Balancándose y riendo a carcajadas, el padre y la madre se llevan la carreta con los figurantes. Roux acude para tomar, con retraso, la defensa de Marat.
Roux: ¡Pobre del ser excepcional que se atreve con todos los límites para forzarlos, para franquerlos! Por todas parte esos brutos, fieles a sus viejas tradiciones, obstacu- lizan su camino y lo cubren de injurias. Querías claridad y por eso escrutabas en la luz y en el fuego.
(Agitación al foro)
Querías averiguar el arte de domar la energía y estudiabas por eso la electricidad. Querías dilucidar las funciones del hombre y por eso intentaste saber lo que sería el alma.
(Algunos pacientes se adelantan y agrupan)
...el alma, o sea, ese grumo de vacuos ideales y moral incoherente; y tú pusiste el alma en el cerebro para que aprendiera a pensar, pues para ti el alma, ¿qué es sino una cosa práctica gracias a la cual podemos regular y dominar nuestra existencia? Y viniste a la Revolución porque te pareció que ante todo había que cambiar radical- mente este estado de cosas y que sin ese cambio ninguna empresa nuestra podría realizarse.
(Se levanta Coulmier. Las hermanas y los enfermeros se precipitan sobre Roux y lo arrastran hacia el foro. Sade está de pie, erguido, delante de su silla, y sonríe.
Carlota Corday duerme en su banco. Duperret está sentado en el suelo, delante de ella).
El coro (sobre fondo musical mientras las hermanas cantan una letanía):
Marat, ¿qué están haciendo con la revolución?
Lo que ocurre nos causa malísima impresión.
Nosotros somos pobres, no nos dan ocasión.
No esperes a mañana, dice nuestra canción.
(Fin de la música)
El pregonero (sacude su carraca):
Suspendamos ahora brevemente
esta acción cuyo fin es inminente.
Gocemos de un momento de respiro
cual si éste fuera un juego divertido;
cual si el fin que resuelve los problemas
pudiera retrasarse por las buenas.
Y pudiera ponerse a nuestro gusto
el desenlace en el momento justo.
(Breve silencio. Se adelanta a primer término. En voz más baja, confidencial)
Gocemos los que aquí tenemos suerte
sin olvidar durante el entreacto,
fumando un cigarrillo, que espera aquí la muerte
Marat en su bañera, doliente y tumefacto.
Peter Weiss
(Alemán nacionalizado sueco, 1916-1982).
(Versión teatral al español de Alfonso Sastre).
Las ilustraciones corresponden a la puesta en escena de la obra en el teatro Pigott,
Universidad de Stanford, noviembre de 2001.
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