Regresa la primavera a Vancouver.

martes, 31 de octubre de 2023

Eclipse solar: EL LIBRO DE LAS CANCIONES, de Heinrich Heine

"Te saldrá el hielo a la cara cuando se eclipse tu sol."

XLVIII
 
Todo el calor del verano
a tus mejillas asoma,
pero el hielo del invierno
en tu corazón se acomoda.
 
En eso habrá mudanza,
¡mi única beldad!:
Te saldrá el hielo a la cara
cuando se eclipse tu sol.
 
 
Heinrich Heine (Alemania, 1797-1856).
 
(Traducido del alemán por Berit Balzer).

lunes, 30 de octubre de 2023

Eclipse solar: HIPERIÓN, de John Keats

"... dos alas de plata clara..."

(Fragmento del primer libro)
 
Dos alas tenía este orbe
de pura gloria, dos alas de plata clara,
que se elevaban al acercarse el Dios;
y entonces, de la sombra se levantaron sus plumas inmensas,
una a una, hasta desplegarse enteras,
mientras el globo deslumbrante prolongaba su eclipse
a la espera de la orden de Hiperión.
 
 
John Keats (Poeta inglés fallecido en Italia, 1795-1821).
 
(Traducido al español por Julio Cortázar).

domingo, 29 de octubre de 2023

Eclipse solar: ANALECTAS, de Novalis

"Soñamos con viajes por el universo (...) pero qué distinto nos parecerá, cuando el eclipse haya pasado..."
 
17

La fantasía ubica el mundo futuro colocándolo, o bien en la altura, o bien en la profundidad, respecto a nosotros, o lo hace en la metempsicosis. Soñamos con viajes por el universo. ¿Es que no está el universo en nosotros? No conocemos las profundidades de nuestro espíritu. Hacia adentro va el camino misterioso. En nosotros, o en ninguna parte, está la eternidad con sus mundos, el pasado y futuro. El mundo exterior es el mundo de las sombras, arroja sus sombras al reino de la luz. Por cierto ahora el interior nos parece tan oscuro, solitario, amorfo, pero qué distinto nos parecerá, cuando el eclipse haya pasado y el cuerpo sombrío se haya retirado. Gozaremos más que nunca, pues nuestro espíritu ha crecido.

Novalis:
Georg Philipp Friedrich von Hardenberg (Alemania, 1772-1801).

sábado, 28 de octubre de 2023

Eclipse solar: ALBA DEL NIHILISMO, de Jean Paul

"... en aquel vacío cielo nocturno busqué el sol y creí que un eclipse lo ocultaba. Los sepulcros estaban abiertos..."
 
Lamentación de Shakespeare muerto, en la iglesia, rodeado de oyentes muertos, en donde se proclama que Dios no existe
 
(Fragmento)

De joven, muchas veces oí que a las once de la noche, cuando estamos sumergidos en un profundo sueño, los muertos se levantan del sepulcro y remedan en la iglesia el oficio divino de los vivos; por eso yo, en aquellos días, cuando se hacía tarde contemplaba de muy mala gana los altos ventanales de la iglesia y el resplandor de la luna que relucía en ellos.
 
- Ahora quiero contar un sueño que tuve; y es que yo creo en los sueños: es como si los sueños hiciesen llegar nuestra mirada a riberas lejanas, cubiertas de nubes, como si nos elevasen, separándonos del fragor de la cascada que ruge ahí abajo, hasta quietas alturas desde las cuales contemplar, de nivel en nivel, tanto el silencioso fluir de la vida como el cielo, que está por encima de la vida y también dentro de ella.
 
Soñé que me despertaba en un camposanto. Oí moverse los engranajes del reloj de la torre y dar las once -y en aquel vacío cielo nocturno busqué el sol, y creí que un eclipse lo ocultaba-. Los sepulcros estaban abiertos, así como las puertas de hierro del osario; sobre los muros vagaban sombras que nadie proyectaba, y otras sombras se erguían en el aire. A veces, un fulgor relampagueante iluminaba los ventanales de la iglesia y dos notas disonantes, vibrando incesantemente, luchaban en su interior, pretendiendo en vano armonizarse. Sin darme cuenta, me vi empujado a la iglesia, en la que, tras el altar, resonaba, viviente, una voz honda y solitaria. Vi figuras descono- cidas, acuñadas por siglos antiguos, estremecidas: las más lejanas trepidaban con mayor violencia, deshaciéndose en sombras descoloridas; y tras el altar había una oscuridad vibrante, en la que las sombras se despedazaban -la asamblea de los muertos iba siendo progresivamente succionada por la oscuridad, que acababa por devorarlos-. En sarcófagos descubiertos yacían difuntos que dormían, como con el rostro invadido por vívidos sueños, y que a veces sonreían; pero quienes estaban despiertos no sonreían en absoluto. Muchos de ellos, expectantes, se volvieron hacia mí, entreabriendo los párpados; pero detrás de ellos no tenían ojos, y en la parte izquierda del pecho, en el sitio del corazón, había un agujero -estos seres, con un esfuerzo derrotado, querían aferrar algo en el aire, con lo que su brazo, alargándose, acababa por desgajarse y partirse en pedazos. En lo alto de la iglesia estaba colocado el cuadrante de la eternidad, en el que no había números ni manecillas, y que giraba sobre sí mismo; y, sin embargo, un dedo negro apuntaba a él, y los muertos se esforzaban por ver allí el tiempo.


