Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 21 de enero de 2021

Enero: NO ME LLAMES CARIÑO, de Isabel Franc

"Se apagaron las luces festivas, desaparecieron los abetos angalanados..." 

(Fragmento)

- No -respondió con sequedad-. Quiero que controlen todos sus movimientos. Es posible que la asesina quiera ponerse en contacto con ella.

En un interrogatorio posterior, la juez decretó su ingreso en prisión. Tras un breve tiempo en Wad-Ras, fue trasladada al centro penitenciario de Picassent, en Valencia, en prisión preventiva hasta la celebración del juicio. Los primeros meses del año trajeron un período de calma que llegó a resultar angustiante. Pasaban los días y la asesina no actuaba, no llamaba, no daba señales, ni de vida ni de muerte. Todo había vuelto a su ritmo habitual. Se apagaron las luces festivas, desaparecieron los abetos engalanados y aquella falsa exposición de felicidad anual se disipó para dar paso al histerismo de las rebajas y los regímenes depurativos y de adelgazamiento. Las clases de catalán se reinciaron el día 14 de enero y las investigaciones proseguían, aunque inmersas en una intensa espera. Volvieron las largas y entrañables conversaciones con Carol Choy y los encuentros furtivos con Helena Mayoral. Carol no sólo le ofrecía su colaboración en el caso, el anáñisis de las circunstancias, el estudio de esa personaje escurridiza y amorfa a la que estaban buscando. Lo que Caro le daba era, por encima de todo, cobijo, apoyo, una amistad que le resultaba necesaria y unos sabrosísimos menús vegetarianos a los que García acabó por aficionarse aunque siempre renegara.

Isabel Franc (España. 1955).

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