Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

jueves, 28 de febrero de 2019

Tu boca: DIVINA COMEDIA, de Dante Alighieri

"... volvió hacía mí entre flores su semblante..."

Canto XXVIII del Paraíso

(Fragmento)
 
Solitaria mujer, vi que vagaba,
cantando y escogiendo flor y flores,
que esmaltaban la vía que cruzaba.
 
«Virgen bella que encienden los amores,
si juzgo por los rasgos del semblante
que son del corazón indicadores,
 
«dígnate proseguir más adelante,»
díjele, «más cercana a la ribera,
para entender lo que tu boca cante.
 
«Tú me haces recordar, donde perdiera
la diosa madre a su hija Proserpina,
cuando la hija perdió su primavera.»
 
Tal cual gira graciosa bailarina
sobre sus pies, poniendo uno delante,
y en equilibrio sobre sí se inclina,
 
volvió hacia mí entre flores su semblante,
que de jalde y de rojo se adornaba,
baja la vista, púdica y radiante;
 
y tanto más su aspecto me encantaba,
cuanto más las palabras entendía
del canto que de lejos me llegaba.
 

Dante Alighieri (Italia, 1265-1321).
 
(Versión rimada al español de Bartolomé Mitre). 

Tu boca: LA GALATEA, de Miguel de Cervantes


(Fragmento del primer libro)

¡Ay, Lisandro, Lisandro!, y cómo la amistad de Carino te costará la vida, pues no es posible sino que te la acabe el dolor de haberla yo por ti perdido. ¡Ay, cruel hermano!, ¿es posible que sin oír mis disculpas tan presto me quesiste dar la pena de mi yerro?” Cuando estas razones oí, en la voz y en ellas conocí luego ser Leonida la que las decía, y présago de mi desventura, con el sentido turbado, fui a tiento a dar adonde Leonida estaba envuelta en su propia sangre; y, habiéndola conocido luego, dejándome caer sobre el herido cuerpo, haciendo los estremos de dolor posible, le dije: “¿Qué desdicha es esta, bien mío? Ánima mía, ¿cuál fue la cruel mano que no ha tenido respecto a tanta hermosura?” En estas palabras fui conocido de Leonida, y, levantando con gran trabajo los cansados brazos, los echó por cima de mi cuello, y, apretando con la mayor fuerza que pudo, juntando su boca con la mía, con flacas y mal pronunciadas razones, me dijo solas estas: “Mi hermano me ha muerto; Carino, vendido; Libeo está sin vida, la cual te dé Dios a ti, Lisandro mío, largos y felices años, y a mí me deje gozar en la otra del reposo que aquí me ha negado”. Y, juntando más su boca con la mía, habiendo cerrado los labios para darme el primero y último beso, al abrirlos se le salió el alma y quedó muerta en mis brazos. Cuando yo lo sentí, abandonándome sobre el helado cuerpo, quedé sin ningún sentido. Y si como era yo el vivo, fuera el muerto, quien en aquel trance nos viera, el lamentable de Píramo y Tisbe trujera a la memoria.


Miguel de Cervantes (España, 1547-1616).

miércoles, 27 de febrero de 2019

Tu boca: LAS MIL Y UNA NOCHES (de la noche 145)

"¡Dinos algunas palabras de los animales y las aves! ¡Deben ser exquisitas, sobre todo repetidas por tu boca!"
 
(Fragmento)

Pero cuando llegó la noche 145...

Después se calló Scherezada.

Entonces el rey Schahriar la miró por primera vez con ternura, y  le dijo:

"¡Oh Scherezada, la muy discreta! ¡Cuánta razón tiene tu hermana, esa pequeña que te está escuchando, cuando dice que tus palabras son deliciosas por su interés y sabrosas por su frescura! Empiezas a  hacerme lamentar la matanza de tanta joven, y acaso hagas que olvide , el juramento que hice de matarte como a todas las otras".