Jean Paul: Johann Paul Friedrich Richter (Alemania, 1763-1825).

viernes, 27 de octubre de 2023

Eclipse solar: EL DIVINO NARCISO, de Sor Juana Inés de la Cruz

  "¡Las luces del sol apaga en la mitad de su curso!"

Cuadro Quinto
 
(Fragmento de la escena XIII)

Suena terremoto; cae Narciso dentro del vestuario, y salen asustados Eco, la Soberbia y el Amor Propio.

Eco: ¡Qué eclipse!

Soberbia: ¡Qué terremoto!

Amor Propio: ¡Qué asombro!

Eco: ¡Qué horror!

Soberbia: ¡Qué susto!

Eco:
¡Las luces del sol apaga
en la mitad de su curso!

Amor Propio: ¡Cubre de sombras el aire!

Soberbia:
¡Viste a la luna de luto!
rompiendo su ceño duro se despedazan, mostrando
que aún en lo insensible cupo el sentimiento.





Eco:
Y lo más
portentoso que descubro,
es que no causa este eclipse
aquel natural concurso
del sol y la luna, cuando
-los dos luminares juntos
en perpendicular línea-
la interposición del uno
no nos deja ver al otro,
y así el sol parece obscuro,
no porque él lo esté, sino
porque no se ven sus puros
resplandores. Pero ahora,
siguiendo apartados rumbos,
distantes están, y así
ningún astro se interpuso
a ser de su luz cortina,
sino que él, funesto y mustio,
sus resplandores apaga,
como si fueran caducos.

Amor propio:
Y quizá por haber eso
observado, en el tumulto
donde todo el universo
sirve de pequeño vulgo,
algún astrólogo grande
prorrumpe en la voz que escucho
entre la asombrada turba,
pues dice en ecos confusos (...)


Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1651-1695).
 
La fotografía corresponde a la puesta en escena de El divino Narciso por parte del grupo Fénix Novohispano,
bajo la dirección de Juan Manuel Martínez.

jueves, 26 de octubre de 2023

Eclipse solar: PARAÍSO PERDIDO, de John Milton

 
(Fragmento)
 
Versión rimada:
 
Así el sol, al nacer en una oscura
Atmósfera cubierta de vapores,
Sólo despide tristes resplandores,
O alguna claridad poco segura;
Y tal también se ve descolorido
Cuando su hermana eclipsa su encendido
Inmenso disco, que penado arroja
Algún rayo de luz funesta y roja,
Anuncio de sucesos desgraciados,
Terror de los más altos potentados,
Mas con todo, a pasar de las fatales
Tinieblas con que espanta a los mortales,
Los demás astros nunca lo disputan
El Reino, y vasallaje lo tributan.
Tal el terrible Arcángel se presenta:
Su resplandor celeste, aunque eclipsado
Eclipsa a los demás. Su rostro, arado
Por el vengador rayo, está cubierto
De negros surcos...
 
Versión en prosa:
 
Era comparable con el sol naciente cuando sus rayos atraviesan con dificultad la niebla, o cuando situado a espaldas de la luna en los sombríos eclipses difunde un crepúsculo funesto y atormenta a los reyes con el temor que inspiran sus revoluciones. Así oscurecido, brillaba más el arcángel que todos sus compañeros: pero surcaban su rostro profundas cicatrices causadas por el rayo, y en la inquietud que en sus demacradas mejillas y bajo sus cejas se retrataba, al par que en su intrepidez, e indomable orgullo, parecía anhelar el momento de la venganza.
 
John Milton (Inglaterra, 1608-1674).
 
La ilustración corresponde a la recreación visual de Paraíso perdido por Terrance Lindall.

Eclipse solar: LA ISLA FELSENBURG, de Johann Gottfried Schnabel

"... justo cuando el eclipse de sol llegó a su grado más alto y horrible."
 
Extraños hechos de algunos navegantes
 
(Párrafo inicial del Libro primero)
 
La pregunta de si se debe prever una fatalidad particular en aquellos niños nacidos cuando se presentan eclipses solares o lunares en el firmamento se la dejaré a los eruditos de la naturaleza y daré inicio a la historia que me he propuesto contar de este modo: le informo al benévolo lector, como algo curioso, que yo, Eberhard Julio, vi la luz de este mundo el 12 de mayo de 1706, justo cuando el famoso eclipse dde sol llegó a su grado más alto y horrible.

