Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

sábado, 19 de diciembre de 2015

Los unicornios de García Lorca

 
La referencia al mítico Unicornio es constante y variada a lo largo de la obra de Federico García Lorca. Desprovisto de cualquier intención crítica y sin el afán de emprender un análisis sobre su valor simbólico o alguna otra minuciosa consideración acerca de sus reiteradas alusiones, me limito a consignar una breve recopilación -lo más exhaustiva posible-, sujeta a la brevedad del presente texto. En pocas palabras, a dejar constancia de las reincidencias del mito en su poética.

En sus Narraciones se encuentra el Pequeño homenaje a un cronista de salones: "Es preciso que el elefante tenga ojos de perdiz y la perdiz pezuñas de unicornio". Este es su poema Procesión:

Por la calleja vienen
extraños unicornios.
¿De qué campo,
de qué bosque mitológico?
Más cerca,
ya parecen astrónomos.
Fantásticos Merlines
y el Ecce Homo,
Durandarte encantado.
Orlando furioso.

Entre sus Canciones se incluye esta Fábula:

Unicornios y cíclopes.
 
Cuernos de oro
y ojos verdes.
Sobre el acantilado,
en tropel gigantesco,
ilustran el azogue
sin cristal, del mar.
 
Unicornios y cíclopes.
 
Una pupila
y una potencia.
¿Quién duda la eficacia
terrible de esos cuernos?
¡Oculta tus blancos,
Naturaleza!

Otra de sus Canciones se titula Segundo aniversario:

La luna clava en el mar
un largo cuerno de luz.
 
Unicornio gris y verde,
estremecido, pero extático.
El cielo flota sobre el aire
como una inmensa flor de loto.
 
(¡Oh, tú sola paseando
la última estancia de la noche!)

Al Romancero gitano pertenece esta Burla de don Pedro a caballo:
 
Por el camino llano
dos mujeres y un viejo
con velones de plata
van al cementerio.
Entre los azafranes
han encontrado muerto
el sombrío caballo
de Don Pedro.
Voz secreta de tarde
balaba por el cielo.
Unicornio de ausencia
rompe en cristal su cuerno.
La gran ciudad lejana
está ardiendo
y un hombre va llorando
tierras adentro.
Al Norte hay una estrella.
Al Sur un marinero.

Para concluir con unas cuantas estrofas de su poema Mundo:
 
Noche de rostro blanco. Nula noche sin rostro.
Bajo el sol y la luna. Triste noche del mundo.
Dos mitades opuestas y un hombre que no sabe
cuándo su mariposa dejará los relojes.
 
Debajo de las alas del dragón hay un niño.
Caballitos de cardio por la estrella sin sangre.
El unicornio quiere lo que la rosa olvida,
y el pájaro pretende lo que las aguas vedan.
 
Sólo tu Sacramento de luz en equilibrio
aquietaba la angustia del amor desligado.
Sólo tu Sacramento, manómetro que salva
Corazones lanzados a quinientos por hora.
 

Jules Etienne

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