Y la pequeña Doniazada se levantó del tapiz en que había estado escuchando, y exclamó: "¡Oh hermana mía! ¡Cuán admirable es esa historia! ¡Y cómo me han encantado Nozhatú y sus palabras, y las palabras de las jóvenes! ¡Y qué contenta estoy con la muerte de la Madre de todas las Calamidades! ¡Cuán maravilloso es todo eso!"

Entonces Scherezada miró amorosamente a su hermana, sonrió, y le dijo: "¿Qué dirías entonces si oyeras las palabras de los animales y las aves?"

Y Doniazada exclamó: "¡Ah hermana mía! ¡Dinos algunas palabras de los animales y las aves! ¡Porque deben ser exquisitas, sobre todo repetidas por tu boca!"

Y Scherezada dijo: "¡Con toda la voluntad de mi corazón! ¡Pero no sin que antes me lo permita nuestro señor el rey!"

Y el rey Schahriar quedó extraordinariamente asombrado, y preguntó: "¿Pero qué podrán decir los animales y las aves? ¿En qué lengua hablan?" Y Scherezada dijo: "Hablan en prosa y en verso, expresándose en árabe puro". Entonces el rey Schahriar exclamó: "¡Oh Scherezada! Nada quiero decidir todavía acerca de tu suerte, sin que me hayas contado esas cosas que desconozco. Porque hasta ahora no he oído más que palabras de los humanos, y me alegraría muchísimo saber lo que piensan esos seres a quienes no entienden la mayoría de los hombres".

Y como iba transcurriendo la noche, Scherezada rogó al rey que aguardase hasta el día siguiente. El rey Schahriar, a pesar de la impaciencia que sentía, se avino a darle su consentimiento. Y cogiendo en brazos a la bella Scherezada, se enlazaron hasta que brilló la mañana del otro día.

Anónimo
(La recopilación Alf Layla, que en árabe significa mil noches, tuvo lugar alrededor del año 850). 

La ilustración corresponde a Sherezada y el sultán (detalle), 1878, de Alfred Choubrac.

martes, 26 de febrero de 2019

Tu boca: POEMAS DE AMOR Y VINO, de Yĕhudah ha-Levi

"De tu boca y del panal de tus mejillas, da a gustar al que te ama un poco de bálsamo y de miel."

7
 
Víboras son tus mejillas, mas de ellas fluye bálsamo;
al ausente torturan, al que está cerca sanan.
De tu boca y del panal de tus mejillas, da a gustar
al que te ama un poco de bálsamo y de miel.
 
9
 
(Fragmento)
 
De la fortuna del Destino sólo reclamaré mi parte:
el hilo de tus labios, el ceñidor de tu cintura;
mi panal y mi miel están entre tus labios,
mi nardo y mi mirra entre tus dos pechos.
Te he puesto en mi mano derecha como un anillo;
¡ojalá fuera yo un sello sobre tus brazos!
Olvidaría mi diestra y mi siniestra, cierva,
si descuidara el amor de tus esponsales.
La ausencia amarga mi corazón al recordar
el panal de miel de tus besos en mis labios.
 
17
 
(Estrofa final)
 
Su canción atraviesa mis entrañas
cuando canta para avivar mi hoguera:
"besa mi boca y ya es bastante, amigo mío,
besa, besa, besa mi boca,
y olvida tu mala estrella, amado mío".
 
20
 
¡Con cuidado!, duro de corazón, blando de caderas,
trátame con cuidado y caeré sobre mi rostro.
Sólo mis ojos se han extraviado por tu causa,
mi corazón es puro, aunque no mis ojos.
Deja que los ojos recojan en tu semblante
rosas y lirios que juntos se sembraron.
Fuego tomaré de tus mejillas para apagar llama con llama;
cuando esté sediento, allí encontraré agua.
Chuparé tus labios rojos, ardientes como
brasas, y mis mandíbulas serán como tenazas.
Suspendida está mi vida de dos hilos de púrpura
escarlata, de los atardeceres mi muerte.
Hileras de mirra virgen reclaman bordado de gala
como las tardes alrededor del mediodía.
 
 
Yĕhudah ha-Levi: Yĕhudah Ben Samuel Halevi
(Poeta hebreo nacido en España y fallecido en Jerusalén, 1070 o 1075-1141).
 
