Solitaria
mujer, vi que vagaba,
cantando
y escogiendo flor y flores,
que
esmaltaban la vía que cruzaba.
«Virgen
bella que encienden los amores,
si
juzgo por los rasgos del semblante
que
son del corazón indicadores,
«dígnate
proseguir más adelante,»
díjele,
«más cercana a la ribera,
para
entender lo que tu boca cante.
«Tú
me haces recordar, donde perdiera
la
diosa madre a su hija Proserpina,
cuando
la hija perdió su primavera.»
Tal
cual gira graciosa bailarina
sobre
sus pies, poniendo uno delante,
y
en equilibrio sobre sí se inclina,
volvió
hacia mí entre flores su semblante,
que
de jalde y de rojo se adornaba,
baja
la vista, púdica y radiante;
y
tanto más su aspecto me encantaba,
cuanto
más las palabras entendía
del
canto que de lejos me llegaba.
Dante Alighieri (Italia, 1265-1321).
(Versión rimada al español de Bartolomé Mitre).
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