"¡Qué deliciosa es tu boca, mi dulce Kinnara! Creo en tu boca, es la fuente de la sabiduría."
(Fragmento)
II
II
Suavemente tendido a los pies de la bella Kinnara, el joven rey le suplicaba una can- ción.
- No ofrezco otra canción que no sea ésta: creo en el alma sexual.
- Crees en lo absurdo, Kinnara.
- ¿Cree Vuestra Majestad entonces en el alma neutra?
- Otro absurdo, Kinnara. No, no creo en el alma neutra, ni el alma sexual.
- Pero entonces, ¿en que cree Vuestra Majestad, si no cree en ninguna de ellas?
- Creo en tus ojos, Kinnara, que son el sol y la luz del universo.
- Pero le corresponde escoger: cree en el alma neutra y castiga a la academia viva o cree en el alma sexual y la absuelve.
- ¡Qué deliciosa es tu boca, mi dulce Kinnara! Creo en tu boca, es la fuente de la sabiduría.
Kinnara se levantó agitada, de la misma manera en la que el rey era hombre femenino, ella era una mujer masculina; un búfalo con plumas de cisne. Era el búfalo que andaba ahora en el aposento, pero fue en breve el cisne que se detuvo e, inclinando el cuello, pidió y obtuvo del rey, entre dos caricias, un decreto en el cual la doctrina del alma sexual fue declarada legítima y ortodoxa y la otra absurda y perversa. Ese mismo día se mandó el decreto a la academia triunfadora, a las pagodas, a los mandarines, a todo el reino. La academia puso grandes luces, se restableció la paz pública.
Joaquim Maria Machado de Assis (Brasil, 1839-1908).
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