Mi padre, que era un comerciante próspero y que aún no había llegado a vivir un año entero de casado con mi madre, a causa del doble sobresalto, habría llegado casi a desesperar; sin embargo, cuando, poco después, tuvo el placer de ver a mi madre bastante vivaz y alegre, y de besarme en tanto su sano tierno primogénito, no cupo en sí –según me contaron– de alegría.

 
Johann Gottfried Schnabel (Alemania, 1692-1760).
 
(Traducido al español por Martín Koval).

martes, 24 de octubre de 2023

Eclipse solar: HAMLET, de William Shakespeare

"... se ocultó el sol entre celajes funestos y el húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, padeció eclipse como si el fin del mundo hubiese llegado."
 
(Fragmento del primer acto, escena I)
 
Horacio: Yo te lo diré, o a lo menos, los rumores que sobre esto corren. Nuestro último Rey (cuya imagen acaba de aparecérsenos) fue provocado a combate, como ya sabéis, por Fortimbrás de Noruega estimulado por la más orgullosa emulación. En aquel desafío, nuestro valeroso Hamlet (que tal renombre alcanzó en la parte del mundo que nos es conocida) mató a Fortimbrás, el cual por un contrato sellado y ratificado según el fuero de las armas, cedía al vencedor (dado caso que muriese en la pelea) todos aquellos países que estaban bajo su dominio. Nuestro Rey se obligó también a cederle una porción equivalente, que hubiera pasado a manos de Fortimbrás, como herencia suya, si hubiese vencido; así como, en virtud de aquel convenio y de los artículos estipulados, recayó todo en Hamlet. Ahora el joven Fortimbrás, de un carácter fogoso, falto de experiencia y lleno de presunción, ha ido recogiendo de aquí y de allí por las fronteras de Noruega, una turba de gente resuelta y perdida, a quien la necesidad de comer determina a intentar empresas que piden valor; y según claramente vemos, su fin no es otro que el de recobrar con violencia y a fuerza de armas los mencionados países que perdió su padre. Este es, en mi dictamen, el motivo principal de nuestras prevenciones, el de esta guardia que hacemos, y la verdadera causa de la agitación y movimiento en que toda la nación está.
 
Bernardo: Si no es esa, yo no alcanzo cuál puede ser..., y en parte lo confirma la visión espantosa que se ha presentado armada en nuestro puesto, con la figura misma del Rey, que fue y es todavía el autor de estas guerras.
 
Horacio: Es por cierto una mota que turba los ojos del entendimiento. En la época más gloriosa y feliz de Roma, poco antes que el poderoso César cayese quedaron vacíos los sepulcros y los amortajados cadáveres vagaron por las calles de la ciudad, gimiendo en voz confusa; las estrellas resplandecieron con encendidas colas, cayó lluvia de sangre, se ocultó el sol entre celajes funestos y el húmedo planeta, cuya influencia gobierna el imperio de Neptuno, padeció eclipse como si el fin del mundo hubiese llegado. Hemos visto ya iguales anuncios de sucesos terribles, precursores que avisan los futuros destinos, el cielo y la tierra juntos los han manifestado a nuestro país y a nuestra gente... Pero. Silencio... ¿Veis?..., allí... Otra vez vuelve... Aunque el terror me hiela, yo le quiero salir al encuentro. Detente, fantasma. Si puedes articular sonidos, si tienes voz háblame. Si allá donde estás puedes recibir algún beneficio para tu descanso y mi perdón, háblame. Si sabes los hados que amenazan a tu país, los cuales felizmente previstos puedan evitarse, ¡ay!, habla... O si acaso, durante tu vida, acumulaste en las entrañas de la tierra mal habidos tesoros, por lo que se dice que vosotros, infelices espíritus, después de la muerte vagáis inquietos; decláralo... Detente y habla... Marcelo, detenle.
 
William Shakespeare (Inglaterra, 1564-1616).
 
La ilustración corresponde a los personajes Marcelo, Bernardo y Horacio, escena inicial del primer acto de Hamlet.

lunes, 23 de octubre de 2023

Eclipse solar: AL HOMBRO EL CIELO, AUNQUE SU SOL SIN LUMBRE, de Lope de Vega


Soneto 28

A un caballero, llevando su dama a enterrar él mismo
 
Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre,
y en eclipse mortal las más hermosas
estrellas, nieve ya las puras rosas,
y el cielo tierra, en desigual costumbre.
 
