Oh soñadora: para que yo me sumerja
en la pura delicia sin camino,
sabe, por una sutil mentira,
en la pura delicia sin camino,
sabe, por una sutil mentira,
guardar mi ala en tu mano.
Una frescura de
crepúsculo
te llega a cada compás,
cuyo golpe prisionero hace retroceder
cuyo golpe prisionero hace retroceder
el horizonte delicadamente.
¡Vértigo! He aquí que se
estremece
el espacio como un gran beso
que, loco de nacer para nadie
que, loco de nacer para nadie
ni
estalla al fin ni se apacigua.
¿Sientes el paraíso feroz,
lo mismo que
una risa enterrada,
fluir del ángulo de tu boca
fluir del ángulo de tu boca
al fondo el pliegue
unánime?
El cetro de las riberas rosas
estancado sobre las tardes de
oro, éste lo es,
este blanco vuelo cerrado que tú dejas posarse
contra el fuego de un brazalete.
este blanco vuelo cerrado que tú dejas posarse
contra el fuego de un brazalete.
Stéphane Mallarmé (Francia, 1842-1898).
(Traducido del francés por Alfonso Reyes).
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