(Traducido al español por Ángel Sáenz-Badillos y Judit Borrás Targarona).

domingo, 24 de febrero de 2019

Tu boca: RUBAYIAT, de Omar Jayam (Khayyam)


Nada me interesa ya. ¡Levántate para brindarme vino!
Tu boca, esta noche, es la rosa más bella del mundo...
Escancia vino ¡Que sea carmín como tus mejillas
y mis remordimientos, ligero como tus bucles!


Omar Jayam
Omar Khayyam, Omar Ibn al-Jayyam (Persia, 1048-1131).

(Traducido al español por Félix E. Etchegoyen). 

sábado, 23 de febrero de 2019

Tu boca: TRES POETAS ÁRABES


¡Ojalá que el día en que se decrete mi muerte
bese lo que está entre tus ojos y tu boca!
¡Ojalá se me purifique con tu saliva!
¡Ojalá se me embalsame con tu tuétano y tu sangre!
¡Ojalá que Umm al-Fadi sea mi compañera!
Aquí o allá, en el paraíso o el infierno.

Umar ibn Abi Rabi'ah al-Makhzumi (Arabia, 644-712 o 719).
 
 
¿Es que acaso recuerdas los días de nuestra adolescencia,
en que cuando te mostrabas eras una luna?
Yo abrazaba tu cintura en flor,
sorbía el agua purísima de tu boca.
  
Ibn ˁAmmārAbū Bakr Muḥammad ibn ˁAmmār, también conocido como Abenamar
(Árabe nacido en Portugal y fallecido en España durante el dominio moro, 1031-1086).

 
En el jardín hay imágenes tuyas; por su causa
se conmueven mis ojos y mi corazón apasionado.
La rama es tu talle; las flores, la túnica;
la rosa es tu mejilla y las margaritas, tu boca.
 
Abu Ya'far ibn Sa'id al-Maghribi
(Árabe nacido en Granada durante el dominio moro, en el siglo XII).

Tu boca: METAMORFOSIS, de Ovidio

"... y sospecho, por el movimiento de tu boca hermosa, que dices palabras que no alcanzan mis oídos…"

Narciso y Eco

(Fragmento)

Ni el cuidado de Ceres ni el de descansar pueden abstraerlo de ahí, sino que fundido sobre la hierba opaca contempla a media luz la forma engañosa, y muere por sus ojos, y elevándose un poco hacia unos matorrales, tiende los brazos: “Oh espesuras, ¿habrá alguien amado de forma más cruel? Lo sabréis, vosotras que habéis sido escondite oportuno para muchos. ¿A alguien recordáis, en vuestros largos siglos, que así se consumiera? Veo y disfruto, pero no puedo llegar a eso que veo y disfruto: así tiene el engaño atrapado a un amante. Y por mucho que me aflija, no es un gran océano lo que nos separa, ni un largo camino, ni montañas, ni fuertes con sus pórticos cerrados. ¡Un agua exigua nos lo prohíbe! Deseo ser poseído, pues tantas veces hemos extendido besos a las linfas líquidas, y él otras tantas, boca arriba, avanza hacía mí con su boca. Creías que se puede tocarlo: es mínimo lo que separa a los amantes. Quien quiera que seas, ¡sal de aquí! ¿Por qué, singular muchacho, me engañas, o por quién, solicitado, te vas? Ciertamente no es mi apariencia ni mi edad lo que rehuyes, ¡y eso que también he sido amado por ninfas! No sé qué esperanza prometes con tu rostro, amigo; cuando he acercado a ti mis brazos, gratamente has acercado los tuyos, has sonreído cuando he reído yo; incluso al llorar yo a menudo he notado tus lágrimas; a mi asentimiento respondes también con señales y sospecho, por el movimiento de tu boca hermosa, que dices palabras que no alcanzan mis oídos… Éste soy yo mismo. Lo he sentido, y mi imagen no me engaña: ardo de amor por mí, enciendo llamas y las llevo. ¿Qué voy a hacer? ¿Hacerme pretendido o pretender? ¿Y ahora qué pretenderé? Lo que deseo está conmigo: pobre de mí, en mi abundancia. Oh, ojalá pudiera separarme de nuestro cuerpo, deseo un amante nuevo, de lo que amamos solo quisiera su ausencia… Las penas ya me roban el vigor, el tiempo que me queda ya no es largo, y en mi primera edad me extingo. Y para mí la muerte no es grave, que con ella mueren las penas. Quisiera que mi predilecto se quedara más tiempo. Ahora en una sola alma los dos moriremos de acuerdo.”

