¡Miércoles de Ceniza, oh tú que extiendes
tus nubes rosadas
sobre la ciudad de mis pensamientos,
igual que en la otra de calles pobladas!
Es en ésta que algún sonriente rayo
del sol de febrero
deja la alegría.
También sonríen mis nubes cruzadas
por un chorro de poesía.
Es como una vuelta eterna al principio,
es la juventud siempre renovada.
De la neblina del mucho pensar
surge una palabra
toda iluminada
con un sentido nuevo: la niebla se deshace,
y el pensamiento toma otra vez fuerza;
un día, esta palabra te tendrá
a ti; también a ti, al verla impresa;
y también a tus ojos atónitos brillará
en ese instante, como recién creada.
Seré yo quien entraré traidoramente
en tu casa, cuando menos lo pienses,
y aguardaré allí, en la penumbra
durante días,
hasta que al verte solo
en tu alcoba, recluido en la tristeza,
sobre ti caeré cual chorro de sol
con mi perenne grito juvenil.
Me meteré en tus ojos, hasta tu corazón.
Mi brillante puñal hasta la entraña
te penetrará, dándote la vida con la muerte.
Joan Maragall (España, 1860-1911).
(Traducido del catalán por José Batlló).
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