Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).
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miércoles, 8 de marzo de 2023

Conejos: ALMAS MUERTAS, de Nikolái Gógol

"Allí, en aquel campo, (...) hay tal cantidad de conejos que no permiten ver el suelo."

(
Fragmento del capítulo IV)

- Allí, en aquel campo -dijo Nozdriov mientras señalaba con un dedo-, hay tal cantidad de conejos que no permiten ver el suelo. En cierta ocasión, llegué a coger una liebre con las manos por las patas traseras.

- Jamás has cogido tú una liebre por las patas traseras -objetó el cuñado.

- Sí, la cogí, es cierto que la cogí -contestó Nozdriov-. Ahora -continuó volviéndose a Chichikov- te voy a enseñar las lindes de mis tierras.

Nikolái Gógol (Ruso nacidoe en Ucrania, 1809-1852).

miércoles, 3 de junio de 2020

Epidemias: LAS ALMAS MUERTAS, de Nikolái Gógol


"El temor es más contagioso que la peste y se comunica de inmediato."

(Fragmento del capítulo IX de la primera parte)

En seguida vamos a saber por qué los hombres pensaban que se trataba de una cosa execrable. En la provincia había sido nombrado recientemente un nuevo gobernador general, cosa que, como todo el mundo sabe, produce gran inquietud entre los funcionarios: llegan las reprimendas, las reconvenciones y las censuras, y también el reparto de prebendas que el nuevo jefe ofrece a sus subordinados. «Si llega a enterarse de que por la ciudad circulan unos rumores tan estúpidos -se decían los funcionarios-, nos puede costar muy caro.» El inspector de Sanidad se quedó de pronto pálido como un cadáver al figurarse Dios sabe qué: se preguntó si las almas muertas serían los enfermos fallecidos en considerable número en los hospitales y otros lugares como resultas de una epidemia de calenturas contra la que no se habían tomado las medidas oportunas, y pensó que tal vez Chichikov era un funcionario de las oficinas del gobernador general que había sido enviado allí para realizar una investigación secreta.

Así se lo dijo al presidente. Este replicó que era absurdo, pero después palideció asimismo y se preguntó: ¿Y si los mujiks adquiridos por Chichikov eran, en efecto, almas muertas? ¿Y si el gobernador general llegaba a enterarse de que él había estado de acuerdo en que se llevara a cabo la escritura de la venta sin poner reparo alguno, y que hasta había actuado como apoderado de Pilushkin? ¿Qué pasaría entonces? Fue suficiente que lo comunicara a uno y a otro para que todos se pusieran pálidos. El temor es más contagioso que la peste y se comunica de inme- diato.

Todos comenzaron entonces a buscarse pecados, hasta los que no habían cometido. Las palabras "almas muertas" eran pronunciadas como si se tratara de algo indefinido e incluso se llegó a pensar si no se referían a los muertos enterrados con toda rapidez con motivo de unos sucesos que habían tenido lugar poco antes.


Nikolái Gógol (Ruso nacido en Ucrania, 1809-1952).

martes, 3 de julio de 2018

Solsticio: LA NOCHE DE SAN JUAN, de Nikolái Gógol


(Fragmento)

El estado de Pietro, en lugar de mejorar, se iba haciendo más sombrío a medida que pasaban los días. Como si estuviera encadenado, permanecía sentado en medio de la jata, con los sacos de oro a sus pies. Se había vuelto insociable, le había crecido el pelo y tenía un aspecto terrible. No hacía más que pensar y esforzarse en recordar algo, y se irritaba y se enfadaba ante el fracaso de su empresa. A menudo se levantaba de su sitio con gesto destemplado, agitaba los brazos, fijaba su mirada en un punto como queriendo atraparlo; sus labios temblaban como si anhelaran pronunciar una palabra largo tiempo olvidada y al poco rato se quedaban inmóviles... La ira se apoderaba de él; se roía y se mordía las manos como un loco, y lleno de despecho se arrancaba mechones de pelo, hasta que, apaciguado, se desplomaba como privado de sentido; al poco rato trataba otra vez de recordar, volvía a irritarse, se hundía de nuevo en la desesperación... ¿Qué castigo de Dios era ése? Aquélla no era vida para Pidorka. Al principio, le daba miedo quedarse sola con él en la jata, pero acabó habituándose, la pobre, a su desgracia; no obstante, ya no era la Pidorka de antaño. Ni un rastro de arrebol en las mejillas, ni un atisbo de sonrisa en los labios; el dolor la había agotado, la había consumido, y las lágrimas habían borrado el brillo de sus ojos. Una vez alguien se compadeció de ella y le aconsejó consultar a una bruja que vivía en el Barranco del Oso y que tenía fama de curar todo tipo de enferme- dades.
 
