Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 20 de agosto de 2024

Mirándolas dormir: POLVOS DE ARROZ, de Sergio Galindo

"La habitación estaba cerrada y sólo una línea de luz se filtraba por el lado derecho de la persiana."

(Fragmento del capítulo IX)

Volvía de un sueño pesado, arrancada de él por algo importante y temido. Parpadeó en la oscuridad del cuarto de Lucio y antes de despertar por completo oyó un susurro. Voces, muchas voces que al principio no poseían dueños ni sentido. Unos segundos antes de despertar temió hacerlo, prevenida por el instinto; por el hábito de vivir sin zozobras, en la gran tranquilidad de su hogar. Abrió los ojos. Se había imaginado que alguien estaba junto a ella, pero no había nadie. La habitación estaba cerrada y sólo una línea de luz se filtraba por el lado derecho de la persiana. Inmediatamente recordó que alguien había abierto la puerta hacía unos segundos para ver si dormía, habían vuelto a cerrar con cautela y dicho: “Está dormida”. Pero no podía asegurar que eso era verdad; real o no, de cualquier modo había sucedido en el sueño.

Se ahogaba, hubiera querido ponerse de pie para respirar el aire de la noche, pero algo le aconsejaba no moverse, fingirse dormida. Sonó una carcajada, de Perla. Camerina deseó dormir, no escuchar, apretó los ojos con ese mismo afán con que un chico de dos años se cubre la cara o cierra los ojos con la intención de desaparecer de la vista de los demás.

Sergio Galindo (México, 1926-1993).

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