Vancouver: luz de agosto en la bahía. (Fotografía de Jules Etienne).

lunes, 18 de marzo de 2019

Tu boca: ELENA, de Manuel Bretón de los Herreros


(Fragmento de la escena XI del tercer acto)

Victorina:
¿Matarle? ¡Pobre señor!
No le quiero yo tan mal,
Ni ha sido tan criminal
Que merezca ese rigor.
¡Oh! Ni es conveniencia mía;
Porque él pudiera vencer,
Y es fuerte cosa perder
Dos amantes en un día.

Conde:
¡Cuál me halaga ese temor! Luego ¿renace en tu pecho...?

Victorina:
Mira no sea despecho
Lo que te parece amor.

Conde:
No; que tu boca divina
Que me dio tantos enojos...
Grata sonríe, y tus ojos...
¡Ah! Tú me amas, Victorina.

Victorina:
Sí, mi celoso; y en vano
Te lo quisiera negar.

Conde:
¡Oh dicha! ¡Un cura! ¡Un altar!

Victorina:
¿Estás loco?

Conde:
He aquí la mano.

Victorina:
Aún es mayor mi impaciencia
Que la tuya puede ser.

Conde:
¡Qué escucho! A tanto placer
Ya no basta mi existencia.


Manuel Bretón de los Herreros (España, 1796-1873).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario