"... en las últimas navidades decidí colaborar con el Ayuntamiento en juntar la nieve, porque había caído mucha."
(Fragmento del primer acto)
Lenny: Siempre ha sido mi hermano favorito. ¡Viejo Teddy! ¿Lo sabía? ¡Ahí es nada! Doctor en filosofía, y eso... impresiona. Claro, él es un hombre de mucha sensibilidad. Mucha. Ya me gustaría a mí ser tan sensible como él.
Ruth: ¿Le gustaría?
Lenny: Sí. ¡Ya lo creo! Quiero decir; no es que yo no tenga sensibilidad. La tengo. Pero podría tener un poco más. Podría con ello.
Ruth: ¿Podría?
Lenny: Un poco más. Sólo un poco.
(Pausa).
Quiero decir que soy muy sensible a la atmósfera, pero de pronto me desensibilizo, a ver si me comprende, cuando veo que la gente intenta abusar. Por ejemplo, en las últimas navidades decidí colaborar con el Ayuntamiento en juntar la nieve, porque había caído mucha. No es que necesitara hacerlo -económicamente-, sino que me dio por ahí. Me atraía pensar en el frío seco de la mañana, y tuve razón.
Conque me puse mis botas y ahí estaba en una esquina, a las cinco y media, esperando que viniera un camión a llevarnos al área que nos correspondía. ¡No helaba ni nada! Bueno, llegó el camión, subí delante y allá nos fuimos en la noche, con los faros todavía encendidos. Llegamos y nos dieron los picos y las palas y empezamos a entendérnoslas con la nieve mucho antes del amanecer. Bueno, pues aquella mañana, mientras tomaba una taza de té en un bar del barrio, me viene una señora anciana a pedirme que le echara una mano para mover un fogón que quería trasladar a otro cuarto. Como yo estaba de buenas, me fui con ella tomando del tiempo que nos habían dado de descanso. Vivía allí mismo, al fondo de la calle. Pero la cosa es que, cuando llegué, no podía con el fogón, que era de hierro y pesaba lo menos media tonelada, y la señora pretendía que lo había metido ahí su cuñado solo, que sería un hijo de... su madre.
Conque ahí me tiene a mí luchando con el fogón, a riesgo de herniarme, y la señora sin mover un dedo y diciendo «hala, hala». Hasta que me hartó y la dejé. Lo mejor es que se meta el fogón donde la quepa. Y en todo caso es un trasto viejo y es mejor que afloje la mosca y se compre una cocina decente. Tentado estuve de darle una de cuello vuelto, pero como lo de la nieve me había puesto de buen talante, le di así con el codo y me largué. Perdone, ¿le molesta ese cenicero?
Ruth: No me molesta nada.
Harold Pinter (Inglaterra. 1930-2008).
Obtuvo el premio Nobel en 2005.
La ilustración corresponde a Joey Collins como Lenny y Tara Franklin en el papel de Ruth durante la puesta en escena de Retorno al hogar (The Homecoming), dirigida por Eric Hill en 2015, en el teatro Unicornio de Stockbridge, Massachusetts.
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