Tierra, forzosamente pesadumbre,
y así, no Atlante, a las heladas losas
que esperan ya sus prendas lastimosas,
Sísifo sois, por otra incierta cumbre.
 
Suplícoos me digáis, si Amor se atreve
¿cuándo pesó con más pesar, Fernando,
o siendo fuego, o convertida en nieve?
 
Mas el fuego no pesa, que exhalando
la materia a su centro, es carga leve;
la nieve es agua, y pesará llorando.
 
 
Félix Lope de Vega y Carpio (España, 1562-1635).

domingo, 22 de octubre de 2023

Eclipse solar: GARGANTÚA, de François Rabelais

"Ni siquiera el Etna tembló tan agitado cuando el hijo de Titán fue arrojado."

(Fragmento del capítulo LVIII: El enigma profético)
 
Los más dichosos que de ella más tuvieran
Menos que de la pérdida y se abstuvieran
A esforzarse en más de una manera
Para esclavizarla y que se rinda prisionera,
En tal lugar como derrota del pobre
Sin poder reconocer a quien la recobre.
Y lo que es peor de este triste accidente
El claro sol, antes de que entre en occidente
Dejará que la oscuridad se derrame brutal
Más allá de un eclipse, o de noche natural.
De un solo golpe perderá su libertad
Y del alto cielo el favor de su claridad.
O por lo menos permanecerá desierto,
Pierde cuando avanza entre estas ruinas, es cierto
Durante largo tiempo sensiblemente ha mostrado
lo que tras el violento terremoto se ve devastado,
Ni siquiera el Etna tembló tan agitado
Cuando el hijo de Titán fue arrojado.

  
(Les plus heureux qui plus d'elle tiendront
Moins de la perdre et gâter s'abstiendront,

Et tâcheront en plus d'une manière
À l'asservir et rendre prisonnière,
En tel endroit que la pauvre défaite
N'aura recours qu'à celui qui l'a faite.
Et pour le pis de son triste accident
Le clair soleil, ains qu'être en occident
Lairra épandre obscurité sur elle
Plus que d'éclipse, ou de nuit naturelle.
Dont en un coup perdra sa liberté,
Et du haut ciel la faveur et clarté.
Ou pour le moins demeurera déserte,
Mais elle avant cette ruine et perte
Aura long temps montré sensiblement
Un violent et si grand tremblement,
Que lors Etna
ne fut tant agitée,
Quand sur un fils de Titan fut jetée
).

François Rabelais (Francia, 1494-1553).

(Traducido del francés por Jules Etienne).

Las ilustraciones corresponden a la erupción del monte Etna, en Sicilia, y al personaje mitológico Tifón,
quien fuera confinado por Zeus a permanecer en el fondo de dicho volcán, trabajo visual de Stefan Kopinski.  

sábado, 21 de octubre de 2023

Eclipse solar: DIVINA COMEDIA, de Dante Alighieri

"Si fuese cierto, se manifestaría en los eclipses de Sol, porque la luz de éste pasaría a través de la Luna..."
 
Paraíso
 
(Fragmento del Canto II)
 
- Verás de un modo cierto que tu creencia está basada en una idea falsa, si escuchas bien el argumento que voy a oponerte. La octava esfera os muestra muchas luces, las cuales puede verse que presentan aspectos diferentes así en calidad como en cantidad. Si esto fuera efecto solamente del enrarecimiento y la densidad, en todas ellas habría una sola e idéntica virtud, aunque distribuida en más o menos abundancia y proporcionalmente a sus respectivas masas. Siendo diversas las virtudes, necesariamente han de ser fruto de principios formales; y éstos, menos uno, quedarían destruidos por tu raciocinio. Además, si el enrarecimiento fuese la causa de aquellas manchas acerca de las cuales me preguntas, entonces o el planeta estaría en algunos puntos privado de su materia de parte a parte, o bien del modo que en un cuerpo alternan lo graso y magro, así el volumen de éste se compondría de hojas diferentes. Si fuese cierto lo primero, se manifestaría en los eclipses de Sol, porque la luz de éste pasaría a través de la Luna, como atraviesa por cualquier cuerpo enrarecido. Esto no es así; por lo tanto hemos de examinar el otro supuesto; y si llego también a anularlo, verás demostrado lo falso de tu opinión. Si ese cuerpo enrarecido no llega de un lado a otro de la Luna, es preciso que termine en algún punto donde su contrario no deje pasar la luz, y que el otro rayo reverbere desde allí, como el color se refleja en un cristal que está forrado de estaño. Pero tú dirás que el rayo aparece aquí más oscuro que en otras partes, porque se refracta desde mayor profundidad. De esta réplica puede librarte la experiencia, si haces uso de ella alguna vez, por ser la fuente de donde manan los arroyos de vuestras artes. Toma tres espejos: coloca dos de ellos delante de ti a igual distancia, y el otro un poco más lejos: después fija tus ojos entre los dos primeros. Vuelto así hacia ellos, dispón que a tu espalda se eleve una luz que ilumine los tres espejos, y vuelva a ti reflejada por todos; entonces, aun cuando la luz reflejada sea menos intensa en el más distante, verás que resplandece igualmente en los tres. Desvanecido ya el primer error de tu entendimiento, como a impulso de los cálidos rayos se desvanecen el color y el frío primitivos de la nieve, quiero mostrarte ahora una luz tan viva, que apenas aparezca sentirás sus destellos. Dentro del Cielo de la divina paz se mueve un cuerpo, en cuya virtud reside el ser de todo su contenido. El Cielo siguiente, que tiene tantas estrellas, distribuye aquel ser entre diversas esencias, distintas de él y que en él están contenidas. Los demás cielos, por varios y diferentes modos, disponen para sus fines aquellas cosas distintas que hay en cada uno, y sus influencias. Estos órganos del mundo van así descen- diendo de grado en grado, como ahora ves, de suerte que adquieren del superior la virtud que comunican al inferior. Repara bien cómo voy por este camino hacia la verdad que deseas, a fin de que después sepas por ti solo vencer toda dificultad. El movimiento y la virtud de las sagradas esferas deben proceder de los bienaventura- dos motores, como del artífice procede la obra del martillo. Aquel cielo, al que tantas luces hermosean, recibe forma y virtud de la inteligencia profunda que lo mueve, y se transforma en su sello. Y así como el alma dentro de vuestro polvo se extiende a los diferentes miembros, aptos para distintas facultades, así la inteligencia despliega por las estrellas su bondad multiplicada, girando sobre su unidad. Cada virtud se une de distinto modo con el precioso cuerpo a quien vivifica, y en el cual se infunde como en vosotros la vida. Por la plácida naturaleza de donde se deriva, esa virtud mezclada a los cuerpos celestes brilla en ellos, como la alegría en una pupila ardiente. De ella procede la diferencia que se observa de luz a luz, y no de los cuerpos densos y enrarecidos; ella es el principio formal que produce lo oscuro y lo claro, según su bondad.
 
Dante Alighieri (Italia, 1265-1321).

viernes, 20 de octubre de 2023

Eclipse solar: VIDAS PARALELAS (Pelópidas), de Plutarco

"... cuando el general estaba para partir, hubo un eclipse de sol, y en medio del día quedó la ciudad en tinieblas."

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Concilió esta embajada no pequeña consideración a Pelópidas en su vuelta, tanto por la repoblación de Mesena como por la independencia de todas las ciudades griegas. En tanto, Alejandro de Feras había descubierto otra vez su carácter, destruyendo, no pocas ciudades de la Tesalia y poniendo guarniciones en la Ftiótide, en la Acaya y por toda la Magnesia; noticiosas las demás ciudades del regreso de Pelópidas, enviaron al punto embajadores a Tebas, pidiendo tropas, y a éste por caudillo. Decretóse así sin tardanza, y hechos prontamente todos los preparativos, cuando el general estaba para partir, hubo un eclipse de sol, y en medio del día quedó la ciudad en tinieblas. Pelópidas, viéndolos a todos consternados con este accidente, creyó que no convenía violentarlos en su terror y desaliento, ni tampoco aventurar en la empresa las vidas de siete mil ciudadanos; así, ofreciéndose por sí solo a los Tésalos, y tomando únicamente consigo trescientos extranjeros de a caballo que voluntariamente le siguieron, partió, contra la opinión de los agoreros y el deseo de los demás ciudadanos, a quienes parecía que aquella señal del cielo no se hacía sino por un varón ilustre. Él, por otra parte, estaba muy acalorado contra Alejandro por las ofensas que le había hecho, y esperaba también encontrar su misma casa indispuesta y enconada contra él por las conversaciones que había tenido con Teba. Mas lo que sobre todo le atraía era lo brillante de la acción: pues cuando los Lacedemonios habían enviado a Dionisio, el tirano de Sicilia, generales y goberna- dores, y cuando los Atenienses recibían sueldo del mismo Alejandro y le habían puesto una estatua de bronce como a bienhechor, entonces mismo se afanaba él y aspiraba al honor de hacer ver a los Griegos que solos los de Tebas hacían la guerra a los tiranos y quebrantaban en la Grecia los poderíos violentos e injustos.
 
Plutarco de Queronea:
como ciudadano romano Lucio Mestrio Plutarco (Grecia, 46 o 50-120).

jueves, 19 de octubre de 2023

Eclipse solar: SATIRICÓN, de Petronio

"... se eclipsa el sol; con círculo sangriento, aparece la luna mustia y pálida..."