Ovidio
(Poeta romano nacido en la actual Italia y fallecido en lo que ahora es Rumania, 43 a. de C.-17 o 18 a. de C.)

(Traducido al español por Francisco Serra Lopes).

jueves, 21 de febrero de 2019

Tu boca: OARYSTIS (Idilio), de Teócrito


(Fragmento)

Doncella: Robó un pastor a la prudente Elena.
Dafnis: Yo gocé de otra Elena el dulce beso.
Doncella: No te jactes, pastor, el beso es vano.
Dafnis: En vanos besos hay dulce deleite.
Doncella: Tu beso borraré, lavo mi boca.
Dafnis: ¿Tu boca lavas? Besaré de nuevo.
Doncella: No las doncellas, las novillas besa.
Dafnis: Pierde el orgullo que cual sueño leve pasa la flor de juventud lozana.
Doncella: También se estiman las pasadas uvas: aún es fragante la marchita rosa.
Dafnis: Ven a la sombra, mis palabras oye.
Doncella: Son engañosas tus palabras dulces.
Dafnis: Ven a los olmos, tañeré mi flauta.
Doncella: No me deleitan, como a ti, sus sones.
Dafnis: Virgen, las iras de Afrodita teme.
Doncella: Si ella me prende, auxiliárame Diana. Detén la mano, o morderé tus labios.
Dafnis: Nadie de amor a libertarse alcanza.
Doncella: Juro por Pan que burlaré sus flechas. ¿Pero aún insistes en ponerme el yugo?
Dafnis: Temo que Amor a otro varón te entregue.
Doncella: Mil me anhelaron, pero a nadie quise.
Dafnis: Yo sólo vengo a conquistar tus dones.


Teócrito: Θεόκριτος (Griego nacido en Siracusa, 310-250 a. de C.)

(Traducido al español por Marcelino Menéndez y Pelayo).

miércoles, 20 de febrero de 2019

Tu boca: LA ENÉIDA, de Virgilio

"Juno, que estaba contemplando la batalla desde una rutilante nube..."

(Fragmento del libro duodécimo)

En tanto el Rey del omnipotente Olimpo habla en estos términos a Juno, que estaba contemplando la batalla desde una rutilante nube: "¿Cuál será, esposa mía, el término de esta guerra? ¿Qué resta aún por fin? Bien sabes, y tú misma lo confiesas, que Eneas ha de subir al Olimpo, y que los hados le reservan un asiento encima de las estrellas. ¿Qué tramas, pues? ¿Qué esperanza te tiene fija en esta fría región de las nubes? ¿Estuvo bien, por ventura, que profanase a un numen herida abierta por mano mortal? ¿Fue bien restituir a Turno su espada (pues sin ti ¿qué hubiera podido Iuturna?), y acrecer la pujanza de los vencidos? Desiste ya de tu empeño, en fin, y déjate vencer de mis ruegos; no te entregues por más tiempo a esa callada pena que te devora, antes bien tu dulce boca deposite en mí tus tristes cuidados; ya ha llegado el momento supremo...


Publio Virgilio Marón: Publius Vergilius Maro (Imperio romano, 70 a. de C.-19 a. de C.)

(Traducido al español por E. de Ochoa).

martes, 19 de febrero de 2019

Tu boca: RAMAYANA, de Valmiki

"... tus mejillas, tan frescas cual tu boca, son de brillante, nítido color..."

(Fragmento)

¡Oh, mujer cuyos ojos son estrellas,
cuya sonrisa es magia singular,
cuyo rostro es hermoso y placentero,
del vergel de la India tulipán!

