Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

sábado, 2 de mayo de 2020

Epidemias: FESTÍN DURANTE LA PESTE, de Aleksandr Pushkin

"Encerrarse lo mismo que en invierno en contra de la peste, honrándola con luces y licores..."

(Fragmento)

El joven:
Cálmate, Luisa;
esta calle es refugio silencioso
contra la muerte, sin que nada pueda
ni nadie interrumpir nuestros festines.
Pero tú sabes que ese coche negro
puede pasar así por todas partes.
Balsingham, oye, para reanimarnos
y para interrumpir las discusiones
y los nuevos desmayos femeninos,
canta para nosotros unos versos
llenos de libertad, llenos de vida,
que no se inspiren en la triste Escocia.
Una canción a Baco, apasionada,
nacida al lado de una copa llena.

El presidente:
No sé ninguna, pero voy a deciros
un himno en alabanza de la Peste,
escrito anoche. Al retirarme a casa,
sentí un extraño gusto por la rima
y compuse estos versos que yo creo
buenos para decirlos con voz ronca.

Todos:
¡Un himno en alabanza de la Peste!
¡Vamos a oírle! Bravo, bravo, bravo.

El presidente:
¡Qué alegre es el calor de los festines y el crepitar del fuego,
cuando el invierno poderoso guía
con belicosos fines
en contra de nosotros, como en juego,
sus tempestades y su nieve fría!
Otro invierno, la peste, reina airada,}
avanza valerosa
de su rica cosecha envanecida
y con golpes de azada
da en la ventana como en una fosa.
¿Qué hacer, qué hacer para salvar la vida?
Encerrarse lo mismo que en invierno
en contra de la peste,
honrándola con luces y licores
y con olvido eterno,
entre baile y festín se manifieste
de su reino los vivos resplandores.
Produce embriaguez la dura guerra,
el borrascoso viento,
la tormenta en un mar embravecido,
el abismo que aterra
y de la peste el infeccioso aliento,
todo cuanto los hombres han temido.
Todo cuanto amenaza con la muerte
oculta una delicia,
prenda tal vez de la supervivencia.
Se nota uno más fuerte
al sentir del peligro la caricia;
no hay ventura mayor que esa conciencia.
Sin terror a las sombras sepulcrales,
sin horror al destino,
Gloria a ti, peste, te glorificamos.
Alcemos los cristales,
en tu honor escanciemos nuestro vino
y mejor si en la copa te encontramos.

(Entra un viejo sacerdote)

Sacerdote:
Sacrílego festín, locos, impíos,
que turbáis con canciones bochornosas
la negra paz impuesta por la muerte.
Entre los tristes llantos funerarios,
entre las caras pálidas yo rezo,
junto a las sombras, en el cementerio,
pero vuestras odiosas alegrías
impiden que haya paz en los sepulcros
y hacéis temblar la tierra con sus muertos,
como si tantas tantas oraciones
de ancianos y mujeres no sirvieran
para santificar el camposanto.
Ya podríais pensar que los demonios
atormentan el alma del ateo
y entre burlas la bajan encendida
a las negras moradas infernales.


Aleksandr Pushkin (Rusia, 1799-1837).

(Traducido al español por O. Savich y Manuel Altolaguirre).
La ilustración corresponde a Festín durante la peste (inspirado en la obra de Pushkin), de Arthur Nikitin.

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