Ulises es en Joyce el Dios creador, un verdadero demiurgo, que ha conseguido librarse de la implicación en su mundo, tanto espiritual como físico, y contemplarlo con una consciencia desprendida. Con el hombre Joyce, se comporta Ulises como Fausto con Goethe, o Zaratustra co Nietzsche. Ulises es el más elevado yo que, del ciego barullo universal, retorna al lar divino. Ulises no aparece en todo el libro, el propio libro es Ulises, un microcosmos en Joyce, del mundo del yo y el yo de un mundo hecho uno solo. Ulises sólo puede retornar cuando ha vuelto las espaldas al universo. Aquí reside el fundamento más profundo que hace al espíritu y al mundo, imagen universal del Ulises: el 16 de junio de 1904, un día de la vida cotidiana de todo el mundo, en el que tantos insignificantes seres potenciales han hecho y dicho sin tregua cosas sin principio y sin objeto, en forma fantasmal o ensoñada, irónica, negativa, horrible y diabólica, y, sin embargo, una verdadera imagen del mundo que podría ocasionar una verdadera pesadilla o un humor cósmico de un miércoles de ceniza...
Carl Gustav Jung (Suiza, 1875-1961).
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