Vancouver: el invierno a plenitud en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne)

lunes, 24 de junio de 2019

Tu boca: SALOMÉ, de Oscar Wilde

 "Es tu boca lo que deseo. ¡Tu boca es como una rama de coral que los pescadores han encontrado en el crepúsculo del mar...!"

(Fragmento)

Jokanaán: ¡Atrás, hija de Sodoma! No me toques. No profanes el templo del Señor Dios.

Salomé: Tu cabello es horrible. Está cubierto de fango y de polvo. Es como una corona de espinas que han puesto sobre tu frente. Es como un nudo de negras serpientes que se enroscan en torno de tu cuello. No amo tus cabellos... Es tu boca lo que deseo. ¡Tu boca es como una rama de coral que los pescadores han encontrado en el crepúsculo del mar, el coral que guardan para los reyes....! Es como el bermellón que los moabitas encuentran en Las minas de Moab, el bermellón que el rey recibe de ellos. Es como el arco del Rey de los Persas, que está pintado de bermellón y guarnecido de coral. No hay nada en el mundo tan rojo como tu boca... ¡Déjame besar tu boca!

Jokanaán: Jamás, hija de Babilonia! ¡Hija de Sión! ¡Jamás!

Salomé: Yo besaré tu boca, Jokanaán. Yo besaré tu boca.
 
El joven sirio: Princesa, Princesa. Es  usted como un jardín de mirra, como la tórtola de todas las tórtolas. ¡No mire a ese hombre, no lo mire! No le diga palabras semejantes. No puedo sufrirlas... Princesa, Princesa, no hable de esas cosas.
 
Salomé: Yo besaré tu boca, Jokanaán.
 
El joven sirio: ¡Ah!

Se da muerte y cae entre Salomé y Jokanaán.

El paje de Herodías: ¡El joven sirio se ha matado! ¡El joven capitán se ha matado! ¡Se ha matado mi amigo! ¡Yo le di una cajita de perfumes y aros labrados en plata, y ahora se ha matado! ¡Ah!, ¿no había predicho que vendría algún infortunio? Yo, lo predije, y ha sucedido. Bueno, yo sabía que la luna estaba buscando algo muerto, pero no sabía que fuera a él a quien buscara. ¡Ah! ¿Por qué no lo oculté de la luna? Si yo lo hubiera escondido en una caverna, ella no lo hubiera visto.

Primer soldado: Princesa, el joven capitán acaba de matarse.

Salomé: Déjame besar tu boca, Jokanaán.

Jokanaán: ¿No temes, hija de Herodías? ¿No te dije que había oído batir las alas del ángel de la muerte, y no ha venido el ángel de la muerte?

Salomé: Déjame besar tu boca.

Jokanaán: ¡Hija del adulterio! Sólo uno puede salvarte, y en su nombre te hablo. Ve a buscarlo. Está en una barca en el mar de Galilea y habla con sus discípulos. Arrodíllate a la orilla del mar y llámalo por su nombre. Cuando vaya a ti, y va a todos los que lo llaman, arrójate a sus pies y pídele la remisión de tus pecados.

Salomé: Déjame besar tu boca.

Jokanaán: ¡Maldita seas! ¡Hija de una madre incestuosa, maldita seas!

Salomé: Yo besaré tu boca, Jokanaán.

Jokanaán: No quiero mirarte. No te miraré, estás maldita, Salomé, estás maldita.

Desciende a la cisterna.

Salomé: Yo besaré tu boca, Jokanaán. Yo besaré tu boca.


Oscar Wilde (Irlanda, 1854-1900).

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