"En la distancia, la palabra Cracovia suena a artillería. Tanques y nieve. "
Para Adam Zagajewski
IV
Esa
nube era Europa, que se desvanece más allá de las ramas espinosas
del
lignum-vitae, del árbol de la vida. Queda una nube con forma de yunque
sobre
estas islas, en las cimas de aludes atractivos,
ventiscas
sobre el frente de campañas moteadas de nieve,
las
mismas viejas noticias que solo cambian fronteras y políticas,
más
allá de las que se ahítan los lobos, de ojos rojos como bayas,
y
sus silentes aullidos se apagan entre volutas de humo
como
la helada nube sobre los puentes. Lentamente, la barcaza de Polonia
va
flotando corriente abajo con magistral escansión,
los
minaretes de San Petersburgo como una nube. Luego, las nubes
se
olvidan al igual que los combates. Como la nieve en primavera. Como el mal.
Todo
lo que parece de mármol no es más que un velo.
Entonces,
interpretad a Timón, y maldecid todo empeño como vil.
Vuestra
sombra permanece con vosotros, sobrecogiendo a los rápidos cangrejos
que
se agarrotan hasta que pasáis de largo. Esa nube representa la primavera
para
los sauces babilonios de Amsterdam, que brotaban de nuevo
como
las muchedumbres en Pisarro por las ramas de un húmedo bulevar,
y
la llovizna que azota sus pequeños alambres envuelve
Notre
Dame. En la distancia, la palabra Cracovia
suena
a artillería. Tanques y nieve. Muchedumbres.
Muros
acribillados por agujeros de bala que, como el algodón, se cierran.
Derek Walcott (Británico originario de la isla de Santa Lucía, 1930-2017).
Obtuvo el premio Nobel en 1992.
La ilustración corresponde al monasterio benedictino de Tyniec, al sur de la ciudad de Cracovia, en Polonia.
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