"... ella no dejaba de mirarlo de frente con sus ojos sumisos, vírgenes y amantes."
(Fragmento del capítulo XV)
Las
dos mujeres bajaron los escalones, y Nejludov avanzó hacia ellas. Su intención
no era desearles la Pascua, pero no podía impedir acercarse a Katusha.*
-
¡Cristo ha resucitado! -dijo Matrena Pavlovna con una señal de cabeza, una
sonrisa y una voz que demostraban la igualdad de todos aquel día; luego se secó
la boca con el pañuelo y se la ofreció a Nejludov.
-
¡Verdaderamente resucitado! -respondió él, y la besó.
Lanzó
una mirada a Katusha, que enrojeció y vino a colcarse muy cerca de él.
- ¡Cristo
ha resucitado, Dmitri Ivanovitch!
- ¡Verdaderamente resucitado! -dijo él. Se besaron dos veces y se detuvieron,
pre- guntándose si debían continuar; e inmediatamente, habiéndolo decidido:
-
Acerca tu boca –le pidió, y se besaron una tercera vez. Los dos sonrieron.
-
¿No van ustedes a casa del sacerdote? -preguntó Nejludov.
-
No, esperaremos aquí, Dmitri Ivanovitch -dijo ella, haciendo un esfuerzo para
hablar.
Su
pecho se levantaba febril; ella no dejaba de mirarlo de frente con sus ojos
sumisos, vírgenes y amantes.
En
el amor entre hombre y mujer sobreviene siempre el minuto en que este amor
alcanza su apogeo y no tiene ya nada de premeditado ni de sensual. Nejludov
había conocido ese minuto en aquella noche de la resurrección de Cristo. Ahora,
sentado en la sala del jurado, si trataba de rememorar todas las circunstancias
en que había visto a Katusha, se alzaba aquel minuto único borrando todo el
resto: la negra cabecita cuidadosamente peinada, con su lazo rojo, su vestido
blanco plisado, moldeando su talle virgen y esbelto y su pecho naciente, y
aquel rubor, y aquellos ojos negros radiantes y tiernos, y, en todo su ser, los
dos rasgos principales: la pureza de su amor virginal, no solamente hacia él,
él lo sabía, sino hacia todos y hacia todo; no solamente hacia lo que había de
bueno en el mundo, sino también hacia aquel mendigo al que había besado.
Ese
amor, él lo sentía aquella noche en ella como en él mismo; y sentía que ese
amor los fundía a ambos en un ser único.
León Tolstói:
Lev Nikoláievich Tolstoi (Rusia, 1828-1910).
* El personaje de Katusha fue interpretado en el cine por las mexicanas
Dolores del Río, en la versión muda de 1927, y por Lupe Vélez, en la versión
sonora de 1931. Ambas
películas fueron dirigidas por Edwin Carewe.
La ilustración en blanco y negro corresponde a Lupe Vélez y John Boles; la segunda, en color, ocurre durante la pascua de resurrección, que da su título a la novela.
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