"... parece verse muy cerca un pico de los Balcanes (...) blanco y hermoso bajo la nieve..."
Primer acto
Descripción de la escenografía
Noche. Alcoba de una dama, en Bulgaria, en una pequeña ciudad de las cercanías del paso Dragomán, a fines de noviembre de 1885. A través de una ventana abierta, con un balcón, parece verse muy cerca un pico de los Balcanes -aunque en realidad está a muchos kilómetros de distancia-, maravillosamente blanco y hermoso bajo la nieve encendida por las estrellas. El interior del cuarto no se asemeja a nada que pueda encontrarse en el occidente de Europa. Es mitad búlgaro de lujo, mitad vienés de pacotilla. Sobre la cabecera de la cama, que está apoyada contra una pequeña entrada de la pared, en el costado izquierdo de la habitación, hay un altar de madera pintada de azul y oro, con una imagen de marfil de Cristo; una lámpara pende ante el altar, en forma de una bola metálica perforada y suspendida de tres cadenas. El asiento principal, colocado al otro lado del cuarto, frente a la ventana, es una otomana turca. La colcha y los cortinados de la cama, así como los de la ventana, la alfombrita y las demás telas de adorno de la estancia, son orientales, vistosas. El empapelado de los muros es occidental y despreciable. El lavabo, adosado a la pared más cercana a la otomana y la ventana, se compone de una jofaina de hierro esmaltado, con su balde debajo, y una única toalla colgada del soporte del costado.
La mesa de tocador, entre la cama y la ventana, es una mesa corriente de pino, cubierta con una tela multicolor y con un lujoso espejo encima. La puerta está en la pared más cercana a la cama y entre ambas hay una cómoda. También está cubierta por una abigarrada tela del país, sobre la cual reposan una pila de novelas en rústica, una caja de bombones de crema y un soporte en miniatura con la fotografía ampliada de un oficial muy bien parecido, cuyo porte arrogante y mirada magnética se adivinan incluso en el retrato. El cuarto está iluminado por una vela que arde en la cómoda y otra en el tocador. Junto a esta última hay una caja de cerillas. La ventana está abierta de par en par, hacia adentro. Afuera, un par de postigos de madera, también abiertos. En el balcón se encuentra una joven, sumida en la contemplación de los nevados Balcanes, profundamente conmovida por la belleza romántica de la noche y por el hecho de que su propia belleza y juventud forman parte de ella. Está envuelta en su bata de noche y abrigada por una larga capa de pieles, que vale, según un cálculo moderado, por lo menos tres veces lo que el mobiliario de la habitación. Sus pensamientos son interrumpidos por su madre, Catalina Petkoff, mujer de más de cuarenta años de edad, imperiosamente enérgica, de magnífico cabello y ojos negros, que podría ser un espléndido ejemplar de esposa de hacendado montañés, pero que está decidida a hacer el papel de dama vienesa. Para es fin usa en todo momento un elegante vestido de tarde.
George Bernard Shaw (Irlanda, 1856-1950). Obtuvo el premio Nobel en 1925.
Las ilustraciones corresponden a la puesta en escena de Armas y el hombre, dirigida por Jessica Stone para el Old Globe Theatre en 2015. En su escenografía se advierten las montañas nevadas.
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