Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 16 de marzo de 2018

Nieve: LA BANDEJA DE PLATA, de Saul Bellow

"... con la nieve que les llegaba por el viento desde la plataforma de atrás cuando se abrían las puertas..."
 
(Fragmento)

Cuando pararon de sonar las campanas, Woody se dio cuenta de que un gran lago de tranquilidad se había instalado en sus dominios, el almacén de baldosas Selbst. Lo que oía y veía era un viejo tranvía de Chicago, uno de aquellos del color de un novillo de corral. Los tranvías de ese tipo funcionaban antes de lo de Pearl Harbor: eran torpes, con asientos de enea y unas asas de metal para los pasajeros que iban de pie. Aquellos tranvías solían hacer cuatro paradas cada kilómetro y medio, y corrían con un movimiento bamboleante. Apestaban a ácido fénico u ozono y vibraban con fuerza cuando se cargaban los compresores de aire. El revisor tenía que tirar de la cuerda para dar la señal, y el conductor apretaba fuerte el pedal con el talón.
 
Woody se reconocía a sí mismo en la línea de la avenida Western, y en el hecho de atravesar cabalgando la ventisca con su padre, los dos con chaquetas de piel de cordero y con las manos y las caras al aire, con la nieve que les llegaba por el viento desde la plataforma de atrás cuando se abrían las puertas y entraban en las ranuras longitudinales del suelo. En el interior no había bastante calor para fundir esa nieve. Y la avenida Western era la línea de tranvía más larga del mundo, según los anuncios, como si fuera algo por lo que fanfarronear. Treinta y siete kilómetros de largo, hecha por un dibujante con una escuadra, bordeada de fábricas, almacenes, talleres, negocios de coches de segunda mano, cocheras de tranvías, gasolineras, funerarias, edificios de apartamentos baratos y chatarrerías, alternando con las praderas que había desde el sur hasta Evanston, en el norte. Woodrow y su padre iban al norte, a Evanston, a la calle Howard, y después un poco más lejos, a ver a la señora Skoglund. Al final de la línea aún tendrían que subir alrededor de cinco manzanas. ¿El objeto del viaje? Conseguir dinero para papá. Papá lo había convencido para que hiciera esto. Cuando lo averiguaran, mamá y la tía Rebeca se pondrían furiosas, y Woody tenía miedo, pero no podía evitarlo.
 
Saul Bellow (Estadounidense nacido en Canadá, 1915-2005).
Obtuvo el premio Nobel en 1976.
 
(Traducido al español por Beatriz Ruiz Arrabal).

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