"¿Cuándo y como llegaremos al espíritu de un niño que pinta la nieve negra porque murió su madre?"
(Fragmento)
(Fragmento)
Una
maestra mandó un día a sus alumnos que hicieran una composición plástica sobre
la Navidad. No lo dijo así, claro. Dijo, más o menos, una frase como esta:
“Haced un dibujo sobre la Navidad. Podéis usar lápices de colores, o acuarelas,
o papel satinado, lo que prefiráis. Y me lo traéis el lunes. ” Que lo dijera
así o no, es igual, el caso es que los alumnos llevaron el trabajo. Aparecía
allí todo cuanto suele aparecer en estos casos: el pesebre, los Reyes Magos,
los pastores, San José, la Virgen y el Niño. Mal hechos, bien hechos, toscos o
hábiles, los dibujos cayeron el lunes sobre la mesa de la maestra.
Allí
mismo, ella los vio y los calificó. Iba marcando “bien”; “mal”, “suficiente”,
en fin, el trance por el que todos hemos pasado. De repente, ¡ah, hay que tener
mucho cuidado con los niños! La maestra coge un dibujo, un dibujo que no es ni
mejor ni peor que los demás. Pero ella tiene los ojos clavados en el papel, y
está desconcertada: el dibujo muestra el inevitable pesebre, la vaca y el
burrito, y toda la demás figuración sobre el caso. Sobre esta escena sin
misterio cae la nieve, y esa nieve es negra ¿Por qué?
“¿Por
qué?”, pregunta la maestra en voz alta al niño. El chiquillo no responde. Mas
nerviosa quizás de lo que aparenta, la maestra insiste. Hay en el aula crueles
murmullos y sonrisas de rigor en estas situaciones. El niño está de pie, muy
serio, algo tembloroso. Y, al fin responde: “Puse la nieve negra porque esta
Navidad murió mi madre”.
Dentro
de un mes llegaremos a la luna. Pero ¿cuándo y como llegaremos al espíritu de
un niño que pinta la nieve negra porque murió su madre?
José Saramago (Portugués fallecido en España, 1922-2010).
Obtuvo el premio Nobel en 1998.
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