"¿... el Arcángel vencido, arrastraría a su séquito a millones de almas, más numerosas y más apretadas que los copos de una tempestad de nieve?"
(Párrafos del capítulo III: Fin de la vida escondida)
En
este momento de su vida, el Hijo del Hombre es un gladiador aún disimulado en
el fondo de las
tinieblas, pero ya a punto de entrar en el circo cegador; es el relator a quien
la bestia negra espera y teme. «¡Veía -debía exclamar Cristo en un día de exultación-,
veía a Satanás caer del cielo
como un rayo!» Acaso tuvo la visión de aquella caída durante las postreras
oscuras horas de su vida. ¿Habría visto también (¡cómo no habría de verlo!)
cómo el Arcángel vencido, arrastraría a su séquito a millones de almas, más
numerosas y más apretadas que los copos de una tempestad de nieve?
Toma
un manto, se anuda las sandalias y dice a su madre una palabra de despedida que
no será conocida jamás.
François Mauriac (Francia, 1885-1970). Obtuvo el premio Nobel en 1952.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario