Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

martes, 5 de marzo de 2019

Tu boca: ODA A SU QUERIDA, Pierre de Ronsard

"Entrelazados, nos haremos los lascivos, en el estilo de los amantes, que retozan libres en la cama..."

Mientras en el templo estemos
Arrodillados, nos haremos
Los devotos, siguiendo el modo
De los que a Dios van a alabar,
Inclinados en el lugar
De la iglesia el más remoto.

Pero cuando en el lecho estemos
Entrelazados, nos haremos
Los lascivos, en el estilo
De los amantes, que retozan
Libres en la cama, y allí gozan
Cuando se hacen cien cumplidos.

¿Por qué, entonces, cuando quiero
O morder tu hermoso pelo,
O besar tu boca amada,
O acariciar tu bello seno,
Te haces la monja como siendo
En un convento encerrada?

¿Para quién guardas estos ojos
Y tus senos deliciosos,
Tu bella boca y tus mejillas?
¿Deseas besar a Plutón
Cuando allí tan lejos Carón
Te haya llevado en su barquilla?

Endeble, después de tu muerte
Sólo tendrás allende en suerte,
Una boquita desvaída:
Y estando muerta te veré
Mas a las sombras no diré
Que antaño fuiste mi querida.

Sin piel será ya tu figura,
Y de este rostro y su hermosura,
Ya ni las venas quedarán.
Sólo dientes tendrás apenas,
Como se ve en las calaveras
Que en el cementerio están.

Por eso, mientras tengas vida
Cambia de parecer, querida,
Y no me escatimes tu boca:
Incontinente morirás,
Entonces te arrepentirás,
Por haberme sido hosca.

¡Ah, que desfallezco; ah, bésame!
¡Ah, querida mía, acércate!
Huyes cual cervato pequeño,
Sufre que al menos se solace
Mi mano un tanto entre tus senos,
O más abajo, si te place.


Pierre de Ronsard (Francia, 1524-1585). 

 (Traducido al español por Sonia Mabel Yevara).

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