"Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano..."
(Fragmento del capítulo III de la tercera parte)
- Desde
luego, para ciertos fines es eso verdad. Cuando navegamos por el océano o cuando
predecimos un eclipse, nos puede resultar conveniente dar por cierto que la Tierra
gira alrededor del sol y que las estrellas se encuentran a millones y millones
de kilómetros de nosotros. Pero, ¿qué importa eso? ¿Crees que está fuera de
nuestros medios un sistema dual de astronomía? Las estrellas pueden estar cerca
o lejos según las necesitemos. ¿Crees que ésa es tarea difícil para nuestros matemáticos?
¿Has olvidado el doblepensar?
Winston
se encogió en el lecho. Dijera lo que dijese, le venía encima la veloz
respuesta como un porrazo, y, sin embargo, sabía –sabía- que llevaba
razón. Seguramente había alguna manera de demostrar que la creencia de que nada
existe fuera de nuestra mente es una absoluta falsedad. ¿No se había demostrado
hace ya mucho tiempo que era una teoría indefendible? Incluso había un nombre
para eso, aunque él lo había olvidado. Una fina sonrisa recorrió los labios de O'Brien,
que lo estaba mirando.
- Te
digo, Winston, que la metafísica no es tu fuerte. La palabra que tratas de
encontrar es solipsismo. Pero estás equivocado. En este caso no hay solipsismo.
En todo caso, habrá solipsismo colectivo, pero eso es muy diferente; es
precisamente lo contrario. En fin, todo esto es una digresión -añadió con tono
distinto-. El verdadero poder, el poder por el que tenemos que luchar día y noche,
no es poder sobre las cosas, sino sobre los hombres. -Después de una pausa,
asumió de nuevo su aire de maestro de escuela examinando a un discípulo
prometedor-: Vamos a ver, Winston, ¿cómo afirma un hombre su poder sobre otro?
Winston
pensó un poco y respondió: - Haciéndole sufrir.
- Exactamente.
Haciéndole sufrir. No basta con la obediencia. Si no sufre, ¿cómo vas a estar seguro
de que obedece tu voluntad y no la suya propia? El poder radica en infligir
dolor y humillación. El poder está en la facultad de hacer pedazos los
espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas elegidas por ti.
¿Empiezas a ver qué clase de mundo estamos creando? Es lo contrario,
exactamente lo contrario de esas estúpidas utopías hedonistas que imaginaron
los antiguos reformadores. Un mundo de miedo, de ración y de tormento, un mundo
de pisotear y ser pisoteado, un mundo que se hará cada día más despiadado. El
progreso de nuestro mundo será la consecución de más dolor. Las antiguas
civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia.
La
nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el
miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento. Todo lo demás lo
destruiremos, todo. Ya estamos suprimiendo los hábitos mentales que han
sobrevivido de antes de la Revolución. Hemos cortado los vínculos que unían al
hijo con el padre, un hombre con otro y al hombre con la mujer. Nadie se fía ya
de su esposa, de su hijo ni de un amigo. Pero en el futuro no habrá ya esposas
ni amigos. Los niños se les quitarán a las madres al nacer, como se les quitan
los huevos a la gallina cuando los pone. El instinto sexual será arrancado
donde persista. La procreación consistirá en una formalidad anual como la
renovación de la cartilla de racionamiento. Suprimiremos el orgasmo. Nuestros
neurólogos trabajan en ello. No habrá lealtad; no existirá más fidelidad que la
que se debe al Partido, ni más amor que el amor al Gran Hermano. No habrá risa,
excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo. No habrá arte, ni
literatura, ni ciencia. No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad. Todos
los placeres serán destruidos. Pero siempre, no lo olvides, Winston, siempre
habrá el afán de poder, la sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará
cada vez más sutil. Siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de
pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres hacerte una idea de cómo será el
futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente.
George Orwell: Eric Arthur Blair (Inglés nacido en India, 1903-1950).
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