Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

viernes, 28 de junio de 2019

Tu boca: EL DESEO, de Hermann Sudermann

"Tu boca es tan bella, tan ardiente: da calor al cuerpo y al alma."

(Fragmento del capítulo XVI)

- ¿Te ha gustado el arreglo de tu cuarto? -continuó ella, al mismo tiempo que por sus ojos dulces y tristes pasaba un débil fulgor de malicia.

A guisa de respuesta posé humildemente en sus labios un beso de agradecimiento.

- ¡Sí, bésame, bésame otra vez! -dijo ella-. Tu boca es tan bella, tan ardiente: da calor al cuerpo y al alma.

Y un nuevo calofrío la sacudió.

Un instante después entró Roberto.

- Prepárate, querida -dijo acariciando la mejilla de Marta-: el médico, nuestro tío, ha llegado.

En seguida me hizo una seña y salí detrás de él. Junto a la cuna del recién nacido encontré a un hombre ya viejo, cuya barba gris no había sido afeitada por varios días, la nariz chata y roja y dos ojos vivos e inteligentes que me miraban sonriendo detrás de los brillantes vidrios de sus antiparras.

- Entonces, ¿es ella? -dijo extendiéndome la mano.

Una oleada de sangre me subió al corazón; a la primera ojeada comprendí que tenía delante de mí a un amigo, a quien podría confiarme sin reserva.


Hermann Sudermann (Alemania, 1857-1928).

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