"Y así un día y otro, y luego muchos días y muchas noches en que Eleazar no viene, y Sara detrás de la ventana."
Eleazar se da vuelta y se oscurece en el camino. Detrás de una ventana la silueta de Sara no se mueve.
Y así un día y otro, y luego muchos días y muchas noches en que Eleazar no viene, y Sara detrás de la ventana.
Y luego: Sara oye voces en el patio, se asoma: ahí está Eleazar ayudando al aprendiz a plantar pitas para la cerca. Casi contiene el aliento Sara, se aparta de la ventana y se recarga en la pared oprimiéndose el pecho con ambas manos.
Eleazar está saliendo del baño a la recámara, o a la minúscula cueva con cama, buró y ventanuco. En la cama, La Alazana dormida y sudorosa, la gruesa pintura desleída alrededor de sus ojos y sus labios. Enjugándose Eleazar se queda quieto, mirándola. Son las cuatro de la tarde. Cabrón calor, dice Eleazar. Se viste colérica, ansiosa- mente, coge dinero de la caja de cartón y sale.
Ricardo Garibay
(México, 1923-1999).
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