"Otra vez el tiempo... como el tren en la noche de los páramos."
Ahora con su muerte, el alud de información superficial nos inunda -valga la paradoja, en la temporada de desastres naturales que incluyen precisamente lluvias torrenciales y sus consecuentes deslaves-, ya todos sabemos la manera precipitada en que Álvaro Mutis llegó a la ciudad de México para quedarse hasta morir en ella, su cercana amistad con García Márquez y que recién había cumplido noventa años el pasado mes de agosto, también que ha sido el único poeta en nuestra lengua en obtener tanto el premio Reina Sofía de poesía iberoamericana, en 1997, como el Cervantes, en 2001. Ahora todos somos lectores de ese gaviero llamado Maqroll -a propósito y según la definición del diccionario de la Real Academia, gaviero es un "marinero a cuyo cuidado está la gavia y el registrar cuanto se pueda ver desde ella"-. Mientras que para la gran mayoría Álvaro Mutis seguirá siendo la voz del narrador en la serie televisiva Los intocables o el publicista creador del famoso lema "la chispa de la vida".
Buscando entre sus poemas alguno apropiado para la situación, me encontré con sus reflexiones sobre la muerte en El diario del Gaviero, que incluí ayer aquí mismo en Mitos y reincidencias, y recordé una frase suya que se repite en un par de poemas: "sueños funerales".
No es necesario que un poeta posea la celebridad de Mutis, basta que sea más o menos reconocido, para impedirnos el uso de ciertas expresiones. Por ejemplo, hace algunos años, al momento de concluir mi poema titulado Arrecife, me di a la tarea de buscar entre algunos autores importantes que mis metáforas y analogías no coincidieran, y así fue como corroboré que "idioma de agua" ya había sido utilizada por Pablo Neruda en su Canto General:
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron
o se inundaron de silencio o sangre.
En verdad fue una pena porque la figura se ajustaba perfecto al "idioma de agua" con el que debería cantar la sirena de mi poema: "Hubiera querido comprender el idioma de agua de su canto y navegar en sus caderas..." Me vi entonces en la necesidad de transformarla en "la humedad de su canto", porque de otra manera no habría sido más que una copia -no le llamaría plagio puesto que fue más bien una coincidencia involuntaria- de una frase acuñada por Neruda, nada menos.
Lo mismo me sucedería con sueños funerales. Satisfecho por lo afortunado del hallazgo al verificar su paternidad me fui a encontrar con que Álvaro Mutis los había empleado no una sino hasta dos veces. Sonata pertenece a Los trabajos perdidos, volumen publicado en México por editorial Era en 1965, y Lied marino es el noveno de los Diez Lieder, que aparecieron veinte años después, en 1985. Estos son sus reiterados sueños funerales:
Sonata
Otra vez el tiempo te ha traído
al cerco de mis sueños funerales.
Tu piel, cierta humedad salina,
tus ojos asombrados de otros días,
con tu voz han venido con tu pelo.
El tiempo, muchacha, que trabaja
como loba que entierra a sus cachorros
como óxido en las armas de caza,
como alga en la quilla del navío,
como lengua que lame la sal de los dormidos,
como el aire que sube de las minas,
como el tren en la noche de los páramos.
De su opaco trabajo nos nutrimos
como pan de cristiano o rancia carne
que se enjuta en la fiebre de los ghettos.
A la sombra del tiempo, amiga mía,
un agua mansa de acequia me devuelve
lo que guardo de ti para ayudarme
a llegar hasta el fin de cada día.
Lied marino
Vine a llamarte
a los acantilados.
Lancé tu nombre
y sólo el mar me respondió
desde la leche instantánea
y voraz de sus espumas.
Por el desorden recurrente
de las aguas cruza tu nombre
como un pez que se debate y huye
hacia la vasta lejanía.
Hacia un horizonte
de menta y sombra,
viaja tu nombre
rodando por el mar del verano.
Con la noche que llega
regresan la soledad y su cortejo
de sueños funerales.
Jules Etienne
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