Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

jueves, 6 de octubre de 2011

El premio Nobel, un año después



No deja de ser curioso que el texto escrito durante al año pasado con mis observaciones y pronósticos para el premio Nobel, haya adquirido plena validez hasta ahora. El poeta sueco Tomas Tranströmer es en estos momentos objeto de las biografías apresuradas y las frases destacadas en los cables de la prensa internacional. La mayoría de los autores de dichas notas no han leído un poema de Tranströmer en su vida, pero esa es la naturaleza de la relación entre los medios y la celebridad. Porque partir de hoy, el poeta sueco dejará de ser un desconocido que sólo les interesaba a sus lectores, para ser mencionado y hasta citado por quienes se han enterado de su existencia a través de artículos lacónicos o de las noticias en televisión. Ahora todos saben que tiene ochenta años y de profesión sicólogo, le adjudican a su poesía las etiquetas de "austera", "introspectiva" o de un "realismo intimista" y en contraste hay quienes la califican como "surrealista"-que sería el caso de Diego Moreno, su editor en español: "Un poeta surrealista pero fácil de leer."-, sólo para darnos una ligera idea de las contradicciones al respecto.

Por cierto y como anécdota marginal, unos minutos antes de que se diera a conocer el nombre de Tranströmer, un sitio en internet que se ostenta como nobelprizeliterature.org se lo adjudicó al escritor serbio Dobrica Cosic: "El premio Nobel de Literatura 2011 es para el escritor serbio Dobrica Cosic, el último disidente del siglo 20, testigo de una era en declive, así como profeta de una era emergente". Lo penoso del asunto es que hasta la televisión serbia se dejó llevar por el engaño que no se aclararía cabalmente sino hasta que de manera oficial se proclamó al sueco como el legítimo ganador.

El 6 de octubre de 2010, incluí aquí en Mitos y reincidencias, un poema suyo, Desde la montaña, traducido por el poeta uruguayo Roberto Mascaró quien, según tengo entendido, se ha dedicado a permitirnos a los hispanoparlantes que no hablamos sueco, la lectura de la obra de Tranströmer. Esta es la última estrofa del poema en cuestión:

Un día vi navegar los deseos del mundo.
Todos el mismo rumbo: una misma flota
"Ahora estamos dispersos. Séquito de nadie."
Eso dicen las velas blancas.

El cielo a medio hacer es un breve poema que le dio título al volumen que apareció publicado en español apenas el año pasado. Así concluye:

Cada persona es una puerta entreabierta
que lleva a una habitación para todos.
La tierra infinita bajo nosotros.
El agua brilla entre los árboles.
La laguna es una ventana a la tierra.

Y ahora una estrofa de Postales negras, la traducción al español es este caso no es de Mascaró, sino de Francisco J. Uriz:

El calendario lleno, futuro desconocido.
El cable tararea la canción folclórica de ningún país.
Nieve cayendo en el mar de grafito. Sombras
luchan en el muelle.

La plaza salvaje tal vez sea su poema más apropiado en esta ocasión:

Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras pero no lenguaje.
Parto hacia la isla cubierta de nieve.
Lo salvaje no tiene palabras.
¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones!
Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve.
Lenguaje, pero no palabras.

En una entrevista para el diario español El País, responde algo que lo puede definir mejor como creador: "Un poema no es otra cosa que un sueño que realizo en la vigilia. El sueño y el poema vienen de la misma persona. Tienen algunas leyes compartidas. Tengo una relación de mucho amor con el sueño. Me voy a la cama como si fuese una fiesta. El despertar es casi siempre una desilusión".
 
 
Jules Etienne