¿Quién eres tú, cuya flotante túnica
de seda, resplandece como el sol,
y es áurea como el cáliz que contiene
del nenúfar azul el corazón?
¿Eres la Gloria acaso? ¿La Fortuna?
¿La Belleza, la Dicha, o el Placer?
¿Eres tal vez la Vida que se encarna
en tu forma perfecta de mujer?

Blanquísimos e iguales son tus dientes
y es tu talle flexible, escultural:
tus cejas arqueadas y sedosas
sombrean de tus ojos el ardor,
tus mejillas, tan frescas cual tu boca,
son de brillante, nítido color,
inspirando tu célica belleza
a nuestros ojos muda admiración.

Se adornan tus orejas pequeñitas
con pendientes de oro y de coral,
más no aumentan las joyas la hermosura
de su concha rosada natural.
Tus manos transparentes, de las venas
nos dejan ver la fina red azul,
que recuerdan los pétalos del loto
cuando los baña matutina luz.

Tiene tu risa armónicos acentos,
todo es en ti simétrico y gentil;
tus diminutos pies, que ahora se cruzan,
conservan en su forma la infantil
delicadeza de tus lindos dedos.
Por su forma y purísimo blancor
aparecen cual bellas flores níveas
que surgen del sendero en el verdor.

Tus piernas tan derechas y tan finas
cual columnas de rosa capitel,
sostienen de tu cuerpo la estructura
armonizando fuerza y esbeltez,
y tus ojos estrellas de azabache,
que el blanquísimo esmalte hacen lucir,
resaltan con sus círculos de púrpura
que un pincel dibujara con carmín.

Magnífica es tu negra cabellera
que miro con sus rizos ondular;
tu cintura flexible y diminuta
con las manos se puede circundar.
No, no he visto jamás sobre la tierra
tan admirable y tan perfecto ser,
y las ninfas y diosas no igualaron
tu atractivo infinito de mujer...


Valmiki (India, en fecha imprecisa).
Se ubica la escritura del Ramayana entre el año 500 y el 100 a. de C.

lunes, 18 de febrero de 2019

Tu boca: EL BANQUETE, de Jenofonte

"... me doy por vencido, pues si se ha hecho para morder, con tu boca puedes dar mordiscos más grandes que yo, y, por el hecho de tener labios gruesos, ¿no crees que también deben ser más dulces tus besos?"

V

(Fragmento del diálogo entre Sócrates y Critobulo)

«¿Tú crees que la belleza se da únicamente en el hombre, o también en otras cosas?». «Yo creo, ¡por Zeus!, que también existe en un caballo, en un toro y en muchas cosas inanimadas. Sé, por ejemplo, que también puede ser bello un escudo, una espada y una lanza». «¿Y cómo es posible», preguntó, «que estas cosas, que no se parecen en nada, sin embargo sean bellas?» «¡Por Zeus!», dijo Critobulo, también estas cosas son bellas si están bien fabricadas con vistas a las actividades para las que adquirimos cada una o bien dotadas por la naturaleza para nuestras necesi- dades» «¿Sabes entonces para qué necesitamos los ojos?». «Evidentemente, para ver». «En ese caso, mis ojos son ya más hermosos que los tuyos». «¿Cómo es eso?». «Porque los tuyos sólo ven en línea recta, mientras que los míos, por ser muy saltones, ven también de lado».  «¿Quieres decir», respondió, «que el cangrejo tiene los ojos más bellos?». «Sin duda», respondió, «pues tiene los ojos mejor confor- mados para su fuerza». «De acuerdo, pero ¿qué nariz es más hermosa, la tuya o la mía?». «Yo creo», dijo, «que la mía, si efectivamente los dioses nos pusieron la nariz para oler, pues las ventanas de la tuya miran hacia tierra, mientras que las mías son respingonas hacia arriba, de modo que pueden captar los olores de todas partes». «¿Y cómo va a ser una nariz chata más hermosa que una nariz recta?». «Porque no levanta barrera, sino que permite a los ojos ver directamente lo que desean. En cambio, una nariz alta levanta con arrogancia una muralla entre los ojos». «Pues en cuanto a la boca», dijo Critobulo, «desde luego me doy por vencido, pues si se ha hecho para morder, con tu boca puedes dar mordiscos más grandes que yo, y, por el hecho de tener labios gruesos, ¿no crees que también deben ser más dulces tus besos?». «Oyéndote hablar», dijo Sócrates, «da la impresión de que tengo la boca más fea que los burros. Pero como prueba de que soy más bello que tú ¿no incluyes el hecho de que las náyades, diosas como son, dan a luz a los silenos, que se parecen a mí mucho más que a ti?».


