Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

sábado, 24 de marzo de 2018

Nieve: CORONITA DE PRIMAVERA, de Jaroslav Seifert

"¡... el manto de nieve de las flores! Y ya hace tiempo que me he dado cuenta de que la flor henchida de olor y el cuerpo femenino fulgurante de desnudez son dos cosas por encima de las cuales no hay nada más hermoso en este pobre mundo."

Hace años también yo, el día de Corpus,
respiré el olor a incienso
y me puse en la mano una coronita
de flores de primavera;
miré con devoción al cielo
y escuché las campanas.
Pensaba que eso bastaba,
pero no era así.
 
¡Cuántas veces ya la primavera al huir
ha levantado con su talón debajo de la ventana
el manto de nieve de las flores!
Y ya hace tiempo que me he dado cuenta
de que la flor henchida de olor
y el cuerpo femenino fulgurante de desnudez
son dos cosas
por encima de las cuales no hay nada más hermoso
en este pobre mundo.

Flor y flor,
¡dos flores entre sí tan cercanas!
 
Pero la vida se me ha escapado a toda prisa
como agua entre los dedos
mucho antes de que alcanzara
a apagar mi sed.
 
¡Dónde están esas coronitas de flores de primavera!
Hoy que escucho ya chirriar
las puertas del depósito de cadáveres
que ya no me queda más que creer en algo,
que se parece demasiado a la nada,
y en las venas el latido de mi sangre
es como el tambor
en los oídos de los condenados,
cuando queda ya sólo el modelo
de la ruina humana
y toda la esperanza carece de valor
como el viejo collar
de un perro sarnoso moribundo,
 
de noche duermo mal.
 
Así pude oír
como alguien, en silencio, llamaba
a la puerta entreabierta.
Era la primavera y era sólo una rama
de un árbol que florecía
y los dos bastones
que día a día
arrastro eternamente
esta vez no se podían ya
transformar en alas.

 
Jaroslav Seifert (República Checa, 1901-1986).
Obtuvo el premio Nobel en 1984.
 
(Traducido al español por Clara Janés).

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