Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 19 de febrero de 2019

Tu boca: RAMAYANA, de Valmiki

"... tus mejillas, tan frescas cual tu boca, son de brillante, nítido color..."

(Fragmento)

¡Oh, mujer cuyos ojos son estrellas,
cuya sonrisa es magia singular,
cuyo rostro es hermoso y placentero,
del vergel de la India tulipán!

¿Quién eres tú, cuya flotante túnica
de seda, resplandece como el sol,
y es áurea como el cáliz que contiene
del nenúfar azul el corazón?
¿Eres la Gloria acaso? ¿La Fortuna?
¿La Belleza, la Dicha, o el Placer?
¿Eres tal vez la Vida que se encarna
en tu forma perfecta de mujer?

Blanquísimos e iguales son tus dientes
y es tu talle flexible, escultural:
tus cejas arqueadas y sedosas
sombrean de tus ojos el ardor,
tus mejillas, tan frescas cual tu boca,
son de brillante, nítido color,
inspirando tu célica belleza
a nuestros ojos muda admiración.

Se adornan tus orejas pequeñitas
con pendientes de oro y de coral,
más no aumentan las joyas la hermosura
de su concha rosada natural.
Tus manos transparentes, de las venas
nos dejan ver la fina red azul,
que recuerdan los pétalos del loto
cuando los baña matutina luz.

Tiene tu risa armónicos acentos,
todo es en ti simétrico y gentil;
tus diminutos pies, que ahora se cruzan,
conservan en su forma la infantil
delicadeza de tus lindos dedos.
Por su forma y purísimo blancor
aparecen cual bellas flores níveas
que surgen del sendero en el verdor.

Tus piernas tan derechas y tan finas
cual columnas de rosa capitel,
sostienen de tu cuerpo la estructura
armonizando fuerza y esbeltez,
y tus ojos estrellas de azabache,
que el blanquísimo esmalte hacen lucir,
resaltan con sus círculos de púrpura
que un pincel dibujara con carmín.

Magnífica es tu negra cabellera
que miro con sus rizos ondular;
tu cintura flexible y diminuta
con las manos se puede circundar.
No, no he visto jamás sobre la tierra
tan admirable y tan perfecto ser,
y las ninfas y diosas no igualaron
tu atractivo infinito de mujer...


Valmiki (India, en fecha imprecisa).
Se ubica la escritura del Ramayana entre el año 500 y el 100 a. de C.

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