Jenofonte (Grecia, 431 a. de C.-354 a. de C.)

La ilustración corresponde a una estatua de Sócrates en la biblioteca de Trinity College.

domingo, 17 de febrero de 2019

Tu boca: CANTAR DE LOS CANTARES, del rey Salomón

"Y el olor de tu boca como de manzanas..."
 
Capítulo 7: versículos 6 al 10

Qué hermosa eres y cuán suave, ¡Oh amor deleitoso! ¡Y tu estatura es semejante a la palma, y tus pechos a los racimos! Yo dije: Subiré a la palma, asiré sus ramas: Y tus pechos serán ahora como racimos de vid. Y el olor de tu boca como de manzanas; y tu paladar como el buen vino, que se entra a mi amado suavemente, y hace hablar los labios de los viejos. Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contento.
 
 
Rey Salomón (Israel, nacido alrededor del año 1000 a. de C.-931 a. de C.)
 
(Versión corregida al español por Cipriano de Valera basada en la traducción previa de Casiodoro de Reina).

sábado, 16 de febrero de 2019

Tu boca: SAFO A CLEIS, de Safo de Lesbos

"... belleza que amo, seda que acaricio en tus mejillas."

Me amo en ti,
y
en tu figura,
me miro,
transformada
con la forma de mi sueño.
 
Al acariciarte
es mi reflejo
el que acaricio
narciso
en el espejo de tu cuerpo.
 
Me miro, así,
toda yo
vuelta carne tuya,
belleza que amo,
seda que acaricio
en tus mejillas.
Sabor de tu piel
en la blanca corola
de tus senos
y en la oscura y dulce fruta
de tu sexo.
 
Lenta y deleitosa
te recorro
con mis dedos
más sabios en formas
que los de Fidias,
y vuelvo
un cinturón de oro
mis brazos en torno
a tu cintura,
mientras
ávidas
mis piernas
-como lianas-
se enredan en las tuyas
al tiempo que no hay límite
entre tu boca y la mía.
 
¿Tú o yo?
¿Cuál soy?
¿o cuál tú eres?
 
Fundidas en el placer
todo se borra,
y sobre el lecho, entre
los deshojados jacintos
de las rotas guirnaldas
-con que nos adornamos
para el íntimo festejo-
sólo sé
que soy llama
encendida en tu aliento.
 
Enajenada en ti
sin tiempo
y sin fronteras.
Perdido el borde
de mi cuerpo,
en las oscuras aguas
del orgasmo,
me entrego hasta morir
en tu belleza.
 
 
Safo de Lesbos: Σαπφώ, Ψάπφω (Grecia, 630 o 612 a. C.- 570 a. C.)

viernes, 15 de febrero de 2019

Tu boca: HIMNO DE PTAH, en la piedra de Shabako



(Fragmento)

Saludos a ti, el que está al frente de los dioses primordiales, los cuales hiciste después de que tú vinieras en existencia como un dios, cuerpo que se ha modelado su propio cuerpo, cuando el cielo aún no existía, cuando la inundación aún no había subido.

Tú has atado la tierra, Tú has ensamblado tu cuerpo y has contado tus miembros. Tú te has hallado a ti mismo como el único, que ha hecho su lugar, dios que ha diseñado las Dos Tierras. Tú no tenías padre que te engendrara cuando viniste en existencia, no tuviste madre que te pariera, tú que eres tu propio Khnum, el proveedor de quien cada provisión ha venido. Tú estabas de pie en la tierra cuando ésta estaba inerte, tú por quien fue puesta junta posteriormente, ti en tu forma de Tatenen, en tu forma de unificador de las Dos Tierras que tu boca ha engendrado y tus manos han diseñado, tú le has formado desde el nun, por medio de tus manos en imitación de tu belleza.


