pared y miraba fijamente ante sí, al vacío.
 

Robert Musil (Alemán nacido en Austria y fallecido en Suiza, 1880-1942).

domingo, 25 de agosto de 2019

Tu boca: OH PUERTAS DE TU CUERPO, de Guillaume Apollinaire

"Oh palabras tan dulces tan fuertes que cuando lo pienso me parece tocarlas y que se abra de nuevo la puerta de tu boca..."

Oh puertas de tu cuerpo
Son nueve y las he abierto todas
Oh puertas de tu cuerpo
Son nueve y para mí se han vuelto a cerrar todas


En la primera puerta
La Clara Razón ha muerto
Era ¿te acuerdas? el primer día en Niza
Tu ojo izquierdo así como una culebra se desliza
Hasta mi corazón
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta de tu mirada izquierda


En la segunda puerta
Ha muerto toda mi fuerza
Era ¿te acuerdas? en un albergue en Cagnes
Tu ojo derecho palpitaba como mi corazón
Tus párpados latían como en la brisa laten las flores
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta de tu mirada derecha


En la tercera puerta
Escucha latir la aorta
Y todas mis arterias hinchadas por tu sólo amor
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta de tu oído izquierdo


En la cuarta puerta
Me escoltan todas las primaveras
Y aguzando el oído se escucha del bonito bosque
Subir esta canción de amor y de los nidos
Tan triste para los soldados que están en la guerra
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta de tu oído derecho


En la quinta puerta
Es mi vida que te traigo
Era ¿te acuerdas? en el tren que volvía de Grasse
Y en la sombra muy cerca muy bajito
Tu boca me decía
Palabras de condenación tan perversas y tan tiernas
Que pregunto a mi alma herida
Cómo pude oírlas sin morir
Oh palabras tan dulces tan fuertes que cuando lo pienso me parece tocarlas
Y que se abra de nuevo la puerta de tu boca


En la sexta puerta
Tu gestación de putrefacción oh Guerra está abortando
He aquí todas las primaveras con sus flores
He aquí las catedrales con su incienso
He aquí tus axilas con su divino olor
Y tus cartas perfumadas que huelo
Durante horas
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta del lado izquierdo de tu nariz


En la séptima puerta
Oh perfumes del pasado que la corriente de aire se lleva
Los efluvios salinos daban a tus labios el sabor del mar
Olor marino olor de amor bajo nuestras ventanas se moría el mar
Y el olor de los naranjos te envolvía de amor
Mientras en mis brazos te acurrucabas
Quieta y callada
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta del lado derecho de tu nariz


En la octava puerta
Dos ángeles mofletudos cuidan de las rosas temblorosas que soportan
El cielo exquisito de tu cintura elástica
Y heme aquí armado con un látigo hecho con rayos de luna
Los amores coronados con jacinto llegan en tropel.
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta de tu alma


Con la novena puerta
Es preciso que salga el amor mismo
Vida de mi vida
Me junto contigo para la eternidad
Y por el amor perfecto y sin ira
Llegaremos a la pasión pura y perversa
Según lo que queramos
A todo saber a todo ver a todo oír
Yo me renuncié en el secreto profundo de tu amor
Oh puerta umbrosa oh puerta de coral vivo
Entre dos columnas de perfección
Y que se vuelva a abrir de nuevo la puerta que tus manos saben abrir tan bien



Guillaume Apollinaire: Wilhelm Albert Wlodzimierz Apolinary de Kostrowicki
(Francés nacido en Italia, 1880-1918).

(Traducido del francés por Claire Deloupy).

sábado, 24 de agosto de 2019

Tu boca: SU SONRISA (Anónimo árabe)


Cuando le pido clemencia, sonríe, con los ojos hacia abajo. ¿Qué puedo esperar de un amor tan temible? Ella conoce el poder de su sonrisa. ¿Cómo puedo ocultarle a ella que la amo?
 
Eres mi mundo, con colinas y jardines, con manantiales y cosechas. Me gustaría tener mil bocas. Ojalá nunca necesitara dormir. Sin embargo, ¿no soy el viajero que se duerme, todas las noches, bajo tonos fragantes? Eres mi mundo, con colinas y jardines, con manantiales y cosechas. Cuando tu aliento pasa por encima de mi cara, pienso en las brisas de Hedjáz, que han despegar innumerables rosas. Mis halcones pierden peso en sus perchas, mis caballos pierden el hábito de morder, el brillo de mis armas se ve empañado... ¡Qué importa! ¡Ya que el brillo de sus mejillas es como el corazón sangriento de las granadas, ya que su vientre es más flexible que las espaldas de mis mensajeros, y sus besos son siempre halcones insatisfechos! Acostado en las suaves colinas de tu cuerpo, bebo en la fuente de tu boca, abrazando mi cosecha.
 
(Quand je lui demande grâce, elle se contente de sourire, les yeux baissés. Que puis-jeattendre d’un amour si redoutable? Elle sait la puissance de son sourire. Comment lui cacher que je l’aime?
 
