- No le hizo el menor daño -aseguró el unicornio sin darle importancia, e iba a continuar hablando cuando su vista se topó con Alicia; se volvió en el acto y se quedó ahí pasmado, durante algún rato, mirándola con un aire de profunda repugnancia.
- ¿Qué es... esto? -dijo al fin.
- Esto es una niña -explicó Haigha de muy buena gana, poniéndose entre ambos para presentarla, por lo que extendió ambas manos en su dirección, en típica actitud anglosajona-. Acabamos de encontrarla hoy. Es de tamaño natural y ¡el doble de espontánea!
- ¡Siempre creó que se trataba de un monstruo fabuloso! -exclamó el unicornio-. ¿Está viva?
- Al menos puede hablar -declaró solemne Haigha. El unicornio contempló a Alicia con una mirada soñadora y le dijo:
Alicia no pudo impedir que los labios se le curvaran en una sonrisa mientras rompía a hablar, diciendo:
- ¿Sabe una cosa?, yo también creí siempre que los unicornios eran unos monstruos fabulosos. ¡Nunca había visto uno de verdad!
- Bueno, pues ahora que los dos nos hemos visto el uno al otro -repuso el unicornio- si tú crees en mí, yo creeré en ti, ¿trato hecho?
- Sí, como guste -contestó Alicia.
Lewis Carroll: Charles Lutwidge Dodgson (Inglaterra, 1832-1898)
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