"Caminaron durante días, sin encontrar caza, luego los sorprendió una tormenta de nieve y se perdieron."
Orandino
Orandino
(Fragmento)
Fuimos a sentarnos debajo de una sombrilla. Preparé dos cafés en la máquina. Raphael tomó el suyo muy dulce. Miraba el azúcar deslizarse desde su cuchara con una diversión infantil. Después me contó: "Ya no vivo más en Campos. Estoy trabajando para ahorrar dinero y seguir viajando. A mi edad, hay que probar de todo, tengo mucho que aprender. ¿No crees? Yo dije: "Y tus amigos? El Consejero, ¿cómo se llama". Anthony. Jadi. Es él quien nos lo pide. Quiere que estemos listos para partir. Dijo que debemos prepararnos para vivir en otra parte. Hay un chico que ya partió, se fue a México, nos ha escrito pata avisarnos que va a casarse con una muchacha de allá."
Lo miré sin saber qué decir. Experimentaba una especie de inquietud al pensar que Raphael había abandonado la protección de los altos muros de Campos, que se había lanzado al Valle.
Quizá Raphaël haya adivinado mi sentimiento, porque se puso a hablar de otra cosa.
"¿Ya te he dicho cómo se conocieron mi padre y mi madre?"
Me quedé mirándolo en silencio, así que continuó:
"Mi padre es de la nación innu, del lago Saint-Jean, al norte de Québec, una región en la que no hay caminos, tan sólo bosques y ríos. Cuando tenía veinte años, mi padre se fue durante el invierno a cazar con mi tío en el bosque. Caminaron durante días, sin encontrar caza, luego los sorprendió una tormenta de nieve y se perdieron. Mientras avanzaban para recobrar su camino, mi padre cayó en una trampa para alces y se rompió la pierna. No podía seguir caminando, así que mi tío le construyó un refugio, le dejó los víveres y el aceite para encender fuego y se fue en busca de ayuda. Continuó hacia el sur hasta que encontró una vía férrea, y se trepó al primer tren que transportaba madera hacia el oeste. El tren rodó durante toda una noche, hasta que pasó cerca de un pueblito en el bosque, entonces mi tío saltó del tren y fue a golpear a la puerta de una casa. Un hombre aceptó ir a buscar a mi padre con su trineo. Lo llevaron al pueblo y lo curaron, lo entablillaron y vendaron, porque no había médico en el pueblo. Allí donde lo curaron, mi padre conoció a una muchacha muy bella, de cabellos rubios y ojos azules, y enseguida se enamoró de ella, y ella también estaba enamorada de él. Una vez que estuvo curado, volvió a partir hacia Saint-Jean, pero prometió regresar y se casaron. La muchacha se llamaba Marthe y era mi madre. Se fueron a vivir a Rivière-du-Loup, donde mi padre trabajó en el aserradero, y allí es donde yo nací".
Raphael había contado esta historia muy simplemente, sin alzar la voz, se parecía a un cuento de hadas.
J. M. G. Le Clézio: Jean Marie Gustave Le Clézio (Francia, 1940).
Obtuvo el premio Nobel en 2008.
(Traducido al español por Ariel Dilon).
(Traducido al español por Ariel Dilon).
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