Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 1 de febrero de 2019

Febrero: LA ÚLTIMA ALEGRÍA, de Knut Hamsun

"... el taller de Nicolás, bien surtido de cepillos, sierras, taladros y un torno; me entretengo fabricando curiosidades."

(Fragmento del capítulo XXXIV)

Estamos en el mes de febrero. Me ha asaltado un pensamiento insinuante del que me apodero, para que no se me escape: esperar hasta que reblandezca el hielo en los campos y haya menos nieve, para atravesar la montaña y emigrar a Suecia. Cosa resuelta.
 
Para poner en ejecución mi proyecto, preciso que mi ropa esté a punto; pero Petra es tan escrupulosamente limpia, que la lava en varias aguas distintas. Mientras tanto, yo distraigo mis ocios en el taller de Nicolás, bien surtido de cepillos, sierras, taladros y un torno; me entretengo fabricando curiosidades. Para un chico de una alquería vecina, estoy construyendo un molino de viento, impulsado, naturalmente, por el viento, que rechina y zumba que es un encanto. Recuerdo que cuando era niño designábamos este artefacto con el nombre onomatopéyico de carracas de viento.
 
También paso el tiempo merodeando por las cercanías de cuando en cuando, y procuro desentumecer mi cabeza invernal lo mejor que puedo. No le echo la culpa al invierno, no se la atribuyo a nadie, no; pero me faltan el hierro candente, la juventud y el poder supremo. ¡Oh, Señor! Si durante horas enteras avanzo por la senda que se interna en el bosque, con las manos sobre mis viejas espaldas, puede acontecer que, de pronto, me asalte un repentino recuerdo dorado, que perdura unos instantes; entonces me detengo enarcando las cejas y penetro la lejanía con mirada atónita. ¿Va a surgir un hierro candente? ¡Nada, evaporación, no más! Y me quedo atrás, tristemente sosegado.
 
 
Knut Hamsun (Noruega, 1859-1952). Obtuvo el premio Nobel en 1920.
 
(Traducido al español por Luis Molins).

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