Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

viernes, 26 de febrero de 2021

Miércoles de ceniza: MEMORIAS (Historia de mi vida), de Giacomo Casanova

"Llegó el miércoles de ceniza, día en que se pasa sin trancisión de la locura a la piedad..."

(Fragmento del capítulo XI del tomo noveno)

La Pichona había sido actriz, como supe poco tiempo después de haberle sido presentado, y debía su fortuna a la protección del duque de Medinaceli. Este fue a visitarla un día de mucho frío y habiéndola encontrado sin fuego, por no tener con qué comprar carbón, le envió un brasero de plata, con cien mil duros en oro. Desde entonces, la Pichona vivía muy holgadamente y tenía una agradable tertulia.

Por aquellos días murió el duque, después de una enfermedad de cuarenta y ocho horas. Cuando la Pichona me anunció tan triste noticia, supe que era él quien me la había presentado en el baile, lo cual me sorprendió en extremo.

No tardé en proporcionarme una buena pareja para los bailes; la casualidad me hizo conocer a la hija de un zapatero remendón, muchacha muy linda, mezcla de devoción y lujuria, con la cual pasé muy buenos ratos.

Llegó el miércoles de ceniza, día en que se pasa, sin transición, de la locura a la piedad, del paganismo con sus bacanales al cristianismo con sus misterios y su símbolo más ortodoxo.

Pocos días después, un hombre de mal aspecto se me acercó en la calle y me dijo que lo siguiera a un claustro donde me diría algo que me interesaba mucho. Lo seguí en silencio, y cuando estuvo seguro de que nadie nos veía, me dijo que el alcalde Mesa iba a hacer una requisa en mi casa, aquella misma noche con todos sus secuaces.

- Y yo soy uno de ellos -añadió-. No ignora que tiene armas prohibidas, escondidas debajo de la estera, detrás de la estufa, y sabe, o cree saber, otras cosas que lo autorizan a llevarlo a la cárcel.

Alterado entonces por el aviso de aquel hombre, a causa de la circunstan- cia verdadera de las armas, le puse un doblón en la mano y me fui a mi casa, agarré mis armas bajo la capa y me refugié en casa de Mengs. Por pertenecer al rey, la casa en que vivía el célebre pintor era inviolable.

Al día siguiente, supe por mi patrón que el alcalde había hecho en mi cuarto la denunciada pesquisa con tres esbirros.

Giacomo Casanova (Italia, 1725-1798).

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