(Fragmento del capítulo CXXII)

 A estas palabras se encapota el cielo;
el relámpago brilla, cae el rayo
en la roca vecina y la reduce
a polvo en breve espacio.
La cólera de Jove, hace que escape
al infierno Plutón amedrentado.
El Averno se estremece; los dioses
nuestras discordias vengadores arman;
se eclipsa el sol; con círculo sangriento,
 aparece la luna mustia y pálida;
tiemblan los montes, y ábrense sus cumbres
vomitando feroces fuego y lava;
suena el clarín, en lo alto de los cielos,
que anuncia a los humanos las batallas;
y se encrespan las olas de los mares;
y llueve sangre; y de las tumbas se alzan
 sombras que gimen; y un cometa anuncia
en el cielo la guerra y la matanza.
 
 
Cayo Petronio: Gaius (Titus) Petronius Arbiter (Romano nacido en Marsella, 14 o 27-65).

miércoles, 18 de octubre de 2023

Eclipse solar: GEÓRGICAS, de Virgilio

"... mostradme las sendas del cielo y el curso de las estrellas, y los varios eclipses del sol y los giros de la luna..."

(Fragmento del Libro II)
 
¡Oh Musas, dulces para mí sobre todas las cosas, a quienes rindo culto con gran amor!, acogedme en vuestro regazo y mostradme las sendas del cielo y el curso de las estrellas, y los varios eclipses del sol y los giros de la luna; cuál sea la causa de los terremotos, por qué fuerza se hinchan los profundos mares, rompiendo sus barreras, y luego vuelven a su primer sosiego; por qué los soles invernales se dan tanta prisa en sumirse en el Océano, y por qué son tan tardías las noches de verano. Mas si la sangre ya fría que circuye mis entrañas impide que pueda sondar estos misterios de la naturaleza, plázcanme los campos y los arroyos que riegan los valles; contento en mi oscuridad, deléitenme los ríos y las selvas. ¿Dónde estáis, ¡oh campos, oh Esperquio y oh monte Taigeto!, frecuentados por las vírgenes bacantes de Laconia? ¡Oh, quién me llevará a los helados valles del Hemo y me cobijará con la gran sombra de sus enramadas!

Publio Virgilio Marón: Publius Vergilius Maro (Imperio romano, 70 a. de C.-19 a. de C.)

(Traducido al español por Eugenio de Ochoa, versión en prosa).

martes, 17 de octubre de 2023

Eclipse solar: LA ODISEA, de Homero

"El sol ha desaparecido del cielo y se ha extendido funesta niebla."

(Fragmento del canto XX: La última cena de los pretendientes)

Y le contestó Telémaco discretamente:
 
«¡No, por Zeus, Agelao, y por las tristezas de mi padre quien puede que haya muerto o ande errante lejos de Ítaca! De ninguna manera trato de retrasar el casamiento de mi madre; por el contrario, la exhorto a casarse con el que quiera e incluso le doy regalos innumerables. Pero me avergüenzo de arrojarla del palacio contra su voluntad, con palabra forzosa. ¡No permita la divinidad que esto suceda!»
 
Así lo dijo Telémaco, y Palas Atenea levantó una risa inextinguible entre los preten- dientes y les trastornó la razón. Reían con mandíbulas ajenas y comían carne sanguinolenta; sus ojos se llenaban de lágrimas y su ánimo presagiaba el llanto. Entonces les habló Teoclímeno, semejante a un dios:
 
«¡Ah, desdichados!, ¿qué mal es éste que padecéis? En noche están envueltas vuestras cabezas y rostros y de vuestras rodillas abajo. Se enciende el gemido y vuestras mejillas están llenas de lágrimas. Con sangre están rociados los muros y los hermosos intercolumnios y de fantasmas lleno el vestíbulo y lleno está el patio de los que marchan a Erebo bajo la oscuridad. El sol ha desaparecido del cielo y se ha extendido funesta niebla.»
 
Así dijo, y todos se rieron de él dulcemente. Y Eurímaco, hijo de Pólibo, comenzó a hablar entre ellos:
 
«Está loco el forastero recién llegado de tierra extraña. Vamos, jóvenes, llevadlo fuera de la casa; que marche al ágora, ya que piensa que aquí es de noche.»

 
Homero (Grecia, siglo VIII a. de C.).

lunes, 16 de octubre de 2023

Eclipse solar: EL SIGLO MALDITO, de Geofrrey Parker

"... cinco chivos expiatorios «naturales»: las estrellas, los eclipses, los terremotos, los cometas y manchas solares."
 
