Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

sábado, 25 de mayo de 2019

Tu boca: UNA SEPARACIÓN, de Georges de Peyrebrune

"Permaneció en silencio un instante, con el fuego cintilando en sus ojos bajo el velo del llanto reprimido."

(Fragmento del capítulo XXI)

- ¿Me preguntas porqué no quiero verte de nuevo? Es bien simple, ¿y cómo que no lo comprendes? Es que te quiero, eso es todo...

Permaneció en silencio un instante, con el fuego cintilando en sus ojos bajo el velo del llanto reprimido; después reanudó con acento apasionado y la voz entrecortada, como si las palabras sin aliento escaparan a pesar de ella:

- Sí, te amo... Como el primer día que te amé. Más aún, te amo por todo el amor que te he dado. Te amo por todo lo que tú mismo me has dado. Te amo por el recuerdo inefable de nuestras alegrías, por todos nuestros besos, por todos nuestros delirios... Te amo como te amé aquella noche cuando me trajiste aquí por primera vez. Te amo como te amé en esta noche de luces y éxtasis, en la espléndida soledad de las ruinas griegas, ¡ahora que regreso a ti desde el fondo del templo de Atenea con sus cornisas en las manos y que tú me adoras de rodillas! ¡Yo te amo!... Amo tu mirada que me hace morir, amo el brillo de tu boca entreabierta, yo te amo de amor, de amor, ¿me entiendes? Como tú no lo has hecho jamás, como tú no lo dirás jamás... Y te lo digo ahora porque tienes que saber que todos tus ruegos para volver a verme serán inútiles para mí, yo no será jamás tu hermana, tu confidente o tu amiga: ¡Te amo! Y mi amor está condenado...

- Por ti sola, ¡oh, criatura insensata!

- Por el tiempo que se escapa -respondió Madeleine-, por mi belleza moribunda, por todo lo que fue y pronto ya no será.


Georges de Peyrebrune: Mathilde-Marie Georgina Élisabeth de Peyrebrune 
(Francia, 1841-1917).

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