Tu es mon univers, avec des collines et des jardins, avec des sourceset des moissons. Je voudrais avoir mille bouches. Je voudrais n’avoir jamais besoin de sommeil. Pourtant, ne suis-je pas le voyageur qui s’endort, chaque soir, sous des ombrages parfumés? Tu es mon univers, avec des collines et des jardins, avec des sources et des moissons. Lorsque ton haleine passe sur mon visage, je pense aux brises du Hedjâz, qui ont effeuillé d’innombrables roses. Mes faucons maigrissent sur leurs perchoirs, mes chevaux perdent l’habitude du mors, l’éclat de mes armes se ternit... Qu’importe! puisque l’éclat de tes joues est pareil au cœur sanglant des grenades, puisque ton ventre est plus souple que le dos de mes coursiers, puisque tes baisers sont des faucons toujours inassouvis! Etendu sur les douces collines de ton corps, je bois à la source de ta bouche en étreignant mes moissons.)
 
 
Incluido en la antología de poesía árabe El jardín de las caricias,
traducciones al francés de Franz Toussaint (Francia, 1879-1955).

(Traducido del francés por Jules Etienne).

viernes, 23 de agosto de 2019

Tu boca: SONETO, de Efrén Rebolledo

"... se abaten tus cabellos en racimo de negros bucles..."

Saturados de bíblica fragancia
se abaten tus cabellos en racimo
de negros bucles, y con dulce mimo
en mi boca tu boca fuego escancia.

Se yerguen con indómita fragancia
tus senos que con lenta mano oprimo,
y tu cuerpo suave, blanco, opimo,
se refleja en las lunas de la estancia.

En la molicie de tu rico lecho,
quebrantando la horrible tiranía
del dolor y la muerte exulta el pecho,

y el fastidio letal y la sombría
desesperanza y el feroz despecho,
se funden en tu himen de ambrosía.
 
 
Efrén Rebolledo (Mexicano fallecido en Madrid, 1877-1929).
 
Este soneto forma parte del volumen que comprende una docena
reunidos con el título de Caro Victrix, publicado en 1916.

jueves, 22 de agosto de 2019

Tu boca: EL LOBO ESTEPARIO, de Hermann Hesse

"Una bailarina española voló a mis brazos: «Baila conmigo.» «No puede ser», dije, «voy al infierno...»"

(Fragmento)
 
Así sucedió que a eso de la una, desengañado y de mal talante, me escabullí hacia atrás al guardarropa, para ponerme el gabán y marcharme. Era una derrota, un retroceso al lobo estepario, y no sé si Armanda me lo perdonaría. Pero yo no podía hacer otra cosa. En el penoso camino a través de las apreturas hasta el guardarropa, había vuelto a mirar con cuidado a todas partes, por si veía a alguna de las amigas. En vano. Por fin estuve de pie ante el mostrador, el hombre cortés del otro lado alargaba ya la mano esperando mi número, yo busqué en el bolsillo del chaleco -¡el número no estaba allí ya!-. Diablo, no faltaba más que esto. Varias veces, durante mis tristes correrías por los salones, cuando estuve sentado ante el vino insulso, había metido la mano en el bolsillo, luchando con la resolución de volver a marcharme, y siempre había notado en su sitio la contraseña plana y redonda. Y ahora había desaparecido. Todo se me ponía mal.
 
- ¿Has perdido la contraseña? -me preguntó con voz chillona un pequeño diablo rojo y amarillo, a mi lado-. Ahí puedes quedarte con la mía, compañero -y me la alargó efectivamente-. Mientras yo la tomaba de un modo mecánico y le daba vueltas en los dedos, había desaparecido el ágil diablejo.
 
Pero cuando hube levantado hasta los ojos la redonda moneda de cartón, para ver el número, allí no había número alguno, sino unos garabatos de letra pequeña. Rogué al hombre del guardarropa que esperara, fui bajo la lámpara más próxima y leí. Allí decía, en minúsculas letras vacilantes, difíciles de leer, algo borrosas:

Esta noche, a partir de las cuatro, Teatro Mágico
-sólo para locos-.
La entrada cuesta la razón.
No para cualquiera. Armanda está en el infierno.

Como un polichinela cuyo alambre se le hubiera escapado de las manos por un momento al artista, vuelve a revivir tras una muerte corta y un estúpido letargo, toma parte de nuevo en el juego, bailotea y funciona otra vez; así yo también, llevado por el mágico alambre, volví a correr elástico, joven y afanoso al tumulto, del cual acababa de escaparme cansado, sin gana y viejo. Jamás ha tenido más prisa un pecador por llegar al infierno. Hace un instante me habían apretado los zapatos de charol, me había repugnado el aire perfumado y denso, me había aplanado el calor; ahora corría de prisa sobre mis pies alados, en el compás de onestep, por todos los salones, camino del infierno; sentía el aire lleno de encanto, fui mecido y llevado por el calor, por toda la música zumbona, por el vértigo de colores, por el perfume de los hombros de las mujeres, por la embriaguez de cientos de personas, por la risa, por el compás del baile, por el brillo de todos los ojos inflamados. Una bailarina española voló a mis brazos: «Baila conmigo.» «No puede ser», dije, «voy al infierno. Pero un beso de tu boca me lo llevo con gusto». La boca roja bajo el antifaz vino a mi encuentro, y sólo entonces, en el beso, reconocí a María. La apreté en mis brazos, como una fragante rosa de verano florecía su boca plena. Y luego bailamos, claro está, con los labios todavía juntos, y pasamos bailando cerca de Pablo, éste pendía enamorado de su tubo acústico que aullaba tiernamente; absorta y radiante, nos acogió su hermosa mirada primitiva. Pero antes de que hubiésemos dado veinte pasos de baile, se interrumpió la música, con disgusto solté a María de mis manos.
 