(Fragmento del capítulo 1: La pequeña edad de hielo)
 
La popularidad de las obras de teatro, la sodomía y la brujería como explicaciones de la catástrofe en el siglo XVII apenas eran nada en comparación con los cinco chivos expiatorios «naturales»: las estrellas, los eclipses, los terremotos, los cometas y las manchas solares. En Alemania, un diplomático sueco se preguntaba en 1648 si el aluvión de rebeliones de la época podía «explicarse mediante algún tipo de configuración general de las estrellas en el firmamento»; mientras que, según un cronista español, únicamente «la malignidad de los astros» podía explicar la coincidencia de que «en un año (1647-1648) que no sólo en Nápoles, sino también en Sicilia, en el Estado Eclesiástico, en Inglaterra y Francia, y aún en la Metrópolis del Oriente, se veyan (sic) o se prevenían para el siguiente atrocidades y casos tan raros, que en otra ninguna era». Pocos años más tarde, el historiador italiano Maiolino Bisaccione argumentaba en este mismo sentido que sólo «la influencia de las estrellas» podía haber generado tanta «ira entre el pueblo contra los gobiernos» de su época.
 
Otros culpaban a los eclipses. El autor de un almanaque español estaba completa- mente seguro de que un reciente eclipse de Sol había producido «grandes alborotos de guerra, como mudanzas de estados, daño en gente popular» entre marzo de 1640 y marzo de 1642 (así como otras catástrofes meticulosamente pronosticadas hasta el año 2400). Una recopilación inglesa similar predecía que los dos eclipses lunares y el pronóstico de una inusual conjunción planetaria para 1642 traerían «muchos accidentes extraños», a saber, «graves fiebres tercianas, guerra, hambruna, peste, incendios de viviendas, violaciones, despoblación, homicidios, sediciones secretas, destierros, encarcelamientos, muertes violentas e inesperadas, asaltos, robos e invasiones piratas». Otro, por lo demás, sensato cronista, escribió dos años después de la revolución de Nápoles de 1647 que la culpa de todo la tenía un reciente eclipse solar; mientras que en Irán, otro eclipse solar acaecido en 1654 condujo a algunos «sabios persas» a afirmar que aquello significaba «que el rey había muerto; otros decían que habría una guerra y derramamiento de sangre; otros, en cambio, que se producirían muertes por doquier». En la India, incluso los emperadores mongoles tomaban precauciones especiales durante los eclipses, permaneciendo bajo techo y comiendo y bebiendo muy poco; mientras que en el Paraíso perdido, escrito entre 1658 y 1663, John Milton se hacía eco del pánico popular cuando el Sol
... desde detrás de la Luna
en los sombríos eclipses difunde un crepúsculo funesto
sobre la mitad de las naciones; y con el temor al cambio
desconcierta a los monarcas.


Geoffrey Parker (Inglaterra, 1943).

domingo, 15 de octubre de 2023

Eclipse solar: HAIKÚ, Anónimo


Eclipse de sol,
como la tinta sin luz.
Estrellas brillan.
 
Este haikú anónimo debió inspirarse en la crónica sobre el eclipse solar ocurrido el 9 de agosto del año 975 recogida en Hyaku Rensho: "El sol sufrió un eclipse; desapareció por completo. Era como tinta sin luz. Todas las estrellas se vieron (o: las estrellas fueron visibles durante el día)". The Sun was eclipsed; it was all gone. It was like ink and without light. The stars were all visible (or: stars were visible in the daytime). De acuerdo con lo publicado por F. Richard Stephenson en su Historia de los eclipses y la rotación de la Tierra (1997). En cuanto a Hyaku Rensho, se trata del recuento histórico de la corte imperial japonesa entre los años 960 a 1269.

sábado, 14 de octubre de 2023

Eclipse solar: DICCIONARIO FILOSÓFICO, de Voltaire

"Las tinieblas de la superstición son más peligrosas que las de los eclipses."

Eclipse
 
(Fragmentos)

Durante mucho tiempo los pueblos consideraron los fenómenos extraordinarios como presagios de sucesos prósperos o adversos. Los historiadores romanos observaron que un eclipse de sol acompañó el nacimiento de Rómulo, que otro anunció su muerte y un tercero precedió la fundación de Roma.
 
En el artículo Visión de Constantino hablaremos con detalle de la aparición de la cruz que precedió al triunfo del cristianismo, y en el artículo Profecías trataremos de la estrella nueva que apareció cuando el nacimiento de Jesús. Aquí nos limitaremos a indicar que el mundo se cubrió de tinieblas en los momentos en que expiraba el Salvador.
 
