"Con un viento rasante sobre el suelo, no puede resultar una tormenta de nieve como es debido."
(Fragmento)
- ¡Ah! ¡Hace
mucho que no hay tormenta de nieve! -suspiró el sonrosado y bien
alimentado letón Kilgas-. ¡En todo el invierno, ni una
sola tormenta de nieve! ¡Eso no es invierno
ni es nada!
- Sí...,
tormentas de nieve..., tormentas de nieve... -suspiró toda la
brigada.
Cuando había
tormenta de nieve el temor no era de salir a trabajar, sino simplemente
de traspasar la puerta
del barracón. Pues si del barracón de los dormitorios al del comedor no han
tendido un cable, uno se pierde. Si un preso se hiela en la nieve, mal rayo lo parta. Mas, ¿y si se las pira? Ya pasó. Durante
las tormentas, la nieve es como
polvillo y se adensa durante la nevisca como si alguien la apisonara.
Precisamente durante una de esas
tormentas, al quedar la alambrada cubierta de nieve, se largaron
algunos. Claro que no llegaron muy lejos.
La tormenta
de nieve, si se piensa bien, no trae ninguna ventaja. Los presos quedan
encerrados, el carbón no llega a tiempo y el calor se disipa del barracón. No traen harina
al campo, y no hay pan. Ni en la cocina les llega. Pero, por tiempo que dure
una de estas tormentas -tres días, una semana quizá-, esos días cuentan como tiempo
libre y luego le echan a uno a trabajar el mismo número de domingos.
A pesar de
todo, los presos aman la tormenta de nieve y rezan para que se presente.
Apenas se hace un poco insistente el viento, todas las miradas se dirigen al cielo. ¡Si
hubiera candela! ¡Candela! O sea, nieve.
Con un viento rasante sobre el
suelo, no puede resultar una tormenta de
nieve como es debido.
Aleksandr Solzhenitsyn (Rusia, 1918-2008). Obtuvo el premio Nobel en 1970.
La ilustración corresponde a una tormenta de nieve en Siberia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario