Constituye para mí una gran alegría poder prologar esta edición del Demian de Herman Hesse, el vibrante poema en prosa de su edad madura, con una palabra de simpatía y una calurosa recomendación. Un volumen de pocas páginas, es verdad; pero los libros de escaso volumen son los que muchas veces desarrollan las dinámicas más intensas… pensemos en el Werther de Goethe, cuya repercusión en Alemania es ampliamente evocada por la del Demian.
El sentimiento de Hesse respecto a la validez supraindividual de su creación debió haber sido muy intenso: de ello da testimonio la intencionada ambigüedad del subtítulo: Historia de una juventud, que puede referirse tanto a un individuo como englobar a toda una generación de jóvenes. Prueba de ello es el hecho de que Hesse no quisiera publicar este relato bajo su verdadero nombre -ya conocido y muy difundido- sino que hizo imprimir en la portada el seudónimo “Sinclair” (nombre que proviene del círculo de Hölderlin) y ocultó cuidadosamente su paternidad por mucho tiempo. Yo le escribí entonces a su editor, que también era el mío, preguntándole con insistencia acerca del llamativo libro y de la identidad de “Sinclair”. El fiel anciano mintió, diciéndome que había recibido el manuscrito desde Suiza a través de un intermediario. Sin embargo, la verdad fue imponiéndose poco a poco, gracias en parte a la crítica estilística y en parte también a la indiscreción. Pero sólo hasta la décima edición apareció bajo el nombre de Hesse.
Hacia el final del libro, en 1914, Demian le dice a su amigo Sinclair: "Aún no se ha declarado. Pero hay guerra. Seguro. Desde aquel día no te he vuelto a molestar con mis visiones, pero ya he tenido tres nuevos avisos. Así que no será el fin del mundo, ni un terremoto, ni una revolución. Será la guerra. ¡Ya verás qué impacto! La gente estará entusiasmada, todos están deseando empezar a matar. Tan insípida les resulta la vida. Pero verás, Sinclair, cómo esto es sólo el principio. Seguramente será una gran guerra, una guerra monstruosa. Pero también será sólo el principio. Lo nuevo empieza, y lo nuevo será terrible para los que están apegados a lo viejo. ¿Qué vas a hacer?" La respuesta correcta sería: “Apoyar lo nuevo, sin renunciar a lo antiguo”. Los mejores servidores de lo nuevo -entre los que Hesse es un ejemplo- son sin duda quienes conocen y aman lo antiguo, y lo traspasan hacia la dimensión de lo nuevo.
Thomas Mann (Alemán, 1875-1955). Obtuvo el premio Nobel en 1929.
Las ilustraciones corresponden a una fotografía de Hermann Hesse junto a Thomas Mann y la portada de la primera edición en alemán de Demian, en la que figura Emil Sinclair como su autor.
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