"... una gran epidemia como la viruela y la peste negra de tiempos antiguos."
(Fragmento del capítulo 3 de la primera parte: La boda)
Entretanto las mujeres, sentadas en el interior,
mantenían una discusión susurrada en punto a Steinka de Gilteig, que, según se
suponía, debía cuidar a su padre Póúr. Y es que había tenido un niño la
semana anterior, y varias de las mujeres acudieron a ofrecer sus servicios para
la ocasión, porque todas están ansiosas de ayudar cuando alguna ha tenido un
hijo ilegítimo, o al menos durante la primera semana, mientras no se sabe
todavía quién es el padre. Ella pasó un mal rato con todo eso, pobre chica, y
el niño no lo pasó mejor; se dudaba de que sobreviviera. Pero, poco a poco, la
conversación de las mujeres fue girando en torno a sus propias preñeces y
enfermedades, así como a las enfermedades de los niños. En estos días el país
no parece tener una gran salud, a pesar de lo cual no se ven señales de una
gran epidemia como la viruela y la peste negra de tiempos antiguos; sólo
aparecen esas dolencias eternas, como dolores de muelas, sarpullido,
inflamación de las articu- laciones, magulladuras; toses enconadas, a menudo
acompañadas de expectora- ciones de flema, continuos dolores agudos en el pecho e
irritación de la garganta, eso por no mencionar los peculiares retumbos en el
vientre que provienen del aire que hay dentro; aunque quizá ninguna enfermedad
es más mortífera para la mente y el cuerpo que la de los nervios.
Halldór Laxness (Islandia, 1902-1998).
Obtuvo el premio Nobel en 1955.
(Traducido al español por Floreal Mazía).
La ilustración corresponde al antiguo cementerio de Svatárdalur, en Islandia.
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