Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

jueves, 31 de diciembre de 2015

Unicornios: VEINTE MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO, de Jules Verne

"... el unicornio será lo bastante amable como para llevarme hacia las costas de Francia."

(Fragmento del capítulo 3 de la primera parte: Como el señor guste)

Tres segundos antes de la recepción de la carta de J. B. Hobson, estaba yo tan lejos de la idea de perseguir al unicornio como de la de buscar el paso del Noroeste. Tres segundos después de haber leído la carta del honorable Secretario de la Marina, había comprendido ya que mi verdadera vocación, el único fin de mi vida, era cazar a ese monstruo inquietante y liberar de él al mundo. 

Sin embargo, acababa de regresar de un penoso viaje y me sentía cansado y ávido de reposo. Mi única aspiración era la de volver a mi país, a mis amigos y a mi pequeño alojamiento del jardín de Plantas con mis queridas y preciosas colecciones. Pero nada pudo retenerme. Lo olvidé todo, fatigas, amigos, colecciones y acepté sin más reflexión la oferta del gobierno americano. 

«Además –pensé-,  todos los caminos llevan a Europa y el unicornio será lo bastante amable como para llevarme hacia las costas de Francia. El digno animal se dejará atrapar en los mares de Europa, en aras de mi conveniencia personal, y no quiero dejar de llevar por lo menos medio metro de su alabarda al Museo de Historia Natural.»
 
 
Jules Verne (Francia, 1828-1905)

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