- Me hubiese gustado bailar contigo otra vez -dije, embriagado por su calor-; sigue conmigo unos pasos, María; estoy enamorado de tu hermoso brazo; ¡déjamelo todavía un momento! Pero, mira, Armanda me ha llamado. Está en el infierno.

- Me lo figuré. Adiós, Harry; yo sigo queriéndote.

Se despidió. Era despedida, era otoño, era el destino que exhala el perfume de la rosa de verano tan plena y fragante.

 
Herman Hesse (Alemán nacionalizado suizo, 1877-1962).
Obtuvo el premio Nobel en 1946.

miércoles, 21 de agosto de 2019

Tu boca: LOS JARDINES DE AFRODITA, de Francisco Villaespesa

"El fuego de tus ojos al sacrilegio incita, y la eterna sonrisa de tu boca maldita..."

II

Te vi muerta en la luna de un espejo encantado.
Has sido en todos los tiempos Eva y Margarita.
En tu rostro florecen las rosas de Afrodita
y en tu seno las blancas magnolias del pecado.
Por ti mares de sangre los hombres han llorado.
El fuego de tus ojos al sacrilegio incita,
y la eterna sonrisa de tu boca maldita
de pálidos suicidas el infierno ha poblado.
¡Oh, encanto irresistible de la eterna Lujuria!
Tienes cuerpo de Ángel y corazón de Furia,
y el áspid, en tus besos su ponzoña destila...
Yo evoco mis amores en medio de mi pena...
¡Sansón, agonizante, se acuerda de Dalila,
y Cristo en el Calvario, recuerda a Magdalena!


Francisco Villaespesa (España, 1877-1936).

martes, 20 de agosto de 2019

Tu boca: MARAVILLA DE MUJER (relato en Smoke Bellew), de Jack London

"Cuando eres feliz, las comisuras de tu boca se mueven hacia arriba. Cuando piensas en algo triste, se caen."

(Fragmento)

Y Labiskwee: "Te observo. Hay problemas en tus ojos, en tu cara. Conozco toda tu cara. Hay una pequeña cicatriz en tu cuello, justo debajo de la oreja. Cuando eres feliz, las comisuras de tu boca se mueven hacia arriba. Cuando piensas en algo triste, se caen. Cuando sonríes hay tres y cuatro arrugas en las esquinas de tus ojos. Cuando te ríes hay seis. A veces casi he contado siete. Pero no puedo contarlas ahora. Nunca he leído libros. No sé como leer. Pero Cuatro Ojos me enseñó mucho. Mi gramática es buena. Él me enseñó. Y en sus propios ojos he visto el problema del hambre en el mundo. A menudo él estaba hambriento por el mundo. Sin embargo, aquí había buena carne, y pescado en abundancia, y las bayas y raíces, y luego llegaba harina a cambio de las pieles. Pero él tenía hambre por el mundo. ¿Es tan bueno el mundo que también tú estás hambrienta por él? Cuatro Ojos no tenía nada. Pero tú me tienes a mí." Ella suspiró y sacudió la cabeza. "Cuatro Ojos murió todavía hambriento por el mundo. Y si tú hubieras vivido siempre aquí, ¿también tendrías hambre por el mundo? Me temo que no conozco el mundo. ¿Quieres huir del mundo?

Smoke no podía hablar, aunque las comisuras de su boca estaban convencidas.


Jack London (Estados Unidos, 1876-1916).

lunes, 19 de agosto de 2019

Tu boca: VETE, de Max Jacob

"Si me amas (o te burlas o peor) que no sea por las tormentas ¡adivina que soy un mártir! Un muñeco en los naufragios."

Vete, oh mi querida curvatura del arcoíris
en el Estigio, mi prurito.
El amor de
Dios no tiene réplica y yo
sólo a Dios tengo en mi cenit.

Satanás se alimenta del veneno que quiere como su alimento.
Yo no tengo más que
a Dios en mi casa y para
Satanás las cáscaras.

La ausencia no es un descuido porque me importa mi desgracia.
Vete, ríe de mi desprecio como un cristiano cuando tiene miedo.

Sabes que la horrible planta con que nuestros brazos rodean los cuerpos como sillones, tu boca y la mía
quemando la planta desde el fondo de tus ojos.

Si me amas (o te burlas o peor) que no sea por las tormentas ¡adivina que soy un mártir! Un muñeco en los naufragios.

De aquel nombre nuevo te saludo si te temo más de lo que te amo si me he desacostumbrado de ti sin
Dios y el
Dilema.


Max Jacob (Francia, 1876-1944).