"La contempló mientras dormía. Su rostro volvía a ser el de la joven Iza, la chica pálida, agotada de tanto estudiar..."
(Fragmento)
(Fragmento)
La contempló mientras dormía. Su rostro volvía a ser
el de la joven Iza, la chica pálida, agotada de tanto estudiar, dócil, triste y
sufrida. La hermosa frente, las cejas, los ojos de Vince, y la nariz chata, los
labios aniñados y la barbilla suave de la anciana, todo en un mismo marco.
Te amaba –pensó Antal-, te amaba como nunca he querido
ni querré a nadie, te amaba sin condiciones, sin reproche alguno. Yo siempre
fui tuyo y tú nunca fuiste mía, estabas lejos de mí incluso cuando te tenía
entre mis brazos. Por las noches a veces me entraban ganas de sacudirte para
que despertaras, gritarte para que me dijeras la palabra que te hiciera ser tu
misma, que te salvara, y que me indicaras la dirección por donde ir para poder
encontrarte. Cuando comprendí que simplemente eras egoísta y que a cada uno le
dabas un trozo de ti misma para que no te molestara e interfiriera en tu
trabajo, rompí a llorar. No me oíste, y si me oíste pensaste que sería un
sueño, porque sentías amor y respeto por mí y, según tú, un hombre nunca debe
llorar.
Magda Szabó (Hungría, 1917-2007).
La ilustración corresponde a un trabajo del fotógrafo francés
Émile Joachin Constant Puyo, conocido como El comandante Puyo.
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