Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

miércoles, 31 de enero de 2018

Nieve: CRISTINA, HIJA DE LAVRANS, de Sigrid Undset

"... nevaba cuando la condujeron a la fosa y continuó nevando casi sin parar..."

La corona
 
(Fragmento)

El sol brilló con suficiente fuerza para que empezaran a gotear los tejados a mediodía. Los herrerillos se apretujaban y se encaramaban a las paredes de troncos expuestos al sol. Se les oía picotear las moscas atontadas en las juntas de los troncos. En los prados, brillaba la nieve, dura y reluciente como la plata.
 
Una noche, por fin, las nubes empezaron a cubrir la luna. Por la mañana la gente de Joerungaard despertó en medio de una nevada que no dejaba ver nada a dos pasos. Aquel día, comprendieron que Ulvhild iba a morir.
 
Todos los rumores de la casa parecieron desvanecerse de golpe cuando llegó Sira Erik. En la sala grande había mucha luz. Al caer la tarde, Ulvhild se apagó dulcemente, sin casi sentirlo, en brazos de su madre.
 
Ragnfrid soportó la prueba mejor de lo que se esperaba. Los padres estaban abrazados llorando en medio de un gran silencio. Todo el mundo lloraba. Cuando Cristina se acercó a su padre, él le rodeó los hombros con el brazo; notó que se estremecía y temblaba y la estrechó más contra sí. Pero incluso ella se daba cuenta de que él tenía la sensación de tenerla más lejos de sí que a la pequeña tendida en la cama.
 
No comprendía cómo podía contenerse. Luego le costó recordar cómo pudo tener aquella fuerza, pero atontada y muda de dolor, se contuvo y no se echó a los pies de su padre.
 
Más tarde levantaron unas maderas del piso de la iglesia, delante del altar de Santo Tomás, y, en la tierra dura como la piedra, abrieron una fosa para Ulvhild Lavransdatter.
 
Nevó seguido y blandamente durante todos los días en que la niña estuvo de cuerpo presente; nevaba cuando la condujeron a la fosa y continuó nevando casi sin parar durante un mes entero.

 
Sigrid Undset (Noruega nacida en Dinamarca, 1882-1949). Obtuvo el premio Nobel en 1928.
 
(Traducido al español por Rosa S. de Naveira).

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