Pidorka decidió probar ese último recurso y logró convencer a la vieja para que la acompañara a su casa. Todo aquello sucedía al atardecer, precisa- mente la víspera de San Juan. Pietro yacía semiinconsciente en un banco y no reparó en la presencia del nuevo huésped. Poco a poco se puso en pie y la miró con atención. De pronto se puso a temblar con todo el cuerpo, como si estuviera sobre el cadalso; sus pelos se pusieron de punta y estalló en una carcajada tan espantosa que el terror se apoderó del corazón de Pidorka. «¡Ahora recuerdo, ahora recuerdo!», gritó Pietro, presa de una espantosa alegría y, tras coger el hacha, la arrojó con todas sus fuerzas contra la vieja. El hacha se hundió casi diez centímetros en la puerta de roble. La vieja se esfumó y en medio de la jata apareció un niño de unos siete años, vestido con una camisa blanca y con la cabeza cubierta... La sábana cayó. «¡Iván!», gritó Pidorka, y se abalanzó sobre él; pero el fantasma se cubrió de sangre de los pies a la cabeza e iluminó toda la jata de una luz roja. Aterrorizada, Pidorka salió corriendo al zaguán; luego, cuando se recobró, quiso socorrerlo. ¡Pero fue en vano! La puerta se había cerrado con tanta fuerza que no fue capaz de abrirla. Acudieron algunas personas que se pusieron a golpear la puerta hasta que la derribaron; pero en el interior de la casa no encontraron a nadie. Toda la jata estaba llena de humo; en medio de la pieza, en el lugar donde debía encontrarse Pietro, había un montón de cenizas que humeaban en algunos puntos. Se acercaron a los sacos, pero en su interior, en vez de monedas de oro, sólo hallaron pedazos de barro cocido. Los cosacos se quedaron como clavados al suelo, con la boca abierta y los ojos desorbitados, sin atreverse a mover el bigote. Tanto les había aterrorizado ese prodigio.
 
Nikolái Gógol (Ruso nacido en Ucrania, 1809-1852).
 
Las ilustraciones corresponden a dos fotogramas de la película Vechir na Ivana Kupalal, adaptación al cine del relato de Gógol dirigida por Yuri Ilyenko en 1969.

jueves, 31 de mayo de 2018

Rusalka: NOCHE DE MAYO o LA AHOGADA, de Nikolái Gógol

 
(Fragmento)

- Y mira ahí... -dijo Levko, volviéndose hacia Ganna-. Mira . Ahí, más allá de la casa, hay un alto acantilado. Desde allí se arrojó al agua la muchacha, que desde entonces desapareció del mundo.

- ¿Y la bruja? -preguntó con aire asustado Ganna, mirándole con ojos llenos de lágrimas.

- ¡La bruja!... Las viejas han inventado que a partir de ese tiempo todas las noches de luna salen las ahogadas al jardín del capitán de cosacos a calentarse bajo los rayos de la luna y que la hija de éste va a la cabeza de ellas. Una noche vio a su madrastra junto al estanque. Se abalanzó sobre ella y la arrastró con un grito hacia el agua, pero la bruja también aquí encontró su recurso. Se transformó debajo del agua en una de las ahogadas, y mediante este procedimiento se salvó de ser golpeada con verdes juncos por las demás. ¡Vete tú a creer a las babas!... Cuentan también que la hija del capitán de cosacos reúne todas las noches a las ahogadas y les mira una por una la cara, tratando de reconocer cuál de ellas es la madrastra, pero hasta ahora no ha podido saberlo. Y si cae en sus manos algún ser humano, lo obliga enseguida a adivinarlo. En caso contrario, amenaza con ahogarlo. ¡He aquí, mi Galiu, lo que cuenta la gente vieja!... El señor actual de esas tierras quiere construir ahí una bodega y ha enviado ex profeso a un vinicultor... Pero... Oigo hablar... Son los nuestros que han dejado ya sus cánticos. Adiós, Galiu; duerme tranquila y no pienses en esos cuentos de las babas.*

Diciendo esto, Levko la abrazó con más fuerza, la besó y se fue.


Nikolái Gógol (Ruso nacido en Ucrania, 1809-1852).

* En lengua ucraniana -lugar en el que se ubica la acción del relato y de donde era originario su autor-, baba significa partera. Y suelen ser personajes que gozan de cierta importancia, siempre presentes en la mitología, folclor y literatura que narran las costumbres y tradiciones de dicha región.