"Y sobre los vagones se va desflecando el humo..."
(Fragmento del capítulo XXXVII)
Naranjas
La
estación está cubierta por la nieve y sobre las vías, por las que ruedan
vagones y vagones. Algunos, pocos, se quedan en Szybuscz y otros, pocos
también, parten de Szybuscz. De todos modos, el tren realiza su misión
puntualmente. Dos veces al día, llega y se va. Cuando llega el tren, aparece el
jefe de estación, «el hombre de goma», con su mano de goma y su voz melodiosa
que dice: «Szybuscz». Lleva el traje muy limpio y el bigote muy cuidado. Pensé
quedarme allí para ver cómo se relamía al decir: «Szybuscz»; pero en aquel
momento me entró nieve en los ojos y se me nubló la vista.
La
fila de vagones avanza entre montones de nieve. Por lo general, son negros,
pero hoy aparecen blancos. Y sobre los vagones se va desflecando el humo. Antes
de que pueda decidir entre elevarse o descender al suelo, lo ha borrado la
nieve.
El
tren se detiene en la estación y de él descienden tres o cuatro personas que
transportan unos sacos. En los sacos hay esas cosas con las que los pobres se
ganan la vida: hierro viejo, pieles de conejo o tal vez patatas, coles,
zanahorias o legumbres.
¿Dónde
están los comerciantes que solían venir a Szybuscz en esta época del año? Se
envolvían en magníficas pellizas, con grandes cuellos que les llegaban hasta
los hombros.
Los
grandes comerciantes vendieron sus mercancías y no tienen dinero para comprar
más; las comisiones de ayuda les dieron dinero para que pudieran reanudar el
comercio. Pero el dinero de la beneficencia no tiene fuerza. Alivia el hambre
de los pobres, pero no les ayuda a ponerse en pie. Y si les pone en pie les
hace doblar la espalda y les ensombrece el espíritu y nunca recobran el ánimo.
Shmuel Yosef Agnon
(Escritor en lengua hebrea nacido en Ucrania y fallecido en Israel, 1888-1970).
Obtuvo el premio Nobel compartido con Nelly Sachs en 1966.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario