(Fragmento final del primer capítulo)
- Bueno -respondió el abad, tras un breve debate interior-, iré a ver al coronel.
Estas palabras «alguien en tu cuna», habían
evocado de repente ante él a todos esos personajes con los que había convivido durante tanto tiempo. Había visto con claridad, como con los ojos de su cabeza, a los tres
Reyes Magos, y en particular al Negro, cuyo gran rostro estático había esculpido con plena complacencia. «Un pagano», pensó, «bien puede tener en su
tobillo o brazo una joya que perteneció a una mujer cananea...»
Volvió a mirar el oro de la pulsera, los rubíes del lema:
La vida pasa. La tentación de adornar su Baltasar fue más fuerte, y
repitió:
- Sí, iré a ver al coronel.
Paul Bourget (Francia, 1852-1935).
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