Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

domingo, 5 de mayo de 2019

Tu boca: LA ADÚLTERA, de Theodor Fontane


Liddi

(Fragmento)

- Mi querida y vieja amiga -repitió Melanie-. Sí, Riekchen, eso eras, eso has sido. Una verdadera amiga que siempre me aconsejó el bien y nunca me aduló. Pero no sirvió de nada, y nunca he comprendido cómo se pueden tener principios o escrúpulos, que es casi lo mismo, pero a mí siempre me han parecido algo aún más difícil e innecesario. Yo siempre he hecho exclusivamente lo que me apetecía, lo que me gustaba, según el estado de ánimo del momento. Y no me parece que sea una cosa tan mala. Tampoco ahora. Pero es peligroso, lo admito, e intentaré corregirme. Lo aprenderé. Seguro. Y ahora cuéntame. Cien preguntas me queman en el alma.

Riekchen había entrado azarada y había permanecido en esa actitud, pero ahora bajando la mirada y luego dirigiéndola con amabilidad y seguridad a Melanie dijo:

- Quería ver con mis propios ojos... No he venido a espaldas de él. Él lo sabe y me ha animado.

A Melanie le temblaban los labios.

- ¿Está resentido? Dímelo, quiero saberlo. De tu boca puedo escuchar todo. En los días de Navidad estuvo aquí Reiff. Entonces no quise. Hay una diferencia en quién habla. Y si es la curiosidad o el corazón. Dime ¿está resentido?

La pequeña movió la cabeza de un lado a otro y dijo:

- ¡Cómo! Si estuviera resentido no estaría yo aquí. Ha sido muy desdichado y todavía se siente desdichado. Es un sentimiento que le consume y le mortifica. Pero ha recuperado la serenidad. Es decir, de cara a la gente. Y así seguirá, porque te quería mucho, Melanie, tanto como él era capaz de querer. Tú eras su orgullo y se alegraba cuando te veía.

Theodor Fontane (Alemania, 1819-1898).

(Traducido al español por Genoveva Dieterich).

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