Anónimo egipcio
El Himno de Ptah se conserva en un papiro en el museo de Berlín.
Proviene de una estela pétrea edificada por encargo del faraón Shabako en el siglo VIII a. de C.

La ilustración corresponde a los restos de una escultura dedicada a Shabako (Neferkara Shabaka o Sabaco).

jueves, 14 de febrero de 2019

El romance está en tu boca


"Tú y yo en la boca sentimos nacer lo que no vive,
lo que es el beso indestructible cuando la boca son alas,
alas que nos ahogan mientras los ojos se cierran,
mientras la luz dorada está dentro de los párpados."
 Vicente Aleixandre

Ahora que se celebra el tradicional festejo del día de San Valentín, y que todo gira en torno a corazones y labios en forma de beso, tratar de recordar la poesía romántica sería tarea inagotable, en cambio es más factible concentrar ese esfuerzo sobre un tema específico, alrededor de una de sus expresiones más típicas. El pez por su boca muere”, decía el refrán tradicional, luego las voces anónimas de la sabiduría coloquial añadieron: “y el enamorado con la boca quiere.

¿Cuántas veces las canciones y los poemas se han referido a “tu boca”? Tal vez la más afortunada entre tantas sea aquella que corresponde al capítulo 7 de Rayuela, de Julio Cortázar: “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.”

Ramón de Campoamor, publicó en el lejano 1838 el poemario Ternezas y flores, del que forma parte el titulado precisamente Tu boca. Estas son tres de sus estrofas rimadas:

Y si con sombras de bien
tal vez el mal se divisa,
es porque en ella se ven
guardar la miel de su risa
las flechas de su desdén.

Si a mí su rigor alcanza,
al ver su hermosura, siente
el corazón doble holganza;
y aunque un desdén me atormente,
déme una risa esperanza.

¡Bien haya la dulce boca,
que sólo sus frescos labios
el aura pasando toca;
que haciendo el ámbar agravios,
su miel a gustar provoca!

Casi contemporáneo es el trágico Poeta, di paso, del colombiano José Asunción Silva, quien en determinado momento escribe: “desnuda tú en mis brazos, fueron míos tus besos”, para culminar ante el ataúd de la amada:

Tú, mustia yerta y pálida entre la negra seda,
la llama de los cirios temblaba y se movía,
perfumaba la atmósfera un olor de reseda,
un crucifijo pálido los brazos extendía
¡y estaba helada y cárdena tu boca que fue mía!

Más recientes, del siglo pasado, son los poemas Hiperestesia, del ecuatoriano Miguel Ángel León, y Palabras para algo más que un dolor, del español Luis Rosales. Dice el primero: “Mi boca como un sello en tu boca se graba”, mientras que éste último concluye así: 

"... y el beso que te doy deje de ser una caricia
y sea más bien una pregunta,
esa pregunta destituyente
que no me atrevo a hacer sino en tu boca,
pues todo lo que soy depende de ella,
depende de saber que nuestro amor pudo resucitarnos
-ésta fue su misión y la ha cumplido--
pero
sólo puede durar
mientras que dura un beso
."

En los día subsecuentes y aprovechando el pretexto que proporciona la fecha, emprenderé en Mitos y reincidencias una exploración por el ámbito poético de "Tu boca", desde los sudamericanos Jorge Luis Borges o Mario Benedetti, y sus respectivas paisanas Alfonsina Storni y Delmira Agustini, hasta el otro lado del océano, con Federico García Lorca y Manuel Machado, o los ganadores del premio Nobel de literatura Pablo Neruda y Vicente Aleixandre.

Así sean bocas de ceniza, como la que refiere Juana de Ibarbourou, o de fresa, como la princesa de Rubén Darío, los labios han sido siempre una representación simbólica del romance.

Jules Etienne