"Sólo contigo podía ser dichoso, ¡en tus ojos sentir estos labios míos!"
Si
entraras, oh ángel mío, alguna vez
en la
soledad donde soñaba contigo
¡Ah! Vota
un anhelo de días hermosos
¡Que a
tus rodillas pálido vivo!
¡Adiós, alma mía, adiós! Me voy llorando…
¡Adiós, alma mía, adiós! Me voy llorando…
Siento en el pecho el dolor de la
despedida…
Sin ti el mundo es un desierto
oscuro
y tú eres mi vida…
Sólo por tus ojos vivir podría
Sólo por tus ojos vivir podría
y por tu corazón creer y amar…
En tus brazos mi alma unir a la
tuya
¡Y en tu pecho morir!
Pero si el destino me aleja de la ventura
Pero si el destino me aleja de la ventura
llevo en el corazón tu imagen…
¡De noche te enviaré mis suspiros
en el murmullo del viento!
Cuando la noche llega nostálgica y pura,
Cuando la noche llega nostálgica y pura,
contempla la estrella del pastor en
los cielos,
cuando vuelva mi mirada un llanto…
¡Veré los ojos tuyos!
Pero antes de partir, antes de que la vida
Pero antes de partir, antes de que la vida
se ahoge en una lágrima de dolor
permite que deje en tus labios un
beso
¡Un suspiro de amor!
¡Soñé mucho! Soñé en noches ardientes
¡Soñé mucho! Soñé en noches ardientes
tu boca besar… ¡Yo el primero!
Pero la ventura me lo negó… incluso
hasta
¡El beso definitivo!
Sólo contigo podía ser dichoso,
Sólo contigo podía ser dichoso,
¡en tus ojos sentir estos labios
míos!
Y muero de celos y de nostalgia…
¡Adiós, ángel mío, adiós!
Manuel Antônio Álvares de Azevedo (Brasil, 1831-1852).
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