Los escritores griegos y latinos de la Iglesia citan como auténticas dos cartas atri- buidas a Dionisio el Areopagita, en las que refiere que encontrándose en Heliópolis con su amigo Apolofano vieron de repente, hacia la hora sexta, que la luna se colocaba bajo el sol, produciendo un gran eclipse. En seguida, cerca de la hora nona, se apercibieron de que la luna abandonaba el sitio que ocupaba para colocarse en la parte opuesta. Entonces tomaron las reglas de Felipe Arideus y, tras examinar el curso de los astros, comprobaron que lógicamente el sol no pudo producir un eclipse en aquel momento. Además, observaron que la luna, contra su marcha natural, en vez de venir desde Occidente a colocarse debajo del sol, llegó por la parte de Oriente y se volvió hacia atrás por la misma parte. Esto hizo decir a Apolofano: «Estos son, mi querido Dionisio, trueques divinos», a lo que Dionisio apostilló: «O el autor de la naturaleza sufre, o la máquina del universo quedará pronto destruida».

Dionisio añade que habiendo tomado nota de la hora y año en que se produjo ese prodigio, y combinando todo ello con lo que Pablo dijo algún tiempo después, se rindió a la evidencia de la verdad, al igual que su amigo. Así se originó la creencia de que las tinieblas que oscurecieron el mundo en la muerte de Cristo fueron producto de un eclipse sobrenatural, hasta que Maldonat dijo que ésta era la opinión de los católicos. Era, en efecto, difícil oponerse a la declaración de un testigo ocular, sabio e imparcial, porque entonces se supone que Dionisio era todavía pagano.

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No se da crédito a los supuestos testimonios de Dionisio, Flegón y Thallus, y reciente- mente se ha citado la historia de China en cuanto al gran eclipse de sol que supusieron tuvo lugar contra todo pronóstico el año treinta y dos del nacimiento de Jesucristo. La primera obra que lo menciona es una Historia de China, que publicó en París en 1672 el jesuita Greslon. En el extracto que incluyó el Diario de los sabios, el 2 de febrero de ese año, se encuentra el siguiente pasaje:
 
«Los anales de China refieren que en el mes de abril del año treinta y dos de Jesucristo hubo un gran eclipse de sol, en contra de las leyes de la naturaleza. Si ello fue verdad, ese eclipse podría ser muy bien el que ocurrió durante la pasión de Jesucristo, que murió en el mes de abril según opinan algunos autores. Por esto los misioneros que están en China ruegan a los astrónomos de Europa que estudien si hubo o no eclipse en dichos mes y año, y si pudo tener lugar en forma natural, porque probando esa circunstancia podrían sacarse de ello grandes ventajas para convertir a los chinos.»
 
Uno no acierta a comprender por qué pidieron a los matemáticos de Europa que hicieran ese cálculo, cuando los jesuitas Adam, Shal y Verbiest, que reformaron el calendario de China, calcularon los eclipses, los equinoccios y los solsticios, y ellos pudieron hacer el cálculo. Además, si el eclipse que refiere Greslon tuvo lugar contra las leyes de la naturaleza, ¿cómo era posible calcularlo? Según confesión del jesuita Couplet, los chinos han incluido en sus anales gran número de falsos eclipses, y el chino Yam Quemsiam, al contestar a la Apología de la Religión Cristiana, que publicaron en China los jesuitas, dice terminantemente que ese supuesto eclipse no consta en ninguna historia china.
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Orígenes dice que no es extraño que los autores extranjeros no hablen de las tinieblas que mencionan los evangelistas, porque sólo oscurecieron las cercanías de Jerusalén, y según su opinión, con la palabra Judea se designa todo el mundo en algunas partes de la Sagrada Escritura. Confiesa, por otra parte, que el pasaje del Evangelio de Lucas, en el cual en su tiempo se decía que toda la tierra se cubrió de tinieblas cuando se produjo el eclipse de sol, fue falsificado por algún cristiano ignorante que creyó de esa manera descifrar mejor el texto del evangelista, o por algún enemigo mal intencionado que con ese pretexto pretendió calumniar a la Iglesia, como si los evangelistas hubieran querido significar que había de producirse un eclipse en tiempo determinado, que era obvio no podía tener lugar. «Es verdad -añade Orígenes- que Flegón dijo que hubo un eclipse en la época de Tiberio pero al no decir que se produjo en luna llena no tiene nada de prodigioso. Estas tinieblas -continúa diciendo Orígenes- eran de la misma naturaleza que las que cubrieron Egipto en tiempos de Moisés y que no llegaron hasta la región donde habitan los israelitas. Las tinieblas de Egipto duraron tres días y las de Jerusalén sólo tres horas; las primeras fueron una copia de las segundas, y así como Moisés, para atraerlas sobre Egipto, elevó las manos al cielo e invocó al Señor, también Jesucristo, para cubrir de tinieblas a Jerusalén, extendió las manos sobre la cruz para protestar del pueblo ingrato que, amotinado en contra de él, gritó: Crucificadle, crucificadle.»
 
Nosotros terminaremos este artículo diciendo como Plutarco: Las tinieblas de la superstición son más peligrosas que las de los eclipses.
 
 
Voltaire: François Marie Arouet